Sin apoyo de su amigo Jared Kushner, luego de que ayer se concretara la derrota de Donald Trump en las urnas, el exsecretario Luis Videgaray Caso espera desde Massachusetts que la Fiscalía General de Justicia ajuste y nutra una nueva solicitud de orden de aprehensión en su contra. Dice, según su misiva del 20 de agosto, estar listo para atender el llamado de la autoridad.
Ciudad de México, 8 de noviembre (SinEmbargo).– “Tener una frontera segura es un derecho soberano y de beneficio mutuo. Respetamos el derecho de cualquier país a construir un muro en cualquiera de sus fronteras para detener el movimiento ilegal de personas, drogas y armas”, dijo el entonces candidato Donald Trump el 31 de agosto de 2016 durante su breve visita a México, un país que había despreciado en discursos y expresiones previas a su llegada a Los Pinos.
Esa polémica visita fue orquestada por el exsecretario de Estado, Luis Videgaray Caso (Ciudad de México, 1968), el hombre más cercano al Presidente Enrique Peña Nieto, con el yerno de Trump, Jared Kushner, quien a la larga se convirtió en un consejero multiusos del Presidente. Videgaray Caso presumía entonces su cercanía e incluso amistad con el esposo de la hija consentida del aún Presidente estadounidense: Ivanka Trump.
Ese día de agosto de 2016, sin embargo, Trump se burló de Peña Nieto en su cara haciendo desplantes pero sin mencionar por completo su frase recurrente de entonces: “México pagará por el muro”; pero, horas después, en un mitin en Arizona, el empresario inmobiliario dijo a sus seguidores que había estado en la casa del Presidente de México y que no significaba nada: México sí tendría que pagar por la barrera en la frontera.
La desastrosa invitación le costó el cargo a Videgaray Caso, quien tres meses después reconoció que se había equivocado, porque la presencia del entonces candidato republicano a la Presidencia de EU fue “ofensiva para los mexicanos”; por eso, dijo, presentó su renuncia. Días después el republicano tomaría protesta como Presidente y lanzaría una férrea política antinmigrante, más ataques contra los mexicanos e impulsaría cambios drásticos en el tratado de libre comercio, que se plasmaron en el nuevo T-MEC.
Trabajadores de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE), donde Videgaray dijo que “llegó a aprender” sobre política exterior de 2016 a 2018, lo describen como alguien muy inteligente: “la mente maestra detrás del sexenio”, ágil mentalmente por su ambición política desde niño, aplicado, organizado, amable y educado. “Para él, el fin justifica los medios y es un estratega político y financiero”, plantearon. También gritón cuando se molesta y “tiene mucha influencia incluso en Estados Unidos en niveles académicos y políticos”.
Pero, cