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El Congreso es de Trump. Puede empezar deportaciones si quiere. O el muro. O renunciar al TLCAN

09/11/2016 - 9:55 am

El Presidente electo de Estados Unidos no tendrá la dificultad que tienen muchos mandatarios: que el Congreso no opera junto con él. Trump se ha ganado la “enchilada completa” aunque tuviera que mentir, o ser un descarado.

Por Calvin Woodward y Nancy Benac

Fanáticos de Trump. Foto: AP
Fanáticos de Trump. Foto: AP

Washington, 9 de noviembre (AP).– Todo empieza con el muro.

La promesa de Donald Trump de erigir un muro en la frontera con México, obligar al vecino al sur a pagar por él y tratar la inmigración no autorizada con puño de hierro es su principal promesa, la que ha resonado hasta el techo en innumerables ocasiones. Pero la deuda con sus partidarios —y con el país— va mucho más allá.

Aunque buena parte de su programa será difícil de ejecutar, no tendrá la excusa de muchos presidentes que han incumplido sus promesas: la de un Congreso controlado por la oposición. Trump asume con un gobierno unificado, ya que los republicanos controlan las dos cámaras.

Un vistazo a algunos de sus pagarés:

INMIGRACION

Una paradoja de la campaña es la falta de claridad sobre las intenciones de Trump respecto de un asunto que lo definió desde el punto de partida. Promete detener el ingreso de refugiados sirios a Estados Unidos y de alguna manera ayudarles en el extranjero. Jura deportar a las personas condenadas por crímenes graves y que se encuentran sin autorización en Estados Unidos. Y está ese muro, que los mexicanos insisten que no pagarán. Pero la suerte de millones de personas sin autorización en el país es una zona gris: promete no deportarlas, pero no dice que les otorgará un estatus legal. Prohibiría la inmigración de personas de regiones propensas al extremismo, pero no está claro cómo las define.

POLITICA EXTERIOR

“Estados Unidos ante todo” significa para Trump que no aprobará alianzas ni coaliciones a menos que produzcan un beneficio neto al país. Habla de un enfoque menos intervencionista en las crisis extranjeras, aunque ha jurado aplastar el grupo Estado Islámico. Pero también promete gastar mucho más en unas fuerzas armadas que considera carenciadas.

COMERCIO

Trump promete renegociar o denunciar el Tratado Norteamericano de Libre Comercio con México y Canadá. Asimismo promete oponerse al Tratado Transpacífico y aplicar tarifas punitivas a los países que considera se benefician injustamente con el comercio. De cumplir esta promesa, China enfrenta fuertes penalidades, lo que redundará en precios más altos para el consumidor estadounidense.

INFANCIA

Promete seis semanas de licencia por maternidad y que el gobierno pagará salarios equivalentes a los subsidios por desempleo. Su plan incluye deducciones impositivas por gastos para atención de los niños y otros beneficios o créditos impositivos para familias de bajos ingresos.

EDUCACION

Trump promete gastar 20.000 millones de dólares durante su primer año para ayudar a los estados a ampliar los programas escolares Quiere que los estados asignen 110.000 millones de sus propios fondos para la educación para ayudar a los padres que quieren enviar a sus hijos a otras escuelas.

A los estudiantes les debe un impulso grande y caro. Dice que limitará los pagos por préstamos estudiantiles al 12,5% de los ingresos del prestatario y condonación si efectúan pagos durante 15 años.

ENERGIA

Trump promete reducir las regulaciones como parte de su plan para “desatar la energía estadounidense”. Esto significa autorizar la producción sin trabas de petróleo, carbón limpio, gas natural y otras fuentes con el fin de lograr la independencia energética y crear empleos. Ha prometido a los mineros del carbón revitalizar su fuente de ingresos, aunque la decadencia del sector se debe en gran medida al auge del gas natural, que él también apoya. Promete rescindir el Plan de Energía Limpia, un componente crucial de la estrategia del presidente Barack Obama para combatir el cambio climático.

SALUD

Ha prometido derogar la ley de atención de salud de Obama y reemplazarla por algo más accesible. El Congreso de mayoría republicana lo presionará para que lo haga. Resta por verse hasta qué punto podrán los legisladores y el presidente deshacer una ley que ha echado raíces, y los demócratas no dejarán de hacer oír su voz.

