Rosario Ibarra de la Garza ha buscado por 44 años a su hijo Jesús Piedra Ibarra, estudiante de medicina desaparecido después de ser detenido por policías estatales en Monterrey, Nuevo León, el 18 de abril de 1975. Al joven, de entonces 21 años, lo habían acusado de pertenecer a un grupo armado comunista.
Ciudad de México, 9 de octubre (SinEmbargo).- “Mi madre ha hecho el milagro de pelear sin odio […] Nosotros no pedimos venganza, nuestro discurso nunca es de venganza […] queremos justicia primero, porque sin verdad y justicia, los reconocimientos salen sobrando”, expresó Rosario de la Piedra, hija de la reconocida activista Rosario Ibarra de Piedra.
María del Rosario Ibarra, de 92 años de edad, recibirá la Medalla Belisario Domínguez el próximo el 23 de octubre en la vieja casona de Xicoténcatl, ceremonia a la que asistirá el Presidente Andrés Manuel López Obrador.
A propósito del galardón, hoy, su hija mayor, Rosario de la Piedra, elevó nuevamente la exigencia de verdad y justicia para los perseguidos políticos, víctimas de desaparición forzada durante los sexenios de Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez, y para todas las personas desaparecidas en el país.
“Nos da gusto reconocimiento, pero tenemos un sentimiento encontrado, porque lo que queremos es la justicia; llegar a la verdad. Saber de ellos [los desaparecidos] y devolverles todos los soles que les han robado”, platicó la también activista en una charla ofrecida en el Museo de la Memoria Indómita.
La defensora compartió el sentir de su madre, pues dijo que a “ella le hubiera gustado jamás haber recibido un reconocimiento, sino mejor ser una mujer desconocida, pero -a cambio- que su hijo estuviera a su lado y no desaparecido”.
El pasado 8 de octubre, se dio a conocer que Rosario Ibarra fue elegida de entre 450 candidatos y candidatas, entre los que se encontraban también la Senadora y diplomática Ifigenia Martínez y la periodista y escritora Elena Poniatowska. Justo el año anterior, Ibarra de la Piedra fue cuando fue galardonada con la Medalla al Mérito Cívico “Eduardo Neri, Legisladores de 1913”, que entrega la Cámara de Diputados. Su lucha social a favor de los derechos humanos y en contra de la tortura y desaparición forzada, también la hizo merecedora de la Medalla al Mérito Cívico.
María del Rosario Ibarra de la Garza nació en Saltillo.Fue la única mujer de tres hermanos, hija de ingeniero agrónomo de origen vasco, y también fue esposa de un integrante del extinto Partido Comunista Mexicano. Tras su matrimonio ha usado como nombre Rosario Ibarra de Piedra.
Su vida dio un giró tras la desaparición forzada de su hijo, Jesús Piedra Ibarra, Monterrey, Nuevo León. El joven estudiante de medicina, de entonces 21 años de edad, fue detenido y desaparecido por policías estatales, luego de ser acusado de pertenecer a un grupo armado comunista.
Rosario de la Piedra narró que su familia siempre estuvo comprometida con la causa social, incluso antes de 1968.
“Éramos estudiantes que estamos muy comprometidos y muy inmersos en la problemática de este país […] Luego, el “68” nos sacude a todos, y después viene la represión de 1972”.
La hermana de Jesús de la Piedra comentó que al enterarse de su detención, la familia jamás se imaginó lo que vendría después.
Jesús fue capturado el 18 de abril de 1975, “y la noticia trascendió hasta el 30 de abril y nosotros ilusos, ilusos, porque creíamos que lo acababan de detener, inmediatamente nos movilizamos y tocamos todas las puertas de todo aquel lo que nos pudiera decir donde estaba mi hermano, pero no nos daban noticia”, recordó.
Y añadió: “un abogado dijo ‘no se preocupen, al rato lo van a presenta´, él tenia la plena confianza que así iba hacer. Pasó un día, pasa otro, los días se convirtieron en semanas en semanas, y las semanas en años”.
A partir de ese momento Rosario Ibarra comenzó la larga búsqueda que la convirtió en una incansable activista en favor de las personas desaparecidas, y la llevó a fundar, en 1977, el Comité Pro Defensa de Presos, Perseguidos, Desaparecidos y Exiliados Políticos, mejor conocido como Comité Eureka.
La organización se integró de madres y familiares de desaparecidos víctimas de la represión que encabezaron los presidentes Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez.
NO PODEMOS MATAR A NUESTROS DESAPARECIDOS NI CON EL PENSAMIENTO
La frase “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, fue acuñada justamente por el Comité Eureka, que Rosario Ibarra fundó.
Se trata de un grito esperanzador, explicó su hija, porque en palabras de Rosario Ibarra a los desaparecidos “no los podemos matar ni con el pensamiento, porque eso sería volverlos a traicionar” .
La desaparicion forzada, explicó, no era solo llevarse a la víctima, sino era desaparecer todo rastro indicio de esa persona o el activista.
De la Piedra recordó que cuando buscaban a sus familiares, el Gobierno les decía que ya estaban muertos, que los habían aventado de una avioneta al mar, o estaban enterrados.
“Eso lo aprendimos conforme a la lucha, esa era la intensión, borrar la memoria de estas personas, y entonces, el Comité Eureka hizo lo contrario, o sea, traerlos a la luz”.
Por ese motivo, agregó la defensora, no aceptan que sus desaparecidos estén muertos porque eso significaría facilitarle al estado poder deslindarse de su responsabilidad de buscarlos.
“La desaparición forzada no prescribe es un delito de lesa humanidad, hasta que la víctima aparece viva o muerta”, comentó.
La labor social de María del Rosario Ibarra fue encaminada hasta la política: fue dos veces candidata a la Presidencia de República, en 1982 y 1988, por el extinto Partido Revolucionario de los Trabajadores, lo que la convirtió en la primera mujer aspirante a ocupar ese cargo.
Aunque su hija aclaró y aseguró que Rosario jamás militó para un partido político.
“Ante el triunfo del ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, en 1988, participó activamente en la protesta por el fraude electoral de ese año, calificado así por la oposición”, dice su biografía.
La activista de izquierda ocupó una curul en el Senado de la República en el año 2006, desde donde se unió a la lucha para exigir el esclarecimiento de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez y de las matanzas de indígenas en Chiapas y Guerrero, durante el sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León.
En cuatro ocasiones ha nsido candidata al Premio Nobel de la Paz: 1986, 1987, 1989 y 2006.