Donald Trump hizo la hazaña. Uno a uno fue triturando los pronósticos que le deparaban la derrota. Se lanzó a la contienda presidencial enfrentado incluso a figuras notables del partido que lo nominó, el Republicano. Y ganó, les ganó. A lo largo de la campaña, sin embargo, su discurso embebido en odio, racismo y xenofobia le abrió frentes que como Presidente tendrá, sí o sí, que enfrentar. Estos son algunos de los más evidentes.
Ciudad de México, 9 de noviembre (SinEmbargo).- Casi sería más fácil contestar a quién no agredió o amenazó Donald Trump durante su campaña, que dar cuenta de la lista de agravios con que sembró su camino a la contienda presidencial.
Al momento de escribir estas líneas los números de la votación se anticipaban favorables para el aspirante republicano. En su futuro, sin embargo, tendrá que lidiar con varios frentes que se fue abriendo con el discurso agresivo y beligerante que volvió su impronta.
Donald Trump no dejó títere con cabeza. Ofendió a los mexicanos y a México, a inmigrantes, musulmanes, chinos, afroamericanos, a hombres de negocios con fortunas mucho más grandes que la suya, a la clase política toda, a Barack Obama en especial, a prácticamente toda la prensa norteamericana y, por si no fuera suficiente, a las mujeres…
Estos son algunos de los frentes que podrían presentarle retos al magnate inmobiliario en materia de negocios o en sus aspiraciones políticas si después de este martes conserva alguna.
TUNDIÓ A MÉXICO Y A LOS MEXICANOS
Nunca antes nuestro país y nuestros paisanos en EU había sido uno de los temas centrales de la elección presidencial en EU. Esta vez lo fueron pero por las peores razones. Desde el día en que Trump anunció oficialmente su candidatura, el 16 de junio de 2015, desenvainó en nuestra contra una espada que ya nunca guardó.
“Cuando México envía [a Estados Unidos] a su gente, no envía a los mejores… envían a gente que tiene muchos problemas, y están trayendo esos problemas a nosotros. Están trayendo drogas, están trayendo crimen, son violadores, y algunos, asumo, son buenas personas”.
Tantas fueron las diatribas contra nuestra gente, y tantas veces repitió su promesa de construir un muro en la frontera, que la visita de Donald Trump a México el 31 de agosto pasado, por invitación del Presidente Enrique Peña Nieto, puede pasar a la posteridad como el peor agravio para los mexicanos, de aquí y de allá, cometido por Trump y por el propio Peña Nieto.
El New York Times tituló así su nota sobre el encuentro: “Tras un año de burlarse de México, Donald Trump visita hoy el país”. La visita del candidato republicano le costó el puesto a uno de los alfiles de Peña Nieto, el entonces Secretario de Haciendo Luis Videgaray, a quien se atribuyó la idea de la visita.
¿Podrá Trump volver a pisar tierra Azteca alguna vez? ¿Alguna vez le perdonará la vasta comunidad mexicana sus insultos en Estados Unidos? ¿Cómo será su relación como Presidente con Peña Nieto?
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DESACREDITÓ AL SISTEMA ELECTORAL DE EU
Después de 16 meses de campaña y hasta el día mismo de la jornada electoral, Trump no se cansó de decir que la elección estaba arreglada para evitar su victoria, poniendo en duda la credibilidad de uno de los sistemas electorales más complejos pero robustos del mundo.
The Wall Street Journal recuerda que, recientemente, las elecciones de 2000, 2004 y 2008 fueron el epílogo de campañas reñidas en las que de cualquier manera nadie se atrevió a poner en duda el resultado final.
Trump ha acusado a los medios, al Departamento de Justicia, al Buró Federal de Investigaciones [FBI] y a ‘un poder de estructura global’ de conspirar para amañar la elección en su contra. Incluso llegó a decir que había millones de personas que estaban registradas para votar indebidamente.
El Journal recuerda que en 2004 John Kerry reconoció su derrota frente a George W. Bush, pese a que muchos activistas y miembros del Partido Demócrata señalaron problemas en el conteo en Ohio.
Cuatro años antes, el demócrata Al Gore aceptó la decisión de la Suprema Corte de detener un recuento en el estado de Florida, concediendo la elección de 2000 a George W. Bush, poniéndole así fin a un prolongado drama postelectoral.
¿Ahora que las urnas favorecieron a Trump, seguirá criticando al sistema electoral y diciendo que la elección estaba cargada en su contra? ¿Cómo podría ahora darle credibilidad a un sistema electoral al que critico incluso el mismo día de la elección? ¿Se puede confiar en un Presidente que reconoce la institucionalidad sólo cuando es en si favor?
