El 10 de diciembre, en el Palacio de los Deportes, será la primera vez que el legendario rockero actúe en nuestro país. Para algunos conocedores de rock es un retraso musical y generacional de tres décadas
Cuando Jon Landau afirmó que había visto el futuro del rock y su nombre era Bruce Springsteen, el reconocido periodista de la revista Rolling Stone jamás se imaginó que aquel descubrimiento marcaría el rumbo que tomaría la escena musical estadounidense de la década de 1970.
Landau escuchó a Springsteen por primera vez durante un concierto en el Harvard Square Theater, en mayo de 1974. Aquel joven originario de Nueva Jersey, ataviado con jeans y botas, logró sacudir de tal manera al crítico musical con su canción Born to Run, que éste no dudó en advertir a sus lectores que había sido testigo del nacimiento de lo que años después se convertiría en una leyenda musical.
El título del “Nuevo Dylan” pronto acaparó los titulares. Las revistas Newsweek y Time dedicaron espacios privilegiados para hablar sobre la nueva sensación del rock, pero nadie se imaginó que “The Boss” (El Jefe) acabaría con la mala racha que cargaron sus dos primeros discos (Greetings from Asbury Park, N.J. y The Wild, the Innocent & the E Street Shuffle) para convertirse en la voz de las minorías en Estados Unidos: la clase obrera, los afroamericanos, los inmigrantes y la comunidad gay. En pocas palabras, a
Springsteen se le acreditó la hazaña de hacer visible a los olvidados.
El mensaje social y político que el rockero pregona en su música ha sido, desde sus inicios, una pieza fundamental para explicar su éxito como cantautor. Ciudadano y músico caminan de la mano cuando de cuestionar a la clase política estadounidense se trata; de ahí que el rockero haya hablado en sus canciones sobre la Guerra de Vietnam, el autoritarismo en la administración de George W. Bush, los atentados del 11 de septiembre y la esperanza depositada en el presidente Barack Obama.
Después de cuatro décadas de actividad en la música, “El Jefe” llegará por primera vez al país el lunes 10 de diciembre para ofrecer un concierto en el Palacio de los Deportes de la capital mexicana.
EL ROCK Y EL COMPROMISO SOCIAL
Cuando Bruce Springsteen trata de explicar el éxito de sus conciertos, señala que se debe a que sus seguidores se identifican con la búsqueda de la identidad, el reconocimiento personal, la aceptación y la comunión que proclama en sus canciones.
Ya desde su mítico legendario Nebraska (1982), “El Jefe” hablaba en la canción “Johnny 99” sobre las víctimas de las grandes empresas, el abuso de los banqueros y la violencia del sistema judicial. Todas estas inconformidades que abordó el rockero formulan parte de las proclamas que movimientos sociales como el Occupy Wall Street y el “15-M”, surgidos en Estados Unidos y España en 2011, plasman en su lucha.
“Bruce Springsteen es un demócrata por excelencia, es el representante de la clase obrera en Estados Unidos, es la voz de esa generación de 1970 y 1980 que evolucionó la clase media estadounidense. Sus ideales políticos y sociales son producto de su experiencia en el seno de una familia de inmigrantes y su entorno en una población segregada en lo racial”, explica Benjamín Salcedo, director de la revista Rolling Stone México, en entrevista con Sin Embargo MX.
“El Jefe representa esa parte aspiracional con la que la gente se identifica, sean estadounidenses, españoles o mexicanos”, agrega Salcedo.
Hijo de Douglas Frederick Springsteen, un chofer de autobús de ascendencia irlandesa, y de Adelle Zirilli, una secretaria italoamericana, “El Jefe” nació en Freehold, Nueva Jersey, el 23 de Septiembre de 1949. Vivió gran parte de su niñez y adolescencia bajo la presión de un padre autoritario que rechazaba la idea de que su hijo quisiera dedicarse al rock.
“Las batallas por la supervivencia de mis padres son la materia de mi vida”, reveló el cantante a The New Yorker, en una entrevista realizada en julio pasado.
“Cuando Bruce Springsteen emergió a la escena musical, sus canciones tuvieron una actitud política, mostró convicción y asumió un compromiso, y hasta ahora, ha sido muy fiel a eso. Sus ideales políticos trasladados a la música han sido pieza clave en su éxito entre las masas. Jon Landou, el crítico que lo catapultó y luego se convirtió en su manager, lo ayudó mucho a definir ese balance entre lo musical y el mensaje social implícito en sus letras”, cuenta el crítico musical Pepe Návar.
