Los fantasmas de Roald Dahl, las mujeres favoritas de Jane Austen y otros cotilleos de biblioteca

08/12/2018 - 12:03 am

Blackie Books publica Los fantasmas favoritos de Roald Dahl, que en solo un año leyó 749 historias de terror y recogió sus favoritas en un libro inédito. Buceamos por las librerías de otros famosos escritores: Jane Austen y su biblioteca de mujeres o los “deberes” que puso Scott Fitzgerald a su última esposa.

Por Carmen López, para eldiario.es

Ciudad de México, 8 de diciembre (SinEmbargo/eldiario.es).- Roald Dahl leyó setecientas cuarenta y nueve historias de fantasmas en 1958. El fin de esta hazaña era escoger veinticuatro para convertirlas en un capítulo de una serie de televisión basado en ellas. Una idea en principio estupenda que nunca llegó más allá del capítulo piloto por las posibles ofensas que podrían provocar en el público (sorprendentemente Chicho Ibáñez Serrador sí consiguió emitir sus Historias para no dormir en 1966, cuando España no brillaba por su libertad de expresión).

Las historias seleccionadas por el escritor se publicaron recogidas en un solo volumen en 1983, que ahora vuelve a las librerías con el título Los fantasmas favoritos de Roald Dahl. Una antología de cuentos (Blackie Books, 2018).

Un libro editado por Blackie Books. Foto: Especial

Además de por las propias historias, el libro despierta un interés que tiene algo de cotilleo ¿A qué autores leyó? ¿Quiénes no pasaron la criba? En el índice aparecen nombres como los de Edith Wharton, Joseph Thomas Sheridan Le Fanu (leído y reconocido por Henry James y Bram Stoker, nada menos), Leslie Poles Hartley o Mary Treadgold.

Y, sin embargo, faltan grandes escritores a los que Dahl descartó sin piedad como Dickens, George Eliot, Henry James, Mark Twain, Thomas Hardy o Poe. Leyó todas sus páginas.

La curiosidad por saber qué piensan, comen, beben o leen los personajes públicos no es ninguna rareza, sólo hay que ver el éxito de las entrevistas de preguntas cortas sobre estos temas. Y los escritores también la despiertan. Por ejemplo, The Guardian hizo hace casi una década una -estupenda- serie de piezas sobre las habitaciones donde escriben, con foto y descripción del espacio. Un vistazo a la cotidianidad del autor y pequeños detalles sobre su personalidad: quién ha recogido la habitación para la foto, quién vive en una casa acomodada o quién no cuida su espalda (Richard Sennet necesita cambiar de silla y Alexander Masters tiene problemas con el orden).

Ernest Hemingway se adelantó a la popularidad de las listas en Internet con su famosa enumeración de títulos referidos  que publicó en la revista Esquire en 1935.

En el artículo titulado Remembering Shooting-Flying: A Key West Letter, el norteamericano afirma que le encantaría volver a leer por primera vez Far Away & Long Ago: A Childhood in Argentina, de W. H. Hudson, Anna Karenina, de León Tolstói, Buddenbrooks, de Thomas Mann, Cumbres Borrascosas, de Emily Brontë, Madame Bovary, de Gustave Flaubert, Guerra y paz, de León Tolstói, Memorias de un cazador, de Ivan Turgenev, Los hermanos Karamazov, de Fiódor Dostoyevski, Hail and Farewell, de George Moore, Huckleberry Finn, de Mark Twain, Winesburg, Ohio, de Sherwood Anderson, La reina Margot, de Alejandro Dumas, La casa Tellier, de Guy de Maupassant, Rojo y negro y La cartuja de Parma, de Stendhal, Dublineses, de James Joyce y Autobiografías, de W. B. Yeats.

El escritor Ernest Hemingway escribiendo en un campamento en Kenia. Foto: eldiario.es

Las novelas góticas de carácter romántico y la poesía fueron dos de los géneros en boga durante la juventud de Jane Austen. Según notas autobiográficas y su correspondencia, la escritora fue una ávida lectora y accedía a los libros a través de las colecciones familiares, los amigos y bibliotecas ambulantes. Los libros eran caros y ella provenía de una casa humilde pero se buscó la forma de acceder a ellos.

