10 Novelas mexicanas que no puedes dejar de leer en este 2017

09/12/2017 - 12:04 am

Termina el año y ya es tiempo de balances. Estas son las historias que este 2017 nos han conmovido, sin contar claro aquellas narraciones que hemos releído, como Crimen y castigo, de Fiódor Dostoievski o los libros de Paul Auster, que como venía a la FIL había que estar a tono.

Ciudad de México, 9 de diciembre (SinEmbargo).-Hay muchas novelas escritas por mujeres, en un avance de la literatura –no femenina, pero sí escrita por las inteligentes damas- que comprueba mucho de lo que venimos diciendo en este suplemento: ¡A tomar la pluma, para ellos y ellas!

Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor. Foto: Especial

La que más elogios ha cosechado es Temporada de huracanes (Literatura Random House), de Fernanda Melchor, quien en mayo declarara “no está reñido hacer literatura y contar el México actual. A mí la literatura del crack, mi generación anterior, nunca me gustó. No me interesan tampoco las novelas políticas, que son desde mi punto de vista panfletarias. A mí lo que me interesa es contar historias, eso antes que nada”.

“Me costó mucho trabajo llegar al tono de la novela, yo quería que el lenguaje fuera demencial, muy intenso, muy arrebatador, que tomara al lector y lo zarandeara. Al mismo tiempo quería que no se perdiera el disfrute de la lectura. No sé si lo logré. Sé que puede llegar a ser pesado, esta prosa que no tiene párrafos, que se escribe a renglón seguido, trataba de encontrar momentos de calma, momentos de rélax…a mí en lo particular las novelas que me gustan mucho son las que agarran al lector y no lo sueltan. Empiezas a leer y es como si entraras en un sueño”, dice Fernanda.

Fuego 20, de Ana García Bergua. Foto: Especial

Ha vuelto Ana García Bergua a la novela con Fuego 20, editada por ERA, cuya autora dijo en la presentación que “cuando abandona un cuerpo pero sigue necesitando comunicarse con quienes sí lo tienen, qué sucede si sigue queriendo moverse por la ciudad en la que vivía y qué consecuencias produce su intento de transmitir sus afectos. En suma, qué pasa con su deseo: Ese es el fuego que arde en Fuego 20”.

Es una novela histórica que narra el incendio de la Cineteca. “Su educación como escenógrafa permite que Ana sea extraordinariamente minuciosa al describir el ambiente de sus libros, algo que no es común entre los autores mexicanos. El libro se disfruta por ser melancólico, pero sin ser político. A pesar de abordar un episodio impune más en México, no denuncia nada: es romántico y fantástico”, dijo Cristopher Domínguez Michael.

Una novela sobre la migración. Foto: Especial

La historia de los chinos en Torreón, las 303 personas asesinadas el 15 de mayo de 1911, fue la motivación de la novela de Beatriz Rivas, Jamás nadie (Alfaguara).

“Empecé porque vi en un periódico una noticia sobre una exposición de la masacre de chinos en Torreón, corrí al Museo de la Memoria y Tolerancia, la habían sacado, pero me informé mucho sobre ese tema. Hace dos años y medio que inicié la novela y conforme iba escribiendo, pasaba todo lo de Siria, pasaba lo de los migrantes africanos buscando un mundo mejor en las costas europeas, me puse a recortar todas las noticias durante un mes sobre la migración y de pronto me cayó el veinte, tenía que ver con lo que yo estaba haciendo. El capítulo de Torreón era sólo el pretexto para hablar de la intolerancia”, dijo a Puntos y Comas, la escritora.

“Tenemos mucha fama de ser cordiales con los turistas, que no sé si sea parte de lo mismo. Damos la bienvenida a quienes creemos superiores a nosotros, porque además de ser racistas somos malinchistas. No le damos la misma bienvenida a los haitianos, a los cubanos, a los chinos, a los africanos, ¿no? Es parte del racismo. En el Norte, Porfirio Díaz invitó a los europeos a vivir para “blanquear la raza” y como nos rechazaron, le abrieron la puerta a los chinos. Somos una especie contradictoria, recibimos muy bien a los españoles, pero ¿Cómo tratamos a los centroamericanos que pasan por México?”, se pregunta.

Obra negra, de Gilma Luque. Foto: Especial

Obra negra (Almadía) o la autobiografía como novela es lo que ha tomado la joven escritora Gilma Luque. No es una recién llegada a la literatura, en un impulso creativo donde la verdad es la motivación central.

Claro que la verdad a cargo de la protagonista, que cuenta la enfermedad de su madre y la compara con las de algunos famosos que han padecido la esclerosis múltiple.

“La novela es un poco autobiográfica, toda vez que hay un momento en el que me gana el oficio y entre la ficción con todo; me basé en mi madre que estuvo enferma y mi familia que es la que tuvo que vivir eso. Para contarla y hacer literatura tuve que mentir mucho, hacer una selección o curaduría de mis recuerdos, una vez ello, exageré un par de cosas, inventé otras y omití mucho”, dijo la escritora a Notimex.