Su ya legendaria canción Born in The U.S.A., de 1984, se convirtió en un homenaje a los veteranos de la guerra de Vietnam, en el himno incómodo de una nación. En tanto, la no menos mítica The River, tema que da nombre a su álbum de 1980, hace une reflexión sobre el capitalismo, la crisis económica y los sueños de las personas.
También Streets of Philadelphia, la canción que encabezó la banda sonora de la película Philadelphia (1993), el filme de Jonathan Demme protagonizado por Tom Hanks y Denzel Washington sobre el VIH, la comunidad gay y el respeto a los derechos humanos, es otro ejemplo del poder sonoro y lírico de The Boss.
“Al igual que existen libros para explicar las canciones de Bob Dylan, también los hay para entender las canciones de Springsteen. Hay un contexto político y social bien fundamentado detrás de sus líricas”, señala Salcedo.
Pero además de tener una postura política bien definida, ¿qué otros atributos hacen del trabajo de Bruce Springsteen algo único? El director de Rolling Stone México indica que la clave radica en que el rockero ha sabido mantener su estatus como estrella, el que vende millones de álbumes, el que ha ganado en diversas ocasiones premios Grammy y llena estadios en todo el mundo, año tras año, desde la primera mitad de la década de 1970, sin traicionar sus ideales.
El músico y periodista Alonso Arreola coincide con Salcedo. “Una de sus grandes hazañas ha sido contar historias y sabe hacerlo muy bien. Él ha sabido tener lo mejor de ambos mundos, goza de una convocatoria masiva, pero también es un tipo congruente con su postura política y social, combinación que no siempre se logra, sobre todo si eres una figura de la industria discográfica”.
EL HÉROE DE LA CLASE OBRERA
Desde su juventud, Springsteen posee un sentimiento de clase bien definido y ha ido de la mano con el progresismo estadounidense. Nacer y crecer en un ambiente de minorías sembró su ideología demócrata, pero sin pensar que la política salvaría al proletariado.
Born in the U.S.A., de 1984, es quizá la canción con la peor interpretación en el repertorio de “El Jefe”. La imagen de Springsteen junto a una gran bandera estadounidense fue entendida como un canto chovinista, pero era todo lo contrario. En su canción, el músico plasmó su repudio a la Guerra de Vietnam. El entonces Presidente, Ronald Reagan, intentó aprovecharse de la pieza musical y la adoptó en sus dicursos.
Sin desmentir a Reagan formalmente, el rockero optó por lanzar mensajes breves durante sus conciertos que contrarrestaban lo dicho por el político estadounidense. “Nos están dividiendo en dos Américas…. Creo que la idea original era que todos viviéramos como una familia donde el más fuerte ayuda al más débil, y el rico ayuda al más pobre. Ese es el sueño americano. No se trata de que todo el mundo lo consiga o gane un billón de dólares, sino de que todos tengamos la oportunidad de vivir una vida decente y digna”, expresó el músico durante un concierto en Pittsburgh, en aquella época.
La mejor forma de apoyar a esas minorías olvidadas por Reagan fueron las donaciones que Springsteen hacía a decenas de organizaciones civiles al final de sus conciertos, labor que ha mantenido en más de tres décadas de carrera en la música y 120 millones de discos vendidos en el mundo.
Su simpatía por los demócratas hizo que Springsteen apoyara a Obama desde su campaña presidencial en 2008 y en su reciente reelección. El ex presidente estadounidense Bill Clinton se ha referido a Bruce como “un hombre que representa los verdaderos valores americanos”.
Pero la relación entre Obama y Springsteen no sólo ha sido ideológica, también lo es en lo musical. La canción We Take Care of Our Own era el tema oficial que se escuchaba después de los mítines del presidente estadounidense.
“Los valores de Bruce Springsteen reflejan aquellos defendidos por el Presidente y el Vicepresidente: esfuerzo, justicia e integridad”, dijo en un comunicado Jim Messina, jefe de la campaña de reelección de Obama.
“Lo que pasó con la Presidencia de Obama es de esos puntos articulatorios verdaderamente necesarios en la historia de los Estados Unidos, por lo cual muchas figuras como Bruce Springsteen decidieron apostarlo todo para que se diera un cambio. Él (Bruce) no es tan ingenuo como para saber que todo sería perfecto, hay riesgos, pero el tipo se la jugó y si bien, yo nunca he creído en comprometer el discurso artístico de manera tan literal con causas políticas, a Bruce lo avalan su calidad y trayectoria artística”, opina Alonso Arreola.
