Esta historia involucra amor y una traición en las casonas durante la Colonia; en las calles de Veracruz aún se cuenta esta leyenda.
Ciudad de México, 9 de octubre (SinEmbargo).- Las leyendas son parte importante de la riqueza cultural mexicana y Veracruz cuenta con varias que han sobrevivido al paso del tiempo, tal es el caso de El Callejón del Diamante, una historia que se cuenta en Xalapa. Las leyendas suelen tener elementos que cambian de acuerdo al lugar en el que se cuenten o incluso la persona que cuente el relato; aquí compartimos une versión de la leyenda.
Se dice que en una de las casonas de Xalapa vivía una joven criolla muy hermosa, su cabellera era negra y sus mejillas estaban sonrojadas; ella estaba casada con un español rico y distinguido que la procuraba mucho. Cuando aún eran novios, él le regalo a la joven un anillo como símbolo de su amor y su compromiso, esta joya tenía un diamante negro mágico que intensificaba el amor del hombre y revelaba las infidelidades de la joven criolla. Cuando él se lo entregó, la mujer juró que no se lo quitaría jamás.
El español tenía un socio que además era su amigo cercano, tanto que lo quería como parte de su familia por lo que visitaba frecuentemente su casa, sin embargo, entre este socio y la mujer de gran belleza empezó a nacer la atracción y un día en el que el marido había salido de viaje, la mujer visitó la casa del socio y amigo de su esposo, ahí se quitó el anillo que juró nunca quitarse y lo colocó cerca de la cama.
Cuando el hombre regresó de su viaje sintió una fuerza extraña que lo llevaba a la casa de su socio a quien encontró durmiendo, el marido entró hasta el cuarto ya que contaban con gran confianza para acceder hasta esos lugares, tristemente ahí encontró la sortija con el diamante negro, el hombre mantuvo la calma y disimuló, de manera discreta tomó el anillo y salió con rumbo a su casa.
Al llegar a casa llamó a su esposa y notó que ella no llevaba el anillo puesto, como era de esperarse, así confirmó sus sospechas y enloqueció de ira y despecho, tomó una daga con la empuñadura de oro y rubíes y la clavó en el pecho de su esposa y arrojó la sortija en el cadáver.
Se cuenta que la gente del lugar hablaba del “cadáver del diamante”, algo que con el tiempo cambió hasta llegar a ser El Callejón del Diamante.