El 96.5 por ciento de los diputados que llegaron a San Lázaro sin el apoyo del voto popular –los plurinominales– no se presentó a cuando menos una sesión de votación entre febrero y abril de 2019. Pese a que la proporción es inferior a la de los diputados electos en urnas (98.4), la cantidad de plurinominales faltistas por votación (14 por ciento) fue superior a la de sus homólogos de mayoría relativa (13 por ciento).
Ciudad de México, 9 de mayo (SinEmbargo).- Uno de cada siete diputados plurinominales faltó en cada una de las votaciones del segundo periodo ordinario de la LXIV Legislatura (2018-2021). Comparado con los diputados faltistas de mayoría relativa (uno de cada ocho), la inasistencia de plurinominales fue mayor.
Entre febrero y abril de 2019 hubo 111 sesiones de votación en la Cámara Baja del Congreso de la Unión. En ese periodo y en promedio por sesión, 28 diputados plurinominales no asistieron a votar. Esto implicó que cada una de las votaciones fuera efectuada sin la presencia del 14 por ciento de los 200 legisladores que llegaron a San Lázaro sin un voto popular de por medio.
La proporción de inasistencias de diputados plurinominales por votación es superior a la registrada por sus homólogos de elección popular. Entre febrero y abril de este año, por cada sesión de votación, hubo en promedio 39 diputados ausentes de mayoría relativa. Es decir, por cada sesión faltó el 13 por ciento de los 300 legisladores electos en urnas en 2018.
Incluso en el último periodo ordinario, los tres legisladores más faltistas –Gabriela Cuevas Barrón, Porfirio Muñoz Ledo y Víctor Blas López– fueron plurinominales. En promedio, faltaron al 78 por ciento de las votaciones (lo que no implica que dejaran de trabajar).
Sin embargo, así como el 96.5 por ciento de los diputados plurinominales no se presentó a cuando menos una sesión de votación, hubo siete legisladores de representación proporcional (el 3.5 por ciento de los 200) que no faltaron una sola vez.
Ellos fueron los morenistas Alberto Villa Villegas, Lizeth Amayrani Guerra Méndez, Lucio de De Jesús Jiménez, Marco Antonio Carbajal Miranda y Virginia Merino García, así como el panista Marco Antonio Adame Castillo y el priista Manuel Limón Hernández.
En conjunto, los 200 diputados plurinominales le cuestan 310 millones 919 mil 600 pesos brutos anuales al erario público, de acuerdo con los tabuladores del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2019. Sólo su costo neto por dieta (o salario) asciende a 252 millones 907 mil 200 pesos al año.
Si consideramos que hubo 7 mil 420 registros de falta en 111 sesiones durante 21 días, tendríamos que por sesión faltaron en promedio 67 legisladores. Esto implicaría un costo relativo diario de 235 mil 371 pesos en salarios de diputados (98 mil 364 pesos sólo en plurinominales) de los que no podemos saber, a ciencia cierta, los motivos de su ausencia.
De acuerdo con el artículo 48 del Reglamento de la Cámara de Diputados, las faltas de los legisladores son justificables en caso de enfermedad, gestación y maternidad, o por el “cumplimiento de encomiendas autorizadas por el Pleno, la Junta, la Mesa Directiva, el Coordinador o alguna comisión a la que pertenezca”.
Asimismo, en el numeral tres de ese mismo artículo, queda establecido que por “ningún motivo se podrán justificar las inasistencias cuando se trate de asuntos de carácter personal”. Y la legislación vigente, artículo 193, establece que las faltas no justificadas tendrán como consecuencia el descuento de la dieta o salario (3 mil 513 pesos netos).
La información disponible indica que, del 1 de enero de 2014 al 31 de diciembre de 2018, hubo 425 casos de sanciones contra diputados faltistas, por un monto conjunto de descuentos de 3 millones 228 mil 079 pesos, equivalentes a 919 días de dieta.
BANCADAS FALTISTAS
Los diputados plurinominales que más faltaron en el primer periodo legislativo de 2019 fueron los seis legisladores que, por el momento, no pertenecen a un partido político. En promedio, cada uno de ellos faltó a 24 sesiones de votación.
En cuanto a las bancadas de los partidos se refiere, las de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Verde Ecologista de México (PVEM) y Acción Nacional (PAN) tuvieron los mayores índices proporcionales de ausencia, con 19, 18 y 17 faltas por Diputado, respectivamente.