CONCIERTOS “A LA CARTA”
Pepe Návar recuerda al escritor y periodista Juan Villoro, un admirador ferviente del rockero estadounidense, para hablar sobre el poder en vivo que caracterizan a sus conciertos: “A Springsteen hay que verlo en vivo. No hay más”.
Benjamín Salcedo apoya la opinión de Villoro. Hace una semana, tuvo oportunidad de verlo en vivo acompañado de su legendaria agrupación The E Street Band en Oakland, California, y ser testigo una vez más de la magia que crea Springsteen cada vez que se sube a un escenario.
“La primera vez que vi a Springsteen fue en la gira de The Rising, en 2002. Fui a un concierto en Chicago y fue maravilloso. Bruce traía toda esa adrenalina y esa vibra del momento político que se vivía tras los atentados del 11 de septiembre y eso creaba un ambiente muy especial”, recuerda Salcedo.
El periodista advierte que las presentaciones del rockero de 63 años se caracterizan por su duración y emoción. “La gente que vaya al Palacio de los Deportes a verlo, váyase con toda calma, porque no toca menos de tres horas”.
Návar recuerda que la primera vez que asistió a un concierto de Springsteen fue en 1980, durante su gira “The River”. “Entonces Bruce tenía ya un estatus de estrella. Sus shows son muy poderosos, muy eléctricos. Él es uno de esos artistas que no sólo goza de interpretar una canción, sino que verdaderamente lo proyecta al público”, dice el crítico musical.
Durante años, los conciertos de “The Boss” alcanzaban las cuatro horas.
“Recuerdo que en su show en Los Ángeles hubo un intermedio, pero al paso de los años, el músico ha optado por llevar su concierto en un sólo bloque”, indica Návar.
Otro de los aspectos que hacen particularmente especiales los conciertos del rockero estadounidense es que presenta un repertorio “a la carta”. “La gente lleva carteles con sus peticiones y entonces él, cuando camina por una pasarela instalada en la pista del lugar, los recoge. Elige algunos, los lee y le indica a sus compañeros de banda cuál será la siguiente canción que interpretarán. ¡Es increíble!”, comenta Salcedo.
Aunque Springsteen todavía carga el dolor que le produjo la muerte de su amigo y compañero en The E Street Band, el saxofonista Clarence Clemons, ocurrida en julio de 2011, en su gira “Wrecking Ball World Tour”, “El Jefe” se muestra tranquilo.
Springsteen y Clemons fueron muy cercanos. Lo interesante es que esa ausencia la contrarresta muy inteligentemente al incluir cinco metales, un coro de tres coristas afroamericanos (dos mujeres y un hombre) y siete músicos más. Lamentablemente, su esposa Patti Scialfa, ya no lo acompaña en los teclados”, dice Salcedo.
Salcedo y Návar coinciden en que Springsteen llega tarde a México.
“Los jóvenes ahora se emocionan con cualquier grupo folk. Lo siento si sueno peyorativo, pero tendrían que saber que Mumford & Sons, la nueva sensación británica, son los nietos musicales de Bruce Springsteen. Kings of Leon es otra banda que tiene una esencia de Bruce muy marcada. Conozcan el origen de estas nuevas tendencias en la música. Springsteen es una parte fundamental de la historia de lo que se escucha hoy”, explica Salcedo.
Por su parte Pepe Návar opina que el retraso con el que llega “El Jefe” a México refleja una diferencia musical y generacional muy marcada. “A mucha gente, Bruce puede no decirle nada. Han pasado muchas cosas, han pasado 32 años, pero sería importante que la gente que pueda verlo en vivo, compruebe por qué Springsteen goza de un estatus de leyenda en la música”.
Alonso Arreola difiere de sus colegas: “Tipos como él no llegan tarde. Está en un buen momento escénico. Es una de las giras más caras de Estados Unidos, y quizá por ahí sea el problema. Afortunadamente nos llega un Bruce mucho más sabio, un músico que entregó grandes himnos, y que alcanzó una madurez como compositor, en solitario y con The E Street Band”.
Acreedor a 20 premios Grammy, 17 álbumes de estudio y el flamante título de integrante del Salón de la Fama del Rock & Roll, “The Boss” promete hacer de su concierto en México algo histórico.
“En México estamos viviendo un momento de efervescencia social muy importante, y en ocasiones muy malentendida también. Seremos testigos de un hombre que ha llevado a los niveles más altos el discurso social y político, y que ha sembrado una carrera musical impecable”, concluye Salcedo.