“Por primera vez en la historia, más de la mitad de las mujeres en edad de trabajar (52,9%) forman parte de la fuerza laboral de América Latina, un avance que se debe a su educación”. Así de contundente es una nota del diario El País publicada este domingo, recogiendo cifras de la oficina de la Organización Internacional del Trabajo para América Latina y el Caribe.
La máxima representante de la OIT en la región afirma que en pocos años la presencia de las mujeres en el mercado de trabajo creció en más de 20 puntos porcentuales.
Si estos números son alentadores para el futuro de la región, aún hay más. “El 53,7% de las féminas activas tienen diez o más años de estudios y el 22,8% cuentan con educación universitaria, lo que contrasta con los índices masculinos, que son del 40% y el 16%, respectivamente”, apunta la nota.
Y en efecto, el punto más importante para explicar el acceso al mercado laboral –tanto en hombres como en mujeres— es el nivel educativo, y eso es así en cualquier país del mundo. El vínculo es muy estrecho: a mayor educación, mayor presencia en el mercado de trabajo.
En México la tendencia es similar a la del conjunto de América Latina –e igual de imparable—. Según datos oficiales, hay más mujeres en educación media superior que hombres. Si bien en el país todavía hay más universitarios hombres que mujeres, la tendencia apunta a que pronto no será así. En posgrado actualmente ya hay más alumnas.
Además del incremento del nivel educativo de las mexicanas, una buena noticia adicional es que cada vez más están presentes en áreas que tradicionalmente no han ocupado. Si su presencia es –y ha sido— mayoritaria en carreras como psicología o enfermería, ahora su predominio es evidente en otras especialidades.
Si bien este fenómeno apunta hacia una mayor igualdad de oportunidades, no para ahí. Más allá de lo que significa a nivel de cada mujer o familia, su incorporación al mercado laboral tiene importantes efectos a nivel macro: puede incrementar el crecimiento del PIB, reducir el nivel de pobreza de los hogares y compensar la futura caída de la población activa, entre muchos otros beneficios.
Son muy buenas noticias para la región y para nuestro país. El futuro de este país se va a escribir en clave femenina, sin duda.
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