Las malas (Tusquets, 2019) se convirtió en un fenómeno literario durante esta pandemia. Su autora argentina, Camila Sosa Villada, habla en entrevista sobre los libros que recién adquirió, el amor, el teatro, de su vida en las calles, así como de su opinión en torno a la ley pro aborto en la Argentina.
Por Mario Alberto Medrano
Ciudad de México, 9 de enero (SinEmbargo).- En punto de las diez de mañana, tiempo de México -las tres de la tarde en su natal Córdoba-, Camila Sosa Villada (Argentina, 1982) responde una videollamada para charlar de Las malas (Tusquets, 2019), la novela que se convirtió en un fenómeno literario durante esta pandemia. Camila es siempre literatura, es siempre una ficción, es siempre teatro. Con franqueza y sin ambages, habla con entusiasmo de los libros que recién adquirió, entre los que se hallaban nombres como Marguerite Duras, Julián López y Penélope Fitzgerald, hasta de la música que se escucha en su casa, el amor, el teatro, de su vida en las calles, así como de su opinión en torno a la ley pro aborto en la Argentina.
Galardonada con el Premio de Literatura Sor Juana Inés de la Cruz 2020, precisamente por Las malas, Sosa Villada ha escalado en los rankings literarios, junto a otras grandes autoras, como Mariana Enríquez y Dolores Reyes, asunto que incomoda a los escritores varones, a decir de la también actriz.
“Yo, en verdad, soy una escritora sin propósito, sin planes. El primer fulgor de Las malas fue un personaje que hice en una obra de teatro, que era la tía Encarna, ella aparecía al final de una obra que se llamaba El cabaret de la difunta Correa, que trataba sobre los milagros, y yo intuía que ese personaje tenía mucha idea de dónde cortar, que tenía material de escritura interesante, entonces comencé a escribir a partir de eso que ella hablaba, de los milagros que están al alcance de las manos, pero sin ningún propósito.
Por otra parte, reconozco que el libro existe tal cual es, capaz de ganarse un premio como el Sor Juana y lograr todas esas traducciones que se ha ganado, gracias al trabajo de edición que ha hecho Juan Forn. Él logró que este libro sea la mejor versión de sí mismo. Yo digo que Juan lo normalizó, lo que salió de mí y pasó por sus manos y llegó a la editorial es un poco diferente a la idea que yo tenía del libro porque yo no he hecho talleres ni mucho menos, yo soy una escritora que está ejerciendo la escritura sin título, sin permiso, lo que sí he hecho es escribir con el viento en contra, bajo la lluvia, bajo la tormenta, y aun así no he dejado de hacerlo, incluso cuando no tenía ni tiempo ni dinero, y tenía que hacer otras cosas para ganarme la vida”, confiesa Sosa Villada.
Las malas, el silencio que nombra
El parque Sarmiento, donde habita la estatua de Dante, es el telón de fondo -y primera imagen de la narración, valdría decirlo- de esta novela, en donde se concentra la manada de travestis, comandadas por la tía Encarna, quien, después de hallar a un bebe en una zanja vio transformada su vida. Entre la vorágine de hombres, retenes policiacos, enfermedades, burlas y humillaciones, esa voz en primera (un yo colectivo), que supone la de Camila, irá narrando las vicisitudes de las mujeres que se debaten entre la pobreza y la violencia.
“Lo digo en el discurso de agradecimiento del premio Sor Juana, que el libro gana ese galardón también por lo que sabe ocultar, por lo que no dice. Cuando la gente me dice ‘ay, pero qué terrible ha sido tu vida’, ‘yo no sabía que las travestis vivían tan mal’, incluso mi madre me dijo ‘hija, yo no sabía que habías vivido tanto’, lo que pienso es que es imposible que pueda hablar de esos años, que pueda contarlo todo, pues me volvería loca de dolor. Ha sido realmente muy difícil poder estar viva, con casi 39 años, habiendo comenzado a trasvestirme en los años 90, yo he pasado por cosas mucho peores que las que se cuentan en Las malas, mucho más dolorosas, humillantes incluso, si se quiere.
