En excavaciones realizadas durante años en los sitios olmecas y después de estudiar científicamente diversas piezas de esa civilización, los arqueólogos universitarios no encontraron artefactos africanos; lo que les dio la primera línea de investigación que descartó el origen en aquel continente y los llevó a realizar las pruebas de ADN a los restos de un entierro olmeca.
Ciudad de México, 9 de febrero (SinEmbargo).– Arqueólogos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descartaron la teoría de que las cabezas olmecas tuvieran sus raíces en África, como se había creído desde hace 150 años, y comprobaron que su origen es mesoamericano.
Mediante un estudio de ADN realizado a los restos humanos hallados en una zona arqueológica de Veracruz, se confirmó que los olmecas pertenecen a uno de los grupos más abundantes entre las poblaciones fundadoras e indígenas de América.
En excavaciones realizadas durante años en los sitios olmecas y después de estudiar científicamente diversas piezas de esa civilización, los arqueólogos universitarios no encontraron artefactos africanos; lo que les dio la primera línea de investigación que descartó el origen en aquel continente y los llevó a realizar las pruebas de ADN a los restos de un entierro olmeca.
“Obtuvimos el haplogrupo de estos dos sujetos y supimos que pertenecen al A, uno de los más abundantes entre las poblaciones fundadoras e indígenas de América. Si hubieran sido africanos, el haplogrupo sería L, que es característico de esas poblaciones”, explicó Ann Cyphers, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM y encargada de los estudios.
Cyphers recordó que las teorías del origen africano y las migraciones transoceánicas están muy enraizadas en el imaginario colectivo, por lo que “ha sido muy difícil sacudirnos de estas ideas”, señaló.
Y agregó que esa tesis data de 1869 y fue propuesta por José María Melgar y Serrano, quien reportó la primera cabeza colosal, “entonces no se sabía de la existencia de la cultura Olmeca, y Melgar propuso que los rasgos de las esculturas correspondían a personajes de Etiopía, gente de raza negra, más que nada por las facciones del rostro. De ahí nació esa especulación y se formó una polémica que nos persigue en la arqueología olmeca”.