El Tombstone actual combina algunas cosas auténticas y otras creadas para el turismo. Además del espectáculo del OK Corral, hay reconstrucciones de otros tiroteos en las calles de la ciudad. En la parte vieja, todo se ve como cuando se fundó y floreció la ciudad a fines del 1800.
Si hay algo que encaja con las películas del Viejo Oeste es el paisaje. El pueblo, que se encuentra a menos de 80 kilómetros (50 millas) de la frontera con México, está en el medio del desierto, con cactus, salvia y polvaredas. Los veranos son brutales por el calor.
Por Peter Prengaman
Tombstone, Arizona, EU, 10 enero (AP) — “¡Pam! ¡Pam! ¡Pam!”. Y varios “¡pam!” más. Los disparos se sucedieron tan rápidamente que perdí la cuenta.
“Eso fue todo”, dijo el actor que hace el papel de Doc Holliday varias veces por día en reconstrucciones del que puede haber sido el tiroteo más famoso del Viejo Oeste en el OK Corral. “Todo se terminó antes de empezar”.
Recién llegado a Arizona, llevé a mi esposa y mis hijos a Tombstone, a tres horas de auto de Phoenix, para empaparme un poco de la historia del estado. Supuse que los cowboys y los tiroteos serían más interesantes para mis hijos de ocho y nueve años que los museos.
Pero el tiroteo pasó tan rápido que terminé preguntándome: “¿Tanto revuelo por esto?”.
Hay muchas películas y libros sobre esta batalla, aunque solo murieron tres personas, una cifra bastante insignificante en esta era de matanzas en masa. Y cuando uno ve la reconstrucción, no puede evitar pensar en las viejas películas del lejano oeste, con batallas larguísimas, y llegar a la conclusión de que fueron pura ficción.
En la famosa batalla, unos delincuentes se tirotean con el alguacil y con un puñado de policías, en el marco de una disputa en parte personal, en parte legal.
Tim Christie, el actor que hace de Holliday, dice que estudió todos los personajes y llegó a la conclusión de que no hay “buenos” en esta historia. “Todos eran malos. Todos tenían malas intenciones”, sostuvo Christie, quien además es director y gerente del espectáculo.
El Tombstone actual combina algunas cosas auténticas y otras creadas para el turismo. Además del espectáculo del OK Corral, hay reconstrucciones de otros tiroteos en las calles de la ciudad. En la parte vieja, todo se ve como cuando se fundó y floreció la ciudad a fines del 1800.
“Esto parece más bien una película”, dijo mi hijo de nueve años mientras una mujer con vestido de época y un hombre con sombrero de vaquero y espuelas pasaban a nuestro lado.
Los negocios venden botas de cuero, lazos y revólveres de juguete. Los niños “buscan plata” en bolsas de tierra mezclada con pequeñas piedras brillantes. Van y vienen coloridos carruajes y hay varios “saloons”, o bares, con cuartos en los que vivían –y trabajaban– las prostitutas del pueblo.
Jeremy Johnston, historiador del Centro del Oeste Buffalo Bill, de Cody, Wyoming, dijo que la glorificación de la ciudad empezó en la década de 1930, cuando Stuart Lake publicó Wyatt Earp: Frontier Marshal (Wyatt Earp: Alguacil de la frontera), una biografía con mucha ficción en la que Earp es presentado como un policía valiente. El libro dio lugar a varias películas y series de televisión en las décadas siguientes.
Johnston dijo que el tiroteo fue una noticia local grande en su momento, pero que hubo tantos otros conflictos en la zona -guerras con los apaches, disputas mineras, violentas huelgas- que pasó a ser una noticia del montón.
El célebre tiroteo de Tombstone inmortalizado en libros y películas no ocurrió en el OK Corral, sino frente al Estudio Fotográfico de C.S. Fly, en la calle Fremont, a varias casas de distancia de la entrada trasera del OK Corral.
Se difundió la creencia de que el tiroteo fue entre “ciudadanos honestos que les hicieron frente a los bandidos para construir una comunidad”, expresó Johnston, agregando que esa visión “ignora ciertos elementos”.
Dusty Escapule, alcalde de Tombsrone, dice que la ciudad está tratando de incorporar atracciones que vayan más allá de los tiroteos.
“Los tiroteos no les interesarán a las generaciones nuevas”, comentó, agregando que ha visto a padres que alejan a sus hijos del lugar cuando comienzan las reconstrucciones porque no quieren que vean eso.
Escapule mencionó los museos de las minas, los viajes en carruajes y paseos nocturnos en busca de fantasmas como ejemplos de algunas de las atracciones que no están vinculadas con los tiroteos.
Esto no quiere decir que esta ciudad de 1 mil 290 habitantes renuncie totalmente a su historia. De hecho, en algunos sentidos trata de promoverla. En el 2017 Escapule firmó una proclama declarando a Tombstone “la Ciudad de la Segunda Enmienda”. La medida era totalmente simbólica, ya que Arizona permite a sus residentes, y a los visitantes, portar armas.
La segunda enmienda de la constitución protege el derecho a portar armas y es el caballito de batalla de los sectores en contra de las restricciones a la venta de armas.
“Quería que la gente supiese que creemos en el derecho de la ciudadanía a portar armas”, dijo Escapule.
Irónicamente, una de las principales disputas que dieron lugar al famoso tiroteo fue la idea de que los vaqueros no debían portar armas en el pueblo. Muchos negocios tienen en sus puertas carteles que dicen “No se pueden ingresar armas al local”. Están amparados por una ley que les permite prohibir las armas en su interior.
Si hay algo que encaja con las películas del Viejo Oeste es el paisaje. El pueblo, que se encuentra a menos de 80 kilómetros (50 millas) de la frontera con México, está en el medio del desierto, con cactus, salvia y polvaredas. Los veranos son brutales por el calor.
Al visitar Tombstone, comprendí por qué genera tanto interés, por más que su reputación responda más a nuestra imaginación que a la historia. Es un terreno áspero, donde los buscadores de metales podían hacerse ricos de la noche a la mañana, con historias de batallas contra los delincuentes.
Y por más de que el debate en torno a las armas pueda hacer cambiar la forma en que la gente ve al Viejo Oeste, el relato del bien contra el mal seguramente seguirá atrayendo gente.