Con Las malas, como dice Alice Munro en Las vidas de las mujeres, es autobiográfica en la forma y no en el contenido. Tomé la forma de parque, el telón de fondo donde inicia la novela, en el que estuve con una manada, las travestis, quienes me enseñaron a serlo, pero yo inventé y llenè de plumas y animales y personajes inesperados toda una situación que de otra manera no hubiera podido escribir.
Género amorfo
Una vez aparecida la novela de Camila, la crítica intentó posicionarla en un género literario, ponerle un corsé que se adaptara las promociones de ventas; sin embargo, esta obra es amorfa en su estructura, pues puede ser posicionada en la autobiografía, biografía ficcional, el realismo mágico, como una crónica.
Obra iniciática, de descubrimientos, la narradora de esta travesía recompone su propio mundo, devastado, entre ruinas, a veces vulnerable, pero siempre en constante reaprendizaje. No es una obra de superación personal, como se conoce, ni intenta serlo, pero sí hay una constante cavilación sobre la vida y el cuerpo, que es una patria conquistada.
“A fuerza de responder preguntas de los periodistas, pude entender cómo yo desarmaba no sólo el protocolo de escritura, es decir, tener un plan para escribir, tener una línea de tiempo, saber qué tipo de arco tienen los personajes, qué tipo de género habita esta escritura, eso yo lo comencé a romper, y luego comencé a romper también quiénes son hijos y quiénes son padres, cómo se constituyen las familias, que ese contraste entre la tía Encarna y su hijo es interesante en tanto y en cuanto la tía Encarna, porque es un personaje brillante, se deja modificar por la existencia de ese niño al punto de abandonar a su pareja, al punto de quedarse absolutamente sola, al punto de volverse hombre para llevarlo al colegio, yo creo que eso sí es interesante porque además la presencia del niño no sólo modifica la vida de la tía Encarna, sino también de todas las otras travestis que están allí, porque deben cuidarlo, hay a una que le comienzan crecer alas, a otra se convierte en loba.
Creo que me mayor influencia es que he sabido leer muy bien, he leído buenas escritoras, sobre todo mujeres, es decir, he sabido leer a Marguerite Duras, a Sharon Olds, también he leído muchas entrevistas donde Duras habla sobre la escritura, entonces, sin saber que estaba aprendiendo, estaba aprendiendo a escribir, y eso ha sido mi mayor escuela”, asegura.
Poesía, germen de su vida
Entrar en el universo de Las malas es confrontarse constantemente, sentir incomodidad: lo que cuenta Camila Sosa no es sencillo de diferir, hay, para entrelazar la figura de Dante en el parque Sarmiento, un descenso a los infiernos.
Y aquí, la poesía, como sucede en La divina comedia, hay poesía. “Creo que la poesía es el primer contacto que tiene las personas con la escritura. Creo que es por un tema de brevedad, economía, de magia, cualquier persona es accesible para cualquier persona y viceversa. Luego está el hecho de que una quiere hacer durar esa instancia de intimidad, la poesía se escribe en lapsus cortos, a veces muy intenso, a veces una puede escribir un poema y ya se terminó ahí. También es cierto que una quiere permanecer dentro de los libros, hasta el último momento.
Pienso en Lorca, “La noche se puso intima como una pequeña plaza”, entonces, cualquier persona con el estudio que sea, de la procedencia que sea, se va a conmover por un verso así, en cambio, si le das a leer una novela, la persona no tiene tiempo, se aburre, le parece complicado, se tiene que ir al diccionario, pero la poesía tiene la maravilla que es inmediata.
Entre la música y la fama
En estos tiempos de confinamiento, Camila ha pasado los días entre la escritura, música y el teatro. Al cuestionarla sobre sus gustos musicales, reconoce que siempre debe haber jazz en su vida. Asimismo, se sabe rebasada por las entrevistas y la marea de reflectores en torno a ella y su novela.
