Entre comerciales televisivos, publicaciones pseudocientíficas y los intereses de las diversas industrias, se ha formado una nebulosa de conceptos confusos respecto al colesterol. A continuación, la verdad detrás de estos mitos.
Por Jordi Sabaté, Consumo Claro
Ciudad de México, 9 de junio (SinEmbargo/ElDiario.es).– Todos recordamos anuncios de televisión, programas, blogs de nutrición y un largo etcétera alertando a la población sobre los peligros del colesterol. Parece que es el enemigo a batir por todos, siempre con la inestimable ayuda del dinero de la industria azucarera, que pagó durante años a los científicos para que le culparan del riesgo de infarto.
¿Qué hay de cierto y qué de falso en la mitología en torno a este componente tan presente en nuestro cuerpo y nuestra sangre? A continuación se intentan aclarar seis confusiones respecto al colesterol.
Existe un colesterol bueno y otro malo
En realidad el colesterol es una única molécula lipídica que se encuentra en el torrente sanguíneo: viajando hacia las distintas células o bien en dirección al sistema intestinal para ser retirado y expulsado del cuerpo. Hasta ahora se ha considerado que lo recomendable es que hubiera un equilibrio entre el colesterol que entraba y el que salía del torrente, de modo que en total no superara los 200 mg por cada 100 mililitros de sangre (mg/dl).
Lo ideal es que el colesterol que entra en la sangre no supera los 150 mg/dl y el que sale sea mayor de los 40 mg/dl. Si este equilibro se mantiene estaremos hablando de una buena proporción de colesterol bueno, pero si el que entra es más alto y el que sale más bajo de lo ideal, hablaremos de colesterol malo.
El colesterol es el mejor indicador del peligro de infartos
Hasta ahora se le ha tenido por un buen indicador, sobre todo respecto a este porcentaje de 200 mg/dl y su proporción de entrante y saliente. Pero actualmente se tiende a pensar que es una referencia bastante vaga, aunque no mala, y que hay otros indicadores mejores en base a la proporción de otras grasas en la sangre.
Comer carnes y embutidos aumenta el peligro de colesterol
Comer demasiado de cualquier cosa es malo, por supuesto. Dicho esto, las grasas animales no hacen aumentar la proporción de colesterol en la sangre, al menos no por el mero hecho de ser ingeridas. Cada vez hay más estudios que apuntan en la dirección de que la generación de colesterol no está relacionada con la ingesta de grasas animales, por mucho que sean ricas en este compuesto.
Hay que saber a este respecto que la mayor parte del colesterol, que se absorbe por vía intestinal, es degradado por el metabolismo y reutilizado en forma de otras moléculas, y que la mayoría del colesterol que se mueve por la sangre es sintetizado por nuestro propio cuerpo. Y en dicha síntesis parece que no influye el que la dieta sea o no rica en grasas.
Los lácteos y los huevos tienen incidencia en el colesterol
Lo mismo sucede con las grasas de los lácteos y las del huevo, que si bien si son grandes aportes calóricos, no tienen porqué influir sobre el porcentaje de colesterol en la sangre, ni del llamado bueno ni del malo. Se puede tener sobre peso y no mostrar una proporción alarmante del colesterol malo, que al parecer sí estaría auspiciado por condicionantes genéticos o por venenos metabólicos comoel exceso de azúcares, el aceite de palma o las grasas trans.
Beber leche fermentada previene el colesterol
Es cierto que productos comerciales como el Danacol y el Benecol bajan el colesterol que entra en el torrente siempre que sean tomados en las dosis recomendables -no más de dos al día-, por adultos que no estén tomando otra medicación y no sean embarazadas. Estas bebidas contienen una alta cantidad de fitosteroles, que son grasas vegetales similares al colesterol y que bloquean la absorción intestinal de este, con lo que pasa menos al torrente sanguíneo desde los alimentos.
Ahora bien, su eficiencia se debe a que un 20 por ciento del colesterol absorbido intestinalmente sí pasa al torrente sanguíneo para ser destinado a las células, a la fabricación de vitamina D y otras funciones. La reducción efectiva máxima de estas bebidas es de un 10 por ciento del colesterol, al privar al metabolismo de este aporte directo. Lo que se desconoce es si esta privación es buena a la larga o puede ser nociva de algún modo, quizás en individuos que tengan problemas para sintetizar colesterol.
Por otro lado, como ya se ha explicado, la relación entre ingesta de grasas y colesterol malo está muy cuestionada, cuando no directamente descartada. Por lo tanto, en cuanto la persona deja de tomar bebidas enriquecidas con fitosteroles, sus condicionantes genéticos o dietéticos, al llevar una dieta rica en azúcares, grasa trans, etc., le harán recuperar los niveles anteriores de colesterol malo en sangre. Una manera sana y ponderada de ingerir fitosteroles naturales es comer fruta y verdura, con toda su fibra, como parte de la dieta.
El colesterol es una toxina que hay que evitar
El colesterol tiende bajo determinadas circunstancias a precipitarse en la sangre y acumularse en capas en las arterias, con el consiguiente riesgo de obturarlas y provocar un infarto. Sin embargo, si está tan presente en la sangre es porque es uno de los metabolitos más importantes para nuestra fisiología: interviene en la construcción de la membrana de las células, en la composición de las sales biliares, es precursor de la vitamina D, también de las hormonas sexuales así como de las corticoesteroildales y, finalmente, es un importante alimento de la flora intestinal.