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Sin Fronteras

09/10/2020 - 12:01 am

Bienestar en la migración

Para nosotros es reconfortante escuchar a las personas decir: “Voy a salir adelante”, “quiero tener mi propio espacio”, “quiero ayudar a otras personas”, “quiero ser independiente

Y desde todos esos discursos, contextos y vulnerabilidades es que la salud mental debe de ser vista como un derecho humano. Foto: Omar Martínez, Cuartoscuro.

Por Daniela Ladrón de Guevara Sánchez, psicóloga de Sin Fronteras 

Pareciera que en este contexto de pandemia la salud mental ha cobrado más relevancia, al estar forzados a pasar por una situación que nos vulnera y afecta a las personas que queremos, es entonces que comenzamos a experimentar angustia, tristeza, miedo, enojo, nos podemos sentir agotados y esto comienza a afectar directamente otros aspectos de la vida.

Para las personas migrantes, refugiadas, solicitantes de asilo, y que cuentan con protección complementaria la salud mental es vulnerada desde que, sin tener muchas opciones de elección, se ven forzadas a desplazarse de sus países de origen porque recibieron amenazas de pandillas, algún familiar fue asesinado o violentado, porque su país se encuentra en guerra, porque hay crisis humanitaria, algún desastre natural o simplemente porque su Estado deja de proveer aspectos como empleo, salud, educación, alimentación, seguridad, etcétera. 

Y estos síntomas sociales también inciden en los síntomas psicológicos y provocan malestar mental y como consecuencia físico. Desde la definición de salud mental entendemos que cuando hay malestar psicológico hay malestar en otros aspectos como en el social, laboral, familiar, y viceversa, es decir, los aspectos psicológicos no son aislados del contexto que nos rodea, y pueden depender de las condiciones en las que nos encontramos provocando en sí un malestar.

Entre las personas que atendemos en Sin Fronteras IAP hemos escuchado: “Me quitaron todo, hasta el sueño” de una mujer refiriéndose a sus secuestradores en la frontera norte de México. O un “me siento estancada, siento que no avanzo” de otra mujer en situación de calle, quien huyó de la violencia en su país, y no ha encontrado trabajo digno en México. O el “imagina dejar tu casa, tu familia, tu trabajo, tu carrera, y llegar a otro país a tener que trabajar de lo que sea” de una mujer que sale de su país por la crisis humanitaria. Imagina que la pandilla quiera reclutar a tu hijo de 10 años, y entonces huyes con él teniendo que dejar a tus otros hijos, como le pasó a una mujer de Honduras.

Y constantemente escuchas el “no puedo dormir”, “me siento triste”, “siento que me discriminan”, “me da miedo salir a la calle”, “no confío en nadie”, “no me da apetito”, “me duele la cabeza todo el tiempo”, “es difícil estar acá”, “ tengo pesadillas todas las noches”, “me discriminan por no tener papeles”, “estoy sola”, “ya no sé quién soy”.

Y desde todos esos discursos, contextos y vulnerabilidades es que la salud mental debe de ser vista como un derecho humano. Desde la prevención, creando e incidiendo en construir las condiciones necesarias para la integración a una nueva comunidad; o desde la intervención, que exista atención a la salud mental en cualquier lugar y sea una intervención digna, sensible y gratuita. Y no ver la salud mental como privilegio, pues todos los seres humanos tienen derecho a vivir una vida digna, con bienestar emocional, y poder bienestar en el lugar y país que sea.

Es por ello que en Sin Fronteras IAP brindamos servicio de atención psicológica para fortalecer procesos de integración buscando una atención integral ya que los procesos psicológicos no son aislados ni completamente individuales. Y se busca que las personas en contexto de movilidad encuentren esa autonomía, reconstruyan un plan de vida digno, trabajando también con sueños y búsqueda de los mismos. 

Para nosotros es reconfortante escuchar a las personas decir: “Voy a salir adelante”, “quiero tener mi propio espacio”, “quiero ayudar a otras personas”, “quiero ser independiente”, “sé que me reuniré con mi familia”, “quiero que mi país mejore”. Es ahí cuando nos damos cuenta que su bienestar emocional es el primer paso para que logren vivir una vida digna. 

@Sinfronteras_1

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