“Me gusta mucho el jazz cantado por las tres o cuatro más importantes para mí, que son Billie Holiday, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan y Nina Simone. Me gusta el folclore, el bossa nova, la música brasileña, la samba. No soy muy fiel a ningún estilo, salvo al jazz, que siempre suena en mi casa.
Ahora, la pasó fatal dando entrevistas, primero porque yo creo que no tengo respuestas para muchísimas cosas que preguntan, yo me siento impotente, siento que me voy a arrepentir de lo que digo; segundo, no es lo mismo estar acostumbrada a las tablas que el interactuar con las personas. En el escenario, finalmente, estás sola, más allá que se tengan compañeros que te acompañen en ese momento haciendo una obra, sigues estando sola, y eso es lo que me gusta. Soy más tímida de lo que parezco; ahorita me viene al pelo haberme contagiado de esta mexicanidad porque de esta manera me defiendo un poco, luego me dicen cómo es que vas a ser tímida, si eres actriz, el tipo de fotos que te sacas, las cosas que dices, cómo puedes ser tímida, pero a al momento de interactuar con personas, sufro muchísimo”, reconoce.
La ley pro aborto en Argentina
Acaso, una de las posibilidades de lectura de esta novela sea la parábola, con una enseñanza de por medio, aunque sería reducirla a una forma de tratado en favor de los travestis y los homosexuales. Para Camila, su obra sí presenta una maternidad, pero sin reglas ni reglamentos, la ejercida por los travestis. En ese tenor, la actriz también da cuenta de su opinión sobre la ley que actualmente se discute en Argentina sobre el aborto seguro.
“Lo que creo es que lo que sucede en Las malas, en particular con la tía Encarna, es que esa maternidad no es ninguna novedad para las travestis, nosotras venimos ejerciendo maternidades sin nomenclaturas, sin definiciones, desde hace años. Conozco a travestis que se han venido del Perú de Bolivia, del norte del País, de Paraguay, a las capitales, a trabajar como prostitutas, y todo el dinero que ganan lo enviaban a sus casas para darle de comer a sus hermanitos, a sus sobrinos. Entonces, estas maternidades no son una novedad.
Después está el hecho de que el cuerpo de las mujeres sufre un tipo de violencia específica, y es intransferible, del mismo modo que el cuerpo de las travestis sufre una violencia que también es intransferible. En el medio lo que nos une es vivir en una civilización un poco más saludable para todo el mundo. En eso si estoy y acompañando, sabiendo que no soy un cuerpo prestante, que no es mi tema, que ahí no tengo más que dar mi apoyo, decir que esto está bien, y es necesario para un país como Argentina, y después me retiro y hasta allí llegó yo, y sé que es una labor de las mujeres, que es una labor de los hombres trans que sigue abortando, que son violados y necesitan hacer abortos, o lo que fuera, pero siempre con la distancia”.
Nuevos proyectos
Escritora disciplinada, Camila reconoce que el aluvión de entrevistas provocadas por Las malas le impidió escribir, pero ahora, con más calma ha podido recuperar el ritmo de escritora
“Ahora mismo estoy escribiendo un libro de relatos para Tusquets, que sale el año que viene. Y ahorita se está terminando de configurar dentro de mi cabeza qué es lo que estoy haciendo. En cuanto a los géneros literarios, es un tanto extraño. Ya me sucedió con Las malas, que no se sabe si es una autobiografía, una crónica, una novela de realismo mágico, con los cuentos me está sucediendo lo mismo, y es gracias a mi ignorancia, que es una ignorancia benéfica para mí como escritora, es decir, mientras no sepa sobre esa teoría de géneros, seguiré siendo una buena escritora, el día que sepa qué estoy haciendo voy a tener que cambiar de modo.
Para el libro de cuentos, al principio, pensaba en el nombre de uno de los cuentos, Hacer un hombre, la editora me dijo que le gustaba más Piel de higo, que es título de otro cuento, y después, ahora, más ordenada mi cerebro, y esos relatos han comenzado a formar parte de una misma nuez, de un mis hueso, me gusta mucho el título La travesti prohibida, que es el nombre de otro de los cuentos del volumen. Veremos qué sale, pues aún no lo termino. Luego estoy escribiendo un ensayo sobre los vendedores ambulantes para una editorial pequeña de acá de Argentina, y yo sigo llenando páginas. Esa cosa de escribir es la mejor escuela, y escribo, a veces cosas que no tiene sentido con otras que voy escribiendo, y que están ahí, y que en algún momento terminan por ser parte de un libro.
