Este libro compila de manera facsimilar cuatro libros de don Alfonso con su respectiva traducción al francés, además digitaliza en versiones miniatura algunas variantes de estos mismos libros. La obra reúne así, lo mejor de dos mundos, la labor editorial, el trabajo de investigación, y sobre todo el trabajo y la trayectoria de un personaje que es don Alfonso Margarito García Téllez.
Por Iván Pérez Téllez
Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo).- Don Alfonso Margarito García Téllez es un reconocido chamán otomí, su posición de prestigio le permite moverse con facilidad en los ámbitos ritual, cultural y político. Don Alfonso es además, un experto en el recorte de papel amate; labor chamánica que lo llevó al mundo de la artesanía y del arte.
Conocí a don Alfonso hace 20 años, cuando iniciaba mi labor antropológica y decidí acudir a San Pablito, Pahuatlán, lugar de mis primeras incursiones etnográficas. Alrededor de un mes visité este pueblo con la intención de encontrar un tema de investigación que confluyera con los intereses del Proyecto de Investigación Etnográfica de las Regiones Indígenas, del INAH. Baste decir que ese acercamiento inicial a la vida indígena representaba, simultáneamente, un retorno —soy originario de esta región— y un descubrimiento; asistí sin mucho éxito a las casas de los otomíes sin que pudiera entablar realmente un diálogo, en general tenían poco tiempo para charlar —además estaba la barrera del idioma—, siempre estaban ocupados —son en su mayoría artesanos— y también, era claro, que mostraban indiferencia y poco interés. Igualmente, señalar que era originario de la cabecera municipal de Pahuatlán no ayudaba en absoluto, más bien representaba un obstáculo: pertenecía a la población mestiza con la que históricamente se habían confrontado en términos étnicos. Ellos son —y no los nahuas— los otros, los indios de los mestizos pahuatecos que los miran desde una supuesta superioridad claramente racista. Estas relaciones interétnicas tensas no facilitaban para nada mi acercamiento a este pueblo otomí.
En la primavera de 1999, visité a don Alfonso en su casa, y él, acostumbrado al trato con fuereños y antropólogos —había colaborado de cerca con Bodil Christensen y otros destacados investigadores mayormente extranjeros—, me habló parcamente y con cierta desconfianza. Yo, con el entusiasmo propio de la juventud, traté de explicarle que estaba trabajando en un proyecto que publicaría en un tiempo no muy lejano lo que recopilara en campo. Es decir, sugería que si hablaba conmigo aparecería seguramente algún testimonio suyo publicado en un libro. Sin inmutarse, don Alfonso me contestó que él mismo escribía sus propios libros y que no necesitaba que lo publicasen, acto seguido procedió a mostrarme algunos de sus ejemplares. Supongo que en ese momento no logré apreciar realmente el valor de esos libros elaborados en papel amate, en los que don Alfonso, con su puño y letra, combinaba textos escritos en castellano con figuras recortadas para crear una narrativa antropológica sobre distintos eventos rituales, comunitarios e individuales. En estos “códices” desplegaba sus conocimientos como especialista ritual en asuntos como una petición de lluvia o el procedimiento terapéutico de un doliente. Sin mucho que hacer o argumentar, sentí que poco había que hacer ahí donde una suerte de antropólogo nativo develaba los saberes rituales de forma iconográfica a través de los recortes de papel miniaturizado y por medio de una escritura sintética, acaso chamánica. Después de un frustrado trabajo de campo en San Pablito, Pahuatlán, decidí, también por otras razones, trabajar con nahuas del municipio de Huauchinango. Así, con el tiempo, aunque nunca he dejado de ir a mi pueblo, ni de visitar las comunidades nahuas y otomíes, volví a encontrarme con don Alfonso. Más o menos para ese momento —hace un lustro— me enteré que Pierre Déléage había estado entrevistando a don Alfonso y estaban preparando un libro, Écrits, Manuscrits à miniatures otomi de don Alfonso Margarito García Téllez, el cual vio la luz en octubre de 2018 bajo el sello de una prestigiada editorial francesa: la Société d’ ethnologie.
Resulta que don Alfonso finalmente se convenció de hacer un libro con sus conocimientos, con sus libros, pero en francés. Fue un acierto que aceptara, pues aquí no son todavía percibidos en su justa dimensión: como objetos del más fino arte o como documentos etnográficos producidos por una suerte de antropólogo nativo. La publicación del libro de don Alfonso Margarito García Téllez representa un reconocimiento tácito a la cultura otomí, pero también a la labor como autor de un chamán, que en la búsqueda de ampliar su mercado —una forma de ganarse la vida— realizó un proceso de creación individual que lo posiciona indiscutiblemente como un autor que logra combinar la tradición oral y escrita en una síntesis inestable que presenta como resultado un códice que reinventa la tradición chamánica otomí.
Generosamente, Pierre Déléage había sugerido la importancia de tomar en serio el trabajo de don Alfonso, como artista, chamán y como autor. Sin embargo, estas sugerencias no hicieron eco en los especialistas nacionales y, finalmente, decidió él mismo editar y prologar este libro tan necesario, sin ser él, propiamente, estudioso de esa región. Asimismo, Jacques Galinier, el etnógrafo más autorizado de los otomíes, realizó un espléndido posfacio para un público francófono en el que sintetiza algunos aspectos de la cosmología otomí así como conceptos clave de este pensamiento amerindio.
Este libro compila de manera facsimilar cuatro libros de don Alfonso con su respectiva traducción al francés, además digitaliza en versiones miniatura algunas variantes de estos mismos libros. La obra reúne así, lo mejor de dos mundos, la labor editorial, el trabajo de investigación, y sobre todo el trabajo y la trayectoria de un personaje que es don Alfonso Margarito García Téllez. Este bello libro espléndidamente editado es además un recordatorio de que la divulgación, el rigor y el diálogo académico no están peleados; el trabajo colaborativo con nuestros interlocutores es fundamental y necesario para visibilizar y dar a conocer, desde su propia voz, los saberes y pensamientos nativos para ponerlos al alcance de un público cada vez más amplio.