Entre sus escritoras favoritas estaban Ann Radcliffe, Maria Edgeworth, Charlotte Lennox y Frances Burney, especialmente por su novela Cecilia. En su lista de escritores aparecen Samuel Richardson, George Crabbe, Walter Scott, Robert Burns o Henry Fielding. También leyó historia política firmada por Thomas Clarkson o Charles Pasley y poemas de Milton, Byron y Wordsworth.

Para que no quedase duda alguna acerca de sus preferencias en materia de literatura Henry Miller escribió Los libros en mi vida, una zambullida profunda en la historia de sus lecturas. “El otro día, a petición del editor francés Gallimard, hice una lista de los cien libros que, según creo, ejercieron mayor influencia en mí. La lista es realmente extraña porque comprende títulos incongruentes como Peck’s Bad Boy, de George Wilbur Peck, Letters from of the Mahatmas y La Isla de Pitcairn, de Charles Nordhoff y James Norman Hall”, explica en el texto.

A estos se les unen Memorias de Casanova, Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, Los misterios de París, de Eugène Sue, La historia de mi vida, de Helen Keller, Viaje al fin de la noche, de Céline, Los miserables, de Victor Hugo, Cartas a mi hermano, de Theo de Vincent Van Gogh o Siddharta, de Herman Hesse. Y noventa más.

En Lecciones de un Pigmalion. La historia de cómo F. Scott Fitzgerald educó a la mujer que amaba, de Sheila Graham, la última pareja de Scott Fitzgerald (se enamoraron y vivieron juntos mientras su esposa Zelda ya estaba internada en el psiquiátrico) ofrece sus lecturas. Él elaboró un plan de estudios con el que completar los conocimientos de la reportera de Hollywood y que, además, sirve como ejemplo del bagaje cultural y preferencia del escritor. Amante de las listas, elaboró diversas sobre música, arte, historia y, por supuesto, literatura. Flaubert, Anatole France, Shakespeare, Keats, Conrad, Homero, Dickens y Proust aparecen en la enumeración.

En la web Openculture también publicaron una lista de 22 libros que supuestamente Fitzgerald le dio a su enfermera Dorothy Richardson durante su convalecencia en un hotel de Asheville. Casa de muñecas, de Henrik Ibsen, las obras de teatro de Oscar Wilde, Fiesta en el jardín, de Katherine Mansfield y El halcón maltés, de Dashiell Hammett son algunos de ellos.

Caitlin Moran se declara “la tía sexy y sucia que les enseñará todo a las jóvenes”. Foto: eldiario.es

Los autores contemporáneos también tienen sus preferencias y muchas de ellas están recogidas en librerías online que generan sus propios contenidos para atraer a los clientes. Uno de los mejores ejemplos es One Grand, que pregunta a artistas, cocineros, actores, políticos, diseñadores y, evidentemente, escritores cuáles son sus diez libros preferidos. Por ejemplo, Caitlin Moran tiene gusto eclécticos: desde las Crónicas de Narnia, de C.S. Lewis a Retratos del artista adolescente, de James Joyce pasando por Jane Eyre, de Charlotte Brönte y El Diccionario.

La publicación The Week también tiene una sección dedicada a los “seis libros preferidos de”. Por ejemplo, los de Maya Angelou son Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, La Biblia, El ángel que nos mira, de Thomas Wolfe, Poesía completa, de Paul Laurence Dunbar, Mujercitas, de Louisa May Alcott y El hombre invisible, de Ralph Ellison.

Naomi Klein se decanta por The Fire Next Time, de James Baldwin, Las venas abiertas, de América Latina de Eduardo Galeano, El atlas de las nubes, de David Mitchell, Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin, Primavera silenciosa, de Rachel Carson y Frankenstein, de Mary Shelley. Quizás más interesante sería saber qué títulos componen las listas de placeres culpables literarios, pero esos suelen estar bien camuflados en las estanterías.

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