Sobre las escritoras latinoamericanas
Al cuestionar a la autora sobre el trabajo de las escritoras latinoamericanas, Camila no oculta su orgullo de posicionarse junto a nombre como el Mariana Enríquez, entre otras, dentro de las listas de los libros más vendidos. Asimismo, reconoce que sí existe una diferencia entre lo que escriben las mujeres y los hombres.
“Los varones se preocupan mucho por hacerlo bien, es una exigencia del patriarcado, que tiene que demostrar que son hábiles, cultos, que no han dejado ninguna cosa librada al azar, siempre están muy preocupados por eso, por ganarse los premios, por las traducciones por ser editados, al menos los escritores que tengo la buena suerte o mala suerte de conocer acá en Argentina.
Las mujeres hacen algo de lo que los varones deberían aprender y es lanzarse al vacío sin saber cómo se va a salir de ahí. Como a nosotras nunca se nos ha leído, durante muchos años hemos estado en las estanterías ocupando espacios, salvo un par que han tenido renombre, entonces nos hemos dedicado a escribir y ya. Si somos editadas, qué fortuna, si no, pues que mala suerte, y esa cierta indiferencia con el mundo editorial ha hecho que ahorita nosotras seamos, al menos aquí en Argentina, las que estamos manteniendo las librerías, las editoriales, las que estamos en boca en boca.
Y yo veo a muchos hombres llorar cuando se hacen rankings. Hace poco leía que un diario importantísimo de España reconocía que ya que Mario Vargas Llosa, por poner un ejemplo, y tantos otros no están publicando, pues bueno, nos conformamos con estas que están sacando libros. Y yo digo, ‘mira las lágrimas de un varón’. En Twitter, por poner otro ejemplo, me posicionaban en los rankings de los más vendidos, y juntos a Mariana Enríquez y Dolores Reyes, y en los comentarios, la ristra de escritores llorando, diciendo ‘yo no conozco a tal’, ‘yo no sé quién es ella’, ‘adiós, muchachos’, decía otro. Y nosotras lo único que hacemos escribir”, asegura.
Pandemia, el teatro y la vida
La pandemia del coronavirus puso un parón en la mayoría de los espectáculos de entretenimiento. El teatro, por su puesto, encabezó la lista, pues la gente no podía reunirse a ver una escena que sólo cobra sentido cuando hay público presente. Al respecto, Camila no dejó de estar activa, tratando de formar parte de proyecto, aunque dice que durante el aislamiento también se dedicó a descansar.
“He tenido la suerte de ser convocada para hacer una suerte de experimento teatral por whatsapp, que se llama Audioguía para que vuelvas, donde estamos Dolores Fonzi, Jorge Marrale, Cecilia Roth, Leonardo Sbaraglia, son monólogos, por audio de whastapp, que tiene su ficción, su coherencia, y trata sobre una familia, cuyo cada integrante se ha acostado con la misma persona, lo le envían audios pidiéndole que vuelva. Fue una experiencia muy bonita, no la esperaba. Antes hicimos Amor en cuarentena, que tenía la misma lógica: recibir audios por whatsapp”.
A pesar de sí estar activa en diversas actividades, “en la pandemia me dediqué al amor, a ser querida, que me hagan el amor, a que me preparen tragos, a descansar, en la medida de los posible, a entrenar físicamente, y me relajé: entendí que esa dinámica de la pandemia sería así como la estamos viviendo y negar que esto está pasando o enojarme, me haría más daño, que el saber que en algún momento terminará. Entonces, me quedé aquí en mi casa, además, no ha cambiado mucho mi vida, pues a mí me gusta estar en mi casa, aquí que aquí me quedé, feliz de estar aquí adentro” finaliza.