¿Un México de primer mundo?

09/04/2012 - 12:01 am

En estos tiempos electorales, de discursos vacíos y promesas irrelevantes, acaba de ver la luz una interesante y valiente propuesta para que México sea un país desarrollado en un periodo de treinta años. Me refiero al libro de Loser y Kohli, llamado “Fututo para todos. Acciones inmediatas para México”

Los autores sostienen que nos encontramos en “la trampa del ingreso medio”. Ni somos un país de mano de obra barata (tipo China o Vietnam) ni uno avanzado con capital humano especializado o tecnología de punta (como Alemania o Estados Unidos). Es decir, estamos a media tabla y sin nada extraordinario que ofrecer al mundo.

El lastre que arrastramos –herencia de nuestro pasado no tan lejano– impide que crezcamos y nos desarrollemos. Tenemos “una educación de mala calidad y un pésimo desempeño de la productividad total de los factores, persisten privilegios en el sector público, el privado y en los sindicatos, contamos con un gran sector informal y deficiencias de mercado, así como un creciente sentido de ‘falta de ley’. La población está desalentada y su esperanza está prácticamente hecha pedazos. Al mismo tiempo, la riqueza petrolera está en declive”.

Por citar solo un ejemplo, sectores estratégicos para la economía son en realidad un freno para el desarrollo. Son monopolios (o casi) que nos extraen recursos de forma injustificada: me refiero al sector de la energía (petróleo y electricidad), telecomunicaciones y servicios financieros.

Un síntoma inequívoco de la situación del país es la ausencia de estudiantes mexicanos en los niveles más elevados en pruebas como PISA. Por no hablar de las marcadas desigualdades sociales: un estudiante de alto ingreso tiene seis veces más posibilidades de terminar la secundaria que uno de escasos recursos.

Sin embargo, nos dicen que “es posible concebir un escenario de prosperidad y mayor inclusión para México en los próximos 30 años. Como resultado, el país podría disfrutar de ingresos 3.5 veces mayores a los de hoy en día y sería un participante dinámico e importante en la economía mundial. Pero este escenario no es el desenlace más probable de mantenerse el statu quo. Bajo las condiciones actuales y sin modificar las políticas, el ingreso per cápita se podría duplicar, pero, es más probable que caiga muy por debajo de esa meta, sobre todo si las condiciones continúan deteriorándose.”

Las reformas son ambiciosas y comprenden muchas áreas. Se plantea acabar con el monopolio de Pemex y los privilegios del sindicato de maestros, aumentar la productividad y reducir la economía informal, incrementar los recursos estatales a través de una profunda reforma fiscal e intensificar el gasto en infraestructura, introducir una mayor competencia en la economía del país, por citar algunos puntos. En resumen, dinamitar los intereses creados y acabar con los privilegios de poderosas minorías.

El problema es que tenemos una clase política que prefiere preservar el estado actual de las cosas –en donde se beneficia ampliamente– en lugar de arriesgarse para ir en pos de un mejor futuro. A su lado, somos una sociedad profundamente conservadora, con gran temor al cambio.

Las decisiones para transformar este país deben empezar hoy mismo. “De otra forma el fututo será una réplica del pasado”, nos dicen los autores.

La pregunta es, ¿nos atreveremos? Y de nuestros candidatos en campaña, ¿cuál se atreverá? Tenemos hasta el primero de julio para contestar. En ello nos va la vida.

 

@jose_carbonell

http://josecarbonell.wordpress.com

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