INFRAESTRUCTURA

Trump prometió duplicar la propuesta de su rival Hillary Clinton de gasto en infraestructura. Si se le toma la palabra, eso significa la friolera de 500.000 millones de dólares en cinco años.

IRAN

Trump promete renegociar o denunciar el acuerdo multilateral que levantó parcialmente las sanciones sobre Irán a cambio de controles sobre su programa nuclear.

SALARIO MINIMO

Ha dicho que apoya el de 10 dólares la hora, aunque la decisión “en realidad corresponde” a los estados. Actualmente es de 7,25 dólares.

SEGURO SOCIAL

Trump ha prometido no recortar el seguro social.

CORTE SUPREMA

Trump prometió postular jueces dispuestos a derogar el derecho constitucional del aborto y que apoyan el derecho de portar armas bajo la Segunda Enmienda.

IMPUESTOS

Debe a los estadounidenses grandes reducciones impositivas. Dice que rebajará los actuales siete niveles, con un máximo de 39,6%, a tres niveles con una tasa máxima de 33%, reducirá el impuesto sobre los ingresos empresariales y eliminar el impuesto sobre la herencia. Aunque los analistas dicen que el plan beneficiará de forma desproporcionada a los más ricos, promete una fuerte reducción a la población de ingresos medios.

Donald Trump, anoche, al ganar la elección. Foto: AP
Donald Trump, anoche, al ganar la elección. Foto: AP

EL DESCARADO

Al acercase al final de su largo e improbable camino a la victoria en la carrera a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, el candidato del tumulto y la fanfarronería, se mostró nostálgico sobre cómo llegó hasta ahí.

“Tuve unos grandes padres, grandes padres”, dijo Trump a la multitud que asistió a un acto de campaña en Orlando, Florida. “Simplemente sentí esta agradable brisa, así que nos están ayudando”.

El candidato que durante más de un año había mostrado sin disculparse que decía cualquier cosa que le pasaba por la cabeza, sintió que era momento de controlarse.

“Mantente en tu puesto, Donald, mantente en tu puesto”, se autoreprendió solo días antes de las elecciones. “Sin desvíos, Donald. Agradable y fácil”.

Fue un raro ejemplo del dialogo interno en un hombre cuya vida entera ha sido una larga batalla para mostrarse más grande, fuerte, rico, inteligente y estridente que los demás.

La ilimitada confianza de Trump — y su obsesión con ganar — han sido una constante a lo largo de su vida, evidente tanto en las grandes como en las pequeñas cosas.

Nacido en el seno de una familia acomodada de empresarios inmobiliarios de Queens, Donald era el más impetuoso de los cinco hermanos, un luchador desde el principio.

“Tenemos que calmarlo”, decía su padre, según recuerda Trump. “Hijo, asume los altibajos”.

Para bien o para mal, este es un consejo de Trump raramente siguió.

La escuela militar ayudó a canalizar su energía, pero la vena rebelde de Trump se mantuvo.

Trump siguió a su padre en el negocio de los bienes raíces pero se ahogó en los confines de los dominios de Fred Trump en los barrios de Nueva York.

Cruzó el East River hacia Manhattan y nunca miró atrás.

“Ha ido mucho más allá que yo”, manifestó un maravillado Fred. Su hijo había triunfado antes de los 40.

Con tanto éxito a una edad tan temprana, Trump nunca tuvo que suavizar esos altibajos sobre los que le advirtió su padre.

“Estaba en la cima de su propia pirámide”, dice Stanley Renshon, politólogo de la City University of New York que está escribiendo un libro sobre Trump. “Nadie iba a decir, ‘Donald, baja el tono”’.

Trump admitió lo mismo en un video de 2005 de “Access Hollywood” donde se le oía hablar sobre hacer avances predatorios sobre las mujeres y declaró: “Cuando eres una estrella, te dejan hacerlo. Puedes hacer cualquier cosa”.

Trump hace hincapié en su educación en centros de la Ivy League, aunque revela sus formas de joven, calificando a sus adversarios como “estúpido”, “tonto”, “malo” y “triste”.

“Tengo las mejores palabras”, declaró en un acto de campaña en diciembre. “Pero no hay una palabra mejor que ‘estúpido’, ¿verdad?”.