DESPUÉS DE MÉXICO, CHINA FUE EL BLANCO PREDILECTO
Estados Unidos y China son las dos mayores economías del planeta. Juntas, sus economías equivalen más o menos a un tercio de la economía del planeta y como los socios comerciales más activos del mundo, intercambiaron bienes por 550 mil millones de dólares tan sólo en 2015.
Y es justamente a los productos chinos a los que Trump amenazó una y otra vez con poner un arancel especial de 45 por ciento. Sí, leyó bien. Trump prometió que, de llegar a la presidencia, establecería un gravamen especial de 45 por ciento, casi la mitad del valor del producto, a todos los artículos chinos que ingresaran a suelo estadounidense.
De concretarse, la amenaza de Trump podría significar un duro golpe a la relación comercial y de inversión entre las dos potencias. China probablemente tendría que encontrar un nuevo destino para sus inversiones que, el año pasado, alcanzaron los 77 mil 470 millones de dólares sólo en Estados Unidos.
En un artículo aparecido en el sitio de la CNBC, Sahely Roy Choudhury aseguró recién que un triunfo de Trump podría generar una tensión inusual en las relaciones entre los dos países, por el comercio, el tema más sensible para la potencia asiática.
Trump, además, ha culpado a México y a la India, pero especialmente a China, de robar los trabajos de los estadounidenses al atraer a las empresas norteamericanas a su territorio gracias a los salarios de miseria que permite se le pague a su propia gente.
“Estados Unidos ha perdido 70 mil fábricas desde que China entró en la Organización Mundial de Comercio… Nunca ha habido un país que haya perdido tantos empleos de una manera tan estúpida como nosotros”, dijo Trump apenas la semana pasada durante un evento de campaña en Florida.
El mismo proceder más o menos observó Trump con los países islámicos del mundo, llegando incluso a sugerir prohibir la entrada de musulmanes a Estados Unidos.
¿Cómo podría ser buena la relación de Trump con el gobierno comunista de Pekín después de tanta afrenta?
EL EMBATE CONTRA OBAMA Y LA CLASE POLÍTICA
Prácticamente todo la clase política de Estados Unidos fue fustigada por Trump durante la campaña. Es casi imposible tener un recuento exacto de los blancos de sus ataques en Washington.
Pero quizás con nadie fue más virulento que contra Barack Obama.
Durante años, Trump hizo correr la versión de que el Presidente no había nacido en Estados Unidos, versión que normalmente iba acompañada de otra que le atribuía su pertenencia al Islam.
Una y otra vez Trump responsabilizó a Obama de los peores desastres económicos y políticos del país.
La mejor respuesta contra sus ataques no vino, sin embargo, del mandatario, sino de una mujer que, para muchos, podría representar el futuro político de la nación: Michelle Obama.
Durante la convención Demócrata en la que Clinton fue nominada, la Primera Dama relató cómo ella y su esposo le pedían a sus hijas ignorar el mensaje de odio de Trump:
“Las instamos a ignorar a aquellos que cuestionaban la ciudadanía o la fe de su padre. Insistimos en que este odioso lenguaje que oían de figuras públicas en la televisión no representaba el verdadero espíritu de este país. Les explicamos que cuando alguien es cruel o actúa como un matón uno no debe bajarse a su nivel. No, nuestra máxima es: cuando ellos bajan, nosotros vamos más arriba.
“Con cada palabra que pronunciamos, con cada acción que tomamos, sabemos que nuestros hijos nos están observando. Nosotros, como padres, somos los modelos más importantes. Y permítanme decirles, Barack y yo tomamos ese mismo enfoque para nuestros trabajos como Presidente y Primera Dama, porque sabemos que nuestras palabras y acciones son importantes. No sólo para nuestras chicas, sino para los niños de todo el país. Los niños que nos dicen, ‘Te vi en la televisión. Escribí un informe sobre ti para la escuela.
En la lista de agravios que profirió Trump durante las campañas están los otros aspirantes republicanos a quienes dejó en el camino de la nominación, especialmente Jeb Bush, miembro de una de las dinastías políticas más importantes del país; y John McCain, el ex candidato presidencial que obtuvo los mayores honores por su servicio en la Guerra de Vietnam [merecimiento que Trump puso en duda].
INSULTÓ A LA ELITE ECONÓMICA
Trump quizás también complique el ambiente propicio para los negocios en su paìs, especialmente por los desafortunados comentarios que hizo contra los millonarios en Estados Unidos.