“Yo quería que la ciudad fuera otro de los personajes. O sea, que no fuera una novela que estuviera tan adentro -aunque se que pasan muchas cosas dentro del personaje-, pero que también fuera una espectadora o un testigo”, le dijo a la Libreta de Irma Gallo.

Una novela perturbadora. Foto: Especial

El monstruo pentápodo, de Liliana Blum (Tusquets) fue una novela que dio sustancia al auge de la novela negra y policial en México, que crece en forma frecuente y que además dio la noticia de una autora tan hábil como despiadada. Blum no se toca el corazón para empujar al lector al foso donde habita esa bestia con piel de ángel que se esconde a plena luz y que podría ser tu vecino, o el mío, o el de cualquiera.

“Sí, cito el de Bélgica, el de Natasha Kampush, pero más que nada lo que me llevó a escribir esto fue una pareja inglesa, formada por dos personas maduras, tenían hijas adultas, el tipo tenía unas cuantas jaulas debajo de la casa, con mujeres jóvenes, de las que abusaba sexualmente y la esposa sabía y lo ayudaba a cazarlas. Siempre me ha intrigado saber qué hay en la cabeza de una mujer, que sabe eso y que se convierte en cómplice activa. Las mujeres, algunas, somos capaces de tolerar muchas cosas con la excusa de no estar solas. A veces son malos tratos, violencia psicológica y otras son la complicidad con un hombre delincuente”, declaró Liliana a Puntos y Comas.

Una mujer que quiere pertenecer al Club de Tobi, como Patricia Highsmith, como Agatha Christie.

“Quizás sería como discriminación inversa positiva. Hay muy pocas mujeres que escriben novela negra, una novela de detectives. En los encuentros de novela negra hay grupos muy cerrados, todos dicen el Club de Tobi, pero dicen que van a invitar a mujeres y no saben a quién. Quizás sea una oportunidad para mí y que me van a invitar a muchas cosas que antes no”, dijo.

Lobo, de Bibiana Camacho. Foto: Especial

En Lobo (Almadía), Bibiana Camacha explora el tema de la desaparición de personas en nuestro país y toda su metáfora se traduce en aullidos de las bestias. El terror no es el que vive afuera, sino el que hay dentro de la cabeza de los personajes.

“Sí, en realidad la violencia jamás irrumpe pero es una amenaza constante, como una gran nube negra que está sobre los personajes todo el tiempo y siempre te va cargando más de agua, por decirlo así. Se va ennegreciendo cada vez más. Los personajes saben que existe esa nube negra, que ese manto los cubre todo el tiempo y no saben en qué momento se va a expresar. Sí está la violencia pero no está como una presencia palpable, sino como un fantasma que los acompañe y que en cualquier momento puede surgir como un monstruo”, ha dicho la autora.

“Este personaje es una mujer que está metida en la academia que quiere tener mejores calificaciones allí, en el Doctorado y esa es su ambición. Por eso se va a recluir a Lobo, este pueblo derruido, semi-abandonado, donde está Felicia, una doctora prominente, una vaca sagrada, que va a ayudarla a hacer una investigación que luego nos daremos cuenta de que ni existe. Es un espejismo. Cuando llega por primera vez al pueblo se da cuenta de que tomó una mala decisión. Como suele ocurrirnos a los seres humanos, bueno al menos a mí, en lugar de salir corriendo –que sería lo más adecuado- te quedas a ver qué ocurre. Berenice, en lugar de irse, se queda tratando de que sí funcione la decisión que tomó, pero bueno, sobre la marcha nos damos cuenta de que no fue la mejor decisión posible”, agregó.

Por breve herida, de Margo Glantz. Foto: Especial

Por breve herida (Sexto Piso), un reflejo de la escritura fragmentaria rompe los géneros, pero no deja de ser un gran esfuerzo literario de su autora Margo Glantz.

“Margo inventó un género nuevo que consiste en este material en buscar un elemento central, los dientes. A partir de este elemento central, se va a permitir pasearnos por sus obsesiones, sus gustos, sus viajes, hay mucha literatura, hay música muy agradable. Ese libro es para convivir con Margo y sentirse parte de su universo, además de reírse, porque es un texto absolutamente divertido”, dijo Phillipe Ollé-Laprune.

“Yo voy a un dentista súper exitoso y tenía muchos pacientes. Así que hay que ser paciente para hacerse atender por él. Me llevaba muchos libros, me enteré de Letizia por la Hola!, que estaba en el consultorio y leía Edgar Allan Poe mezclado con Cosmopolitan”, cuenta Margo Glantz.

“Me tardé 16 años en escribirlo, los tres editores de Sexto Piso me aguantaron el tiempo suficiente y soportaron la demora. Luego de que lo entregué me dijeron que el libro es genial, cosa que yo creo, pero como sabemos los genios son póstumos”, agregó.

