Mujeres del México profundo reúne retratos de mujeres de diferentes regiones de México, a través de la mirada del fotógrafo Rafael Doníz.
Por Lucía Cornejo
Ciudad de México, 9 de julio (SinEmbargo).- ¿Qué profundidades es posible sugerir mediante el ejercicio fotográfico? “Al detenerse en lo más tangible –acaso lo único dable a la cámara—, al recrearse en las telas, los cabellos y la tez, el fotógrafo intuye una vía de acceso hacia aquello que está más allá de la superficie. Para él, entonces, el llamado México profundo está a flor de piel […]” (página 15), apunta la historiadora y ensayista Claudia Canales en su texto “El cántaro al río”, que supone un primer umbral de este libro: Mujeres del México profundo. Editado por Artes de México y publicado este mismo año de 2023, el libro reúne retratos de mujeres de diferentes regiones de México, a través de la mirada del fotógrafo Rafael Doníz (Ciudad de México, 1948).
Y como lectores nos detenemos en la belleza de sus fotografías, en la variedad de texturas y miradas que las mujeres nos devuelven desde sus retratos. Quien observa asimismo puede percibir esa carga emotiva, los rostros como fuerza de gravedad que da vida a las imágenes. La sugerencia de historias, cotidianas e íntimas, así como la variedad de texturas, van articulando ese chispazo, el relámpago que pone de manifiesto los abismos que lo circundan.
“Distintas fuerzas atraen a su órbita a estas imágenes: la antropológica, la artística, la documental… […] Como discípulo de Manuel Álvarez Bravo, apegado a Mariana Yampolsky, próximo a Francisco Toledo […] Rafael oscila entre el propósito testimonial y la voluntad estética […] Su mirada apunta al detalle precioso, la actitud franca y el gesto seductor por encima de la crueldad de la pobreza y la violencia latente” (página 16) precisa Canales. Porque más allá del compendio, se busca la particularidad del gesto, de la tez y la circunstancia. Las mujeres protagonistas de esta labor fotográfica a blanco y negro, son la atmósfera y son el trabajo que impone su ritmo. Retratos plagados de escenas donde se desgrana el maíz, se sostiene el cesto, la jícara se llena y las velas se colocan en la ofrenda. “Sudar la gota gorda” (página 18), Canales recuerda esta frase popular para afirmar que, a pesar de la amplitud geográfica y la diversidad de lenguas y culturas, son la resistencia y el trajín del trabajo de la tierra lo que unifica.
Asimismo, el tiempo de la foto; uno suspendido que Doníz nos presenta en escala de grises: un universo que se mantiene. Desde la región Huasteca en los años setenta a la región del río mayo al sur de Sonora y sus mujeres Yoremes en 2022, el libro reúne más de cincuenta años de fotografía. A su vez, nos propone un ir y venir donde poco importa una cronología lineal. Se trata de un tiempo que se hace patente en este tamiz cargado de melancolía, pero que también se pone de manifiesto en el texto de Claudia Canales.
Es así que no se me ocurre un mejor tono para abrir este universo: a caballo entre el prólogo, la reseña y el homenaje, la fuerza lírica del texto introductorio de la autora distingue con precisión sensible la voluntad de Rafael Doníz por retratar estas atmósferas y vidas; así como el cántaro vuelve al río, con la cuidadosa atención de la repetición y la cercanía. Misma repetición en los ciclos del bordado, que Canales se confiesa incapaz de aprender en su misterio. Porque el material del tejido no se repite, aunque el proceso lo lleven las mujeres en el cuerpo, en el saber de un nudo y una práctica ancestral. No hay así, dos retratos iguales en Mujeres del México profundo, aunque la realidad y narrativa de resistencia se dejen entrever y afiancen sus propios claroscuros.