Los legisladores de los movimientos Ciudadano (MC) y Regeneración Nacional (MORENA), así como la bancada del Partido del Trabajo (PT) tuvieron proporciones inferiores a las del PRI, PVEM y PAN, con índices de 14, 13 y 12 faltas por legislador, cada uno.
Los diputados del Partido de la Revolución Democrática (PRD) tuvieron, por su parte, los mejores resultados. La proporción de inasistencias por legislador del Sol Azteca fue un 50 por ciento menor a la registrada por el PT, con un índice de ocho faltas por Diputado.
Por entidad federativa, los legisladores plurinominales en representación de Tamaulipas (34.5 faltas por Diputado), Quintana Roo (32.5), Campeche (27), Chihuahua (25.7), Durango (25), Oaxaca (21.4), Nayarit (20.4), Nuevo León (20.1), Ciudad de México (18.5) y Colima (18.3) tuvieron las tasas de inasistencia más altas.
Los de Yucatán (6.5) Jalisco (8.3), Morelos (9.2), Sonora (9.6), Baja California Sur (10), Zacatecas (10.4), Coahuila (10.7), Tabasco (11), Guerrero (11.3) y Querétaro (11.6) tuvieron, en cambio, las tasas proporcionales más bajas.
Desde la instauración y consolidación de las diputaciones por representación proporcional (plurinominales) con la reformas políticas de 1977 y 1986, el Gobierno federal pujó para revitalizar el sistema de partidos en México y ofrecer legitimidad de acción política a la oposición que no podía acceder a escaños y a quienes optaban por la violencia para protestar al margen de la Ley.
En 1979 fue renovado el Congreso de la Unión, por primera ocasión, después de la reforma política. En aquellas elecciones federales y con una fórmula que sustituía a los llamados “diputados de partido” vigentes desde 1962, “se permitió la presencia en la Cámara de Diputados de otros partidos diferentes a los que habían estado por más de tres lustros”, refieren datos del Museo Legislativo.
Con los diputados de partido, cualquier opositor al Revolucionario Institucional (PRI) podía obtener de uno a 20 diputados federales, siempre y cuando obtuviera, en las elecciones previas, el cinco por ciento de los votos. Sin embargo, las reglas hasta entonces no permitían que hubiera oposición suficiente para crear un Congreso equilibrado.
La L Legislatura (1976-1979), por ejemplo, estuvo compuesta en un 83 por ciento por legisladores priistas; y los escaños restantes (41) quedaron en manos de la oposición (PAN, PPS y PARM). Después de las elecciones de 1979, aunque aún no había equilibrio, el PRI obtuvo el 74 por ciento de las curules y la oposición (PAN, PCM, PPS, PST y PARM) casi triplicó su número de diputados (104 de 400).
De acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE), las listas de representación proporcional fortalecen al sistema de partidos al dar más acceso a las minorías.
Los cálculos de uno de sus consejeros (Jaime Rivera Velázquez) indican que sin dicho sistema, en lugar de que la coalición “Juntos Haremos Historia” (MORENA, PT y PES) obtuviera el 61.4 por ciento de los 500 escaños en 2018, habría obtenido el 72 por ciento. Por ello, los datos indicarían –según Rivera– que un sistema electoral mixto (de mayoría relativa y proporcional) tiene la capacidad de corregir los problemas de distribución de representatividad democrática, derivados del sistema electoral mayoritario.
A pesar de las cifras, los plurinominales en México cargan con el estigma de su costo y de ser electos desde el interior de los partidos y no por votación popular.
En ese sentido, el Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) puso en la agenda de Gobierno la posibilidad de “desaparecer a los plurinominales” a mitad de sexenio, como parte de su política de austeridad y eficiencia de la Administración Pública Federal. Sin embargo, el máximo mandatario mexicano recordó en enero pasado que, para ello, faltaría la reforma al Artículo 35 constitucional debido a que sería una medida adoptada por consulta popular.
Por su parte, en 2018 la bancada de Morena en el Congreso de la Unión anunció una propuesta para reducir a la mitad el número de plurinominales. De ese modo, al final del sexenio en curso, en lugar de 200 diputados tendríamos 100, y el Congreso estaría conformado por 400 en lugar de 500 legisladores (como lo fue, previo a la reforma de 1986).