Cientos de pacientes con COVID-19 fueron tratados con plasma convaleciente con anticuerpos derivado de la sangre de personas que se recuperaron de la enfermedad, pero nadie sabe a ciencia cierta si funciona.
Ciudad de México, 9 de agosto (RT).– Estudios sobre la eficacia de la transfusión del plasma convaleciente en el tratamiento de los pacientes que padecen el nuevo coronavirus quedaron en un segundo plano en EU, porque la prioridad se otorgó a otras investigaciones, como las de los efectos de la hidroxicloroquina o remdesivir, reporta NBC News, y si bien en el caso del último medicamento determinaron ciertos beneficios para los contagiados, los ensayos clínicos con hidroxicloroquina finalmente fracasaron.
El profesor asociado de medicina del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt (EU), Todd Rice, que participó en distintos ensayos clínicos, comentó al medio que tenían un ensayo aleatorio sobre el plasma convaleciente con el control con placebo, pero toda la atención se desvió a otros estudios.
El plasma convaleciente contiene anticuerpos y se deriva de la sangre de personas que se recuperaron tras contraer la enfermedad. Algunos científicos creen que su transfusión a los pacientes con COVID-19 podría impulsar la respuesta inmune y acelerar la recuperación, y si bien los estudios que se efectuaron durante la pandemia mostraron que es un proceso seguro, ninguno ha demostrado su eficacia respecto al coronavirus.
Muchos de los pacientes que recibieron este tratamiento, paralelamente ingerían otros medicamentos, lo que imposibilitó determinar qué terapia en concreto —si es que fue el mérito de alguna de las terapias y no del propio organismo— les ayudó a recuperarse. El director de los Institutos Nacionales de Salud, Francis Collins, calificó el martes la situación en torno a la falta de estudios sobre la eficacia del plasma convaleciente como “desafortunada”: “Estamos en agosto y no tenemos una respuesta precisa”.
TERAPIA PASIVA CON ANTICUERPOS
El uso del suero de convaleciente, plasma con anticuerpos, también conocido como terapia pasiva con anticuerpos, fue desarrollado en los años 80 del siglo XIX, y en 1901 le supuso el Premio Nobel al investigador alemán Emil von Behring por sus éxitos en el tratamiento de la difteria y el tétanos.
El método se aplicó exitosamente el siglo pasado para prevenir y tratar enfermedades como el sarampión, la hepatitis y la gripe española de 1918, entre otras.
Últimamente, el suero de convaleciente se ha utilizado para combatir los brotes del SARS, MERS, la gripe H1N1 y la epidemia del ébola en 2013, entre otras enfermedades infecciosas. Las infusiones de la sangre cargada de anticuerpos mostraron eficacia y en muchos casos ayudaron a sobrevivir a pacientes en estado grave.