En sus años de éxito y tras más de una década como estrella de la telerrealidad en el programa “The Apprentice”, lo acuerdos le seguían llegando y los precios (y, a menudo, las deudas) siguieron creciendo — como lo hizo su fama. Siempre la fama.

A Trump, que visitó Escocia en 2012 para luchar contra una propuesta gubernamental de instalar un parque eólico ante su nuevo campo de golf en la zona, se le pidió durante una investigación parlamentaria que proporcionase pruebas sobre su afirmación de que las “monstruosas turbinas” dañarían el turismo.

“Yo soy la prueba”, respondió Trump con seriedad, arrancando sonrisas entre los presentes. “Soy un experto en turismo de clase mundial”.

Pero sin embargo no es todo desfachatez.

Ivanka Trump habla de su “increíblemente empático” padre que intenta ayudar a extraños que aparecen en las noticias y cuyas historias de adversidad le llegan.

Un hombre de Mississippi recuerda como Trump descolgó el teléfono y llamó cuando su padre le escribió para pedirle un préstamo para construir un hotel en 1988. Trump no ofreció dinero al modesto empresario indio-estadounidense pero le dio una charla motivadora y algunos consejos.

“Trump inspiró a mi padre al máximo cuando le dijo que su historia como inmigrante era maravillosa”, manifestó Suresh Chawla en una carta de 2015 al The Clarksdale (Mississippi) Press Register.

Para los que protestan en sus mítines, el propio Trump es el agitador de nuestro tiempo. Nadie es inmune. Ni el senador y héroe de guerra John McCain, ni los discapacitados, ni los mexicanos o musulmanes, ni las personas que conforman la mayoría del país (y del electorado): las mujeres.

Sus golpeados rivales aprendieron de la experiencia que criticar a Trump activa una opción nuclear en respuesta. Trump le llama divertirse un poco.

Aubrey Immelman, politóloga de la Saint John’s University de Minnesota que ha desarrollado un índice de personalidad para evaluar a los candidatos presidenciales, sitúa el nivel de narcisismo de Trump en el rango “de explotador”, superando a cualquier otro aspirante a la presidencia en las dos últimas décadas.

“Su personalidad es su mejor amiga, pero también es su peor enemigo”, asegura Immelman.

Sin embargo, el charlatán de Queens tiene un lado vulnerable. Y lo reveló durante la revisión de una película con el cineasta Errol Morris en 2002.

Conversando sobre “Citizen Kane”, su película favorita, Trump habló con una inusual introspección sobre la acumulación de riqueza.

“En Kane aprendes que quizás la riqueza no lo es todo, porque él tenía riqueza, pero no tenía felicidad”, dijo Trump, que en su día quiso ser director de cine.

“En la vida real, creo que la riqueza te aísla de facto del resto de la gente”, agregó. “Es un mecanismo de protección — tienes que elevar la guardia mucho más que si no fueras rico”.

En una entrevista con la revista Playboy en 1990, Trump dijo que la pérdida de su hermano mayor Fred Jr., alcohólico que murió a los 42 años, “afectó a todo”.

“Era el primero de los chicos Trump e inconscientemente observé sus movimientos”, dijo Trump. “Vi a gente aprovechándose realmente de Fred, y la lección que aprendí fue mantener siempre mi guardia al 100%”. Dice ser un “tipo muy desconfiado”.

El hombre que se ha casado en tres ocasiones vive a lo grande y ofrece la opulencia de sus proyectos inmobiliarios como metáfora de lo que puede hacer por Estados Unidos. Pero si cree lo que él y su familia dicen, tiene gustos relativamente simples.

Nunca ha tomado un trago, fumado ni consumido frogas, afirma. Se autoproclama “maniático de los gérmenes” que en realidad prefería no estrechar manos.

Dele spaghetti y albóndigas antes que paté cualquier día, sostiene su hermana. O incluso pastel de carne, su plato favorito cuando está en su resort Mar-a-Lago de Palm Beach, Florida.

Al final, Trump se presentó ante los votantes y se ofreció como una solución sin artificios a los problemas que afligen a una nación que pinta en tonos oscuros, con preocupación, burlándose de los trucos y del respaldo de celebridades a su oponente.

“Aquí estoy yo solo”, dijo a una multitud en Pennsylvania. “Solo yo. Sin guitarra, sin piano, sin nada”.

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