Gisela Pérez de Acha
09/03/2014 - 12:00 am
El régimen que devora y nosotros, entumidos
En México estamos viviendo el tránsito hacía una tiranía. En el último año hemos respirado el aliento de un régimen que poco a poco ha devorado y escupido nuestras libertades. Tomará tiempo, pero llegará: el tirano no se consolida de la noche a la mañana. ¿Cómo la Democracia -en mayúsculas y como si fuera dios- […]
En México estamos viviendo el tránsito hacía una tiranía. En el último año hemos respirado el aliento de un régimen que poco a poco ha devorado y escupido nuestras libertades. Tomará tiempo, pero llegará: el tirano no se consolida de la noche a la mañana.
¿Cómo la Democracia -en mayúsculas y como si fuera dios- puede ser tan tonta? ¿Cómo se nos olvidó el analfabetismo de Peña Nieto y los setenta años de un partido autoritario experto en cooptar y acallar la oposición? ¿Cómo pudo ganar un Régimen que ya una vez nos heredó un país hecho mierda?
El peor tirano es el que llega el poder de forma democrática porque asesina la libertad en nombre del pueblo. No es lo mismo ser tirano a ser arbitrario. La arbitrariedad es el estúpido exceso de poder, pero el PRI es más inteligente: el exceso de su fuerza está sustentado en la ley, con la complacencia de los demás partidos. ¿O neta creen que todas las reformas constitucionales son de a gratis?
¡Cuánta ingenuidad, y qué corta memoria tenemos!
Se nos olvidó que el Régimen es experto aparentando democracia. Desde Calles y la instauración oficial del “dedazo presidencial” con la máscara electoral bien puesta; pasa por el monstruo partidista que engullía a los obreros y campesinos dentro de su estructura partidista porque eso era “democracia”, y termina en la cooptación del discurso de la Revolución que al institucionalizarse se convirtió en una izquierda perversa.
No me malinterpreten: Peña Nieto tenía razón. Hay un nuevo PRI. Es un PRI menos idiota que no usa la fuerza a-la-Díaz-Ordaz en el ’68, pero que le echa todas las ganas para parecer democrático mientras en el día a día se dedica a barrer la mugre abajo del tapete.
El tirano ya no mata la oposición: la seduce. Ya no cierra la vía electoral, pero hace Pactos por México por el bien de la nación. Es el tirano moderno del marketing, de la Televisora aliada, los periódicos cooptados por la publicidad oficial y las falsas portadas de revista. Es el tirano de la censura sutil y la pedagogía del miedo.
Cuando la máscara democrática se compra de esta manera, el régimen no puede tener a revoltosos exponiendo sus desmanes. El buen ciudadano es el que se queda callado y obedece, porque lo más peligroso para las tiranías son las ideas. Aquellas fuerzas que nos hacen reaccionar y cuestionarnos. Aquel ejercicio tan chingón que nos define como personas: el disenso y la capacidad de decir que no estamos de acuerdo.
Por eso al PRI le aterra la protesta. ¿Cómo hacerle para controlar a los disidentes? ¿Para convertirlos en locas voces, aisladas y sin eco? La tiranía en esto es infalible: el método por excelencia es la censura.
Desde la más ridícula y frontal, hasta las censuras indirectas y la propagación del miedo: el Régimen quiere que dejemos de pensar. Esa es la consecuencia más triste de la tiranía. Ciudadanos conformes que disienten en silencio, hasta que no existen opiniones distintas y todo desacuerdo se evapora en el dogma del Partido.
No es ficción. No es una novela de Orwell. El Régimen clausura páginas de internet que denuncian violaciones a derechos humanos; compra medios de comunicación; mata periodistas; cierra programas de radio que exponen sus crueldades; limita la radio pública independiente y busca encarcelar al que “ultraje a la autoridad”, la insulte o amenace. El Régimen tortura, persigue, intimida y espía. Si pasan todas sus leyes, nos vigilarán en internet y no tendremos ni dónde escondernos. Ya no es la institucionalización de la Revolución: es la institucionalización de la fuerza.
“Divide y vencerás” ha sido siempre el lema del tirano. No le importa que lo odien a él, mientras nos odiemos entre nosotros porque así ninguna causa sale en conjunto. Creo que lo han logrado: teniendo al mismo enemigo común, gastamos nuestras energías insultando al activista por güero, al anarquista por naco, al de la Ibero por fresa, y al feminista por burgués. Insultos vacíos que sólo reflejan que no hemos superado el trauma de la conquista y su sistema de castas. ¡¡Vivimos polarizados cuando el problema son ellos!! Aquellos pocos que nos tienen idiotizados; la maldita oligarquía que le tiene miedo a nuestra libertad.
¿Habrán logrado su cometido? ¿Habrán llegado al punto en el que no pensamos más? Es ridículo que siendo tantos, nos sometamos voluntariamente a unos pocos que ni cabeza tienen para gobernar. Seguimos alimentando su sed de más y más poder, pagando sus corrupciones con nuestros impuestos y legitimando su existencia con nuestro silencio. Jamás seremos ese pueblo que paraliza las calles en Ucrania, ni esos manifestantes en Caracas o Estambul. Somos animales enjaulados que alimentan peleas banales mientras un tiránico PRI carcome lentamente nuestra libertad.
Y que no me vengan con que estoy incitando a las armas. Eso sería ridículo: ellos tienen el monopolio de la fuerza y nos tumbarían de un plumazo. Lo que digo es que no hemos tenido nuestra revolución. No hemos vivido lo que es la democracia, ni respirado libertad política. La tiranía está a la vuelta de la esquina y estamos entumidos sin hacer nada. ¿Hasta cuándo será suficiente? ¿Cuándo recuperaremos el fuego que quema el pecho y que es capaz de mover a pueblos enteros?
Los brazos cruzados no son opción. No podemos dejarlos ganar. Se trata pensar y disentir. Se trata de solidaridad porque sólo así podremos ser nosotros contra ellos. Se trata de no estar de acuerdo: sólo así empieza la guerra.
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