Rita Varela Mayorga
09/02/2016 - 12:00 am
Duarte: “Caudillo de Veracruz por la Gracia de Dios”
Cinco años y dos meses han convertido a Veracruz en un referente nacional e internacional de la violencia y la impunidad en México. Desde el 1 de diciembre de 2010, cuando el priista Javier Duarte de Ochoa asumió la gubernatura de la entidad, las atrocidades han ido creciendo hasta construir una pesada cadena de impunidad […]
Cinco años y dos meses han convertido a Veracruz en un referente nacional e internacional de la violencia y la impunidad en México.
Desde el 1 de diciembre de 2010, cuando el priista Javier Duarte de Ochoa asumió la gubernatura de la entidad, las atrocidades han ido creciendo hasta construir una pesada cadena de impunidad que tiene sujeto con grilletes al Estado de Derecho.
En estos años de reclamos y denuncias, sin embargo, el Gobierno de Duarte de Ochoa no ha hecho sino ignorar a la sociedad civil, a las Organizaciones No Gubernamentales e incluso a instituciones internacionales como la ONU que le exigen actuar en contra de la violencia y el quebranto de los derechos humanos, provocados incluso por elementos policiacos y por quienes conforman el aparato de justicia en ese estado.
Al contrario, el Gobernador –quien cumplirá 43 años en septiembre de este 2016– se muestra cada vez más duro, más insensible a la tragedia, menos tolerante a las críticas y a la protesta social, y más cercano a su ídolo: el dictador Francisco Franco Bahamonde, quien fue Jefe de Estado de España del 1 octubre de 1936 hasta su muerte, el 20 de noviembre de 1975.
El llamado “Caudillo de España por la Gracia de Dios” fue responsable directo de múltiples violaciones de los derechos humanos, de acuerdo con organizaciones civiles e incluso de Estado, además de denuncias de familiares de víctimas.
Durante la Guerra Civil [de julio de 1936 a abril de 1939] y los primeros años de la instauración del largo régimen franquista se contabilizaron cientos de miles de personas muertas y desaparecidas, la mayoría de éstas en campos de concentración, en cárceles y, además, por ejecuciones extrajudiciales.
La simpatía por Franco, le viene al Gobernador veracruzano también por su identificación con las debilidades físicas del General: su escasa estatura que, evidentemente, no le ayudaba para impresionar; su voz chillona, atiplada, y sus pocas habilidades para la oratoria y para conectar con las masas, por lo que requirió invertir grandes sumas de dinero y apoyarse en un equipo de cientos de personas que le ayudaran a forjarse una imagen respetada, pero sobre todo temida.
Para lograr ese objetivo, uno de los recursos centrales del llamado “Caudillo” fue el control total de los medios de comunicación. Alimentar una imagen poderosa, costó a los asesores de Franco años y años para realizar toda una iconografía en torno al militar, donde las fotografías fueron fundamentales.
En el caso de Javier Duarte, lo sabemos, muchas de esas imágenes, no a modo claro, han sido causas de su furia pues, sin la “Gracia de Dios”, el Gobernador y sus asesores no han podido, ni podrán, ocultar el rostro de un individuo descortés e intolerante.
En una entrevista de cuando el Gobernador nacido en Córdoba, Veracruz, fungía como Secretario de Finanzas en el Gobierno del también priista Fidel Herrera Beltrán, dijo:
“Me identifico con un personaje de la historia que es un personaje muy polémico en su actuar público, un hombre de ideas firmes. Me identifico, y te vas a reír, porque es un defecto que mucha gente me hace sentir y ver, pero yo me siento muy contento con mi voz, mi voz me identifica y me siento la verdad muy cómodo con ella. Un hombre de la historia que es considerado como un villano para muchos, para otros no, que es el Generalísimo Francisco Franco, que tenía mi mismo timbre de voz, un hombre con esa fortaleza. No estoy muy acorde de su ideología política, la dictadura no es la manera de llevar a un país a un buen lugar, sin embargo, su fortaleza, su entusiasmo, su energía es una parte importante a resaltar en él”.
El “Generalísimo”, por supuesto, no sólo fue un villano con voz de pito, digno de ser ridiculizado en caricaturas. Fue algo mucho peor: un hombre que en su delirio por el poder ordenó crímenes de lesa humanidad, algunos aún en curso de investigación por parte de familiares quienes, muchas décadas después, se mantienen firmes en busca de respuestas y, por supuesto, de justicia.
En el Veracruz de Duarte de Ochoa que, un día sí y el otro también, ocupa las primeras planas de los medios de comunicación por los miles de homicidios, desaparecidos, extorsiones, violaciones a los derechos humanos y la represión contra los medios de comunicación y los periodistas, también hay ya miles de familias enlutadas que buscan justicia para sus deudos, que reclaman la aplicación del Estado de Derecho y que se han cansado de exigir a las autoridades federales intervengan en la entidad para contener a la violencia y a la impunidad.
Nadie, hasta ahora, les ha hecho caso… Lo que está claro es que Javier Duarte, con todo y su timbre de voz y con la dizque fortaleza de Franco, está dispuesto a seguir su camino de gloria: se va en diciembre de este año o antes, según él mismo ha dicho. Porque lo sigue, después de dejar a Veracruz en la ruina financiera y moral, es subirse al Gabinete federal del Presidente y, desde ahí, continuar sus sueños guajiros.
¡Buena semana, y nos vemos el próximo martes!
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