Cinta Negra, de Eduardo Rabasa. Foto: Especial

Cinta negra (Pepitas de calabaza) es una novela distópica y su autor Eduardo Rabasa no sólo ha tardado mucho en tener un teléfono celular, sino también que propicia los sitios íntimos, fuera de las ciudades, como un gran esquema global donde la “globalización” no nos aprese.

“Eres la segunda persona que se refiere a Brazil. Fíjate que hay un hombre, Thomas Frank, que tiene un libro titulado La conquista de lo cool, que es la contracultura, todo lo hippie, se coló al mundo corporativo y acabó siendo el reverso de todo eso. Hay una fusión de esos mundos que aparentemente son antagónicos, pero a la hora de funcionar, ahí tienes a libros que te dicen como el baga gita te convierte en mejor empresario. Los mecanismos corporativos no son antagónicos, porque los incorpora”, dijo Eduardo.

“Es curioso y creo que el sistema actual está llegando a una gran contradicción, que vemos cada vez más gente intentándolo en una granja, en una comuna. Es un rechazo muy explícito al sistema actual, pero hay que tomarse un trabajo brutal para imponer esa naturalidad perdida. Tal vez sea una solución un poco cursi, pero la gente que encuentra en la amistad, en el amor, en tomar el trabajo como algo que te permite vivir y nada más, haya un poco de espacio para crecer”, agregó.

Carta sobre los ciegos para uso de los que pueden ver. Foto: Especial

Carta sobre los ciegos para uso de los que ven (Alfaguara) no es una novela pero sí, se parece a una crónica periodística o a un sueño del autor, Mario Bellatin, que poco a poco nos va diseñando la realidad paralela para que descansemos en ella o nos volvamos locos.

“Me encanta que me hagas esa pregunta, de si fue un sueño, para yo poder decir: no me pregunten nada, yo lo soñé y eso no existe. Pero todo es real, es horrible. Es una crónica. Justo me tocó ver esos bordes que encuentras en la realidad y que se convierta en el extremo de lo fantástico. Ya me había sucedido antes con “Perros héroes”, que la gente piensa que a mí se me ocurrió, un cuadrapléjico que entrena perros con la garganta, pero no. Hay muchos grupos en la sociedad, no grupos pro-locos, pero sí grupos pro-animal y esa gente se vuelve una plaga, se transforman en seres terribles, monstruosos. Entran al hospicio sin creer que tienen que estar ahí, pero a la larga terminan siendo más locos que los locos de verdad”, dijo Mario en una larga entrevista que le hiciéramos para Puntos y Comas.

“No hablamos porque el enfermo es el otro, el asesino es el otro, los malos son el otro. Me encantaría encontrar a un malo para que he me hable, porque siempre que me vienen a contar mis amigos algo con lo que le hicieron daño, falta el que lo hizo, para poder preguntarle ¿por qué le hiciste eso a tal persona? En México convivimos en forma cabrona con los enfermos, con los esquizofrénicos…voy a la Cineteca, que cada vez está más fabulosa, vivir ahí es como una especie de mundo paralelo, me digo que no puede ser que eso exista en un país de corrupción, de muerte, de violencia. ¿Dónde conversan ese lugar privilegiado, con las películas de primer orden, con la violencia y la cotidianeidad de todos los días? En un plano más grande, pasa lo mismo en el mundo. Los muertos no existen”, dice.

Los sueños de la serpiente, de Alberto Ruy Sánchez. Foto: Especial

“Una especie de canto poseído me retumbaba en la cabeza, insistente y escalofriante como el viento de invierno entre los árboles”, escribe el autor de Los sueños de la serpiente (Alfaguara), mediante la cual intenta borrar los clichés en torno a la Revolución Rusa y a echar por tierra eso de que la novia de Ramón Mercader, Sylvia Ageloff, era fea.

“Todas las novelas y libros que leí dicen que era fea, incluido El hombre que amaba a los perros, de Leonardo Padura. Una de los mejores que leí es el libro de José Ramón Garmabella, El grito de Trotsky, quien llega al exceso de decir que el verdadero castigo del asesino de Trotsky no fue haber sido condenado sino haber vivido con esta mujer, que era chaparrita, tenía voz tipluda y mal aliento. Me parecía no sólo un juicio sexista, sino un juicio capital, cultural”, dice el autor.

“Hablo también de la madre, que era todo un personaje. Es un tema trágico, que no es banal, tiene una raíz profundamente humana”, agrega.

Mónica Maristain
Es editora, periodista y escritora. Nació en Argentina y desde el 2000 reside en México. Ha escrito para distintos medios nacionales e internacionales, entre ellos la revista Playboy, de la que fue editora en jefe para Latinoamérica. Actualmente es editora de Cultura y Espectáculos en SinEmbargo.mx. Tiene 12 libros publicados.
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