Warren Buffett y Michael Bloomberg, dos personajes que tienen fortunas más grandes que las de Trump y ascendencia en la comunidad empresarial, fueron particularmente atacados por el candidato republicano.
Ya en 1991 Buffett había dicho que Trump era un tipo que pensaba mucho en pedir dinero prestado pero no en pagarlo. Recientemente afirmó que un mono lanzando un dardo a las opciones en una bolsa de valores habría tomado mejores decisiones que Trump.
Justo después se que se revelara que el aspirante republicano había maniobrado para dejar de pagar impuestos federales durante casi 20 años, Trump acusó a Buffet de hacer lo mismo.
Poco después, Buffet, la tercer fortuna más grande de Estados Unidos según la revista Forbes, comprobó que tan sólo en 2015 habría pagado impuestos y hecho donaciones por el equivalente al 75 por ciento de la fortuna que se le atribuye a Trump, alrededor de 3 mil 900 millones de dólares.
Bloomberg, ex alcalde de Nueva York, consideró competir por la presidencia si concluía que Hillary podría estar en peligro de perder. Bloomberg dijo en la Convención Demócrata que Trump era para los republicanos una opción “arriesgada, imprudente y radical”. Ambos personajes, con gran influencia en la comunidad de negocios de Estados Unidos podrían cobrarle a Trump las facturas, igual que otros hombres de negocios que se hayan sentido aludidos por sus ataques.
LA PRENSA, ENEMIGO #1
El 25 de agosto de 2015, Donald Trump sacó de una conferencia de prensa al periodista Jorge Ramos, luego de que el mexicano lo cuestionó sobre el tema migratorio. Trump ignoró a Ramos, y el periodista insistió: “señor, yo tengo una pregunta”, pero Trump le pidió que se sentara: “siéntate, a ti no te dieron la palabra, siéntate, siéntate”, le dijo e incluso agregó: “Regrésate a Univision”.
El comunicador encaró a Trump y le dijo que él no podía deportar a 11 millones de personas ni podía construir un muro. Después, Ramos fue sacado del evento por un guardia de seguridad. La conferencia continuó y otro periodista le preguntó al magnate cómo le había parecido la manera en que trataron a un comunicador que lo cuestionó.
“No sé, no conozco mucho sobre él, no creo que lo conozca, él comenzó a gritar, yo no lo saqué, tienes que hablar con el personal de seguridad que lo sacó, pero definitivamente yo no lo escogí para que me preguntara […] alguien lo sacó, no sé ni dónde esté, no me enojaría si regresa”, respondió Trump. Minutos después Ramos volvió a la conferencia y finalmente pudo hacer su pregunta sobre la inmigración.
Pero si duda el pasaje más vergonzoso de Trump en su relación con la prensa ocurrió cuando, en noviembre del año pasado, durante un acto de campaña se burló del reportero Serge Kovaleski, quien tiene una incapacidad física. La imagen de Trump parodiando al reportero indignó a la amplia mayoría de los representantes de los medios.
Ése es sólo uno de los muchos altercados que Trump protagonizó con los medios de comunicación. En junio de 2015 la cadena Univisión canceló su relación comercial con la organización del certamen Miss Universo -que hasta ese momento pertenecía a Donald Trump- luego de los comentarios racistas que el aspirante había hecho en contra de los mexicanos. Finalmente, en febrero pasado, ambas partes llegaron a un acuerdo para poner fin al litigio.
En la larga lista de periodistas y medios contra los que Trump arremetió, también está la presentadora estrella de la cadena Fox News, Megyn Kelly, a quien el multimillonario llamó “sobrevalorada”, pidió que boicotearan su programa y por quien se negó a asistir a un debate en enero pasado organizado por esa cadena, señalada por su cercanía con el Partido Republicano.
Incluso, el 13 de junio pasado, Trump anunció que prohibiría la entrada a sus actos de campaña a los periodistas del “falso y deshonesto” Washington Post, luego de que el medio informara de sus comentarios sobe el Presidente Obama y la matanza en el bar de Orlando, Florida: “Donald Trump sugiere que el Presidente Obama estuvo envuelto en el tiroteo de Orlando”, escribió el diario.
Luego el 13 de agosto pasado, en un evento en Connecticut, Trump arremetió e insultó a diversos medios de comunicación: “La CNN es repugnante”, “ese periódico [The New York Times] se va al infierno. Tienen un par de reporteros que son muy malos… Quiero decir que no tienen talento dijo el candidato y también sugirió que consideraba la posibilidad de vetar a los reporteros de ese diario en sus eventos. Del New York Times incluso previó: “Va a quebrar muy pronto. Es lógico porque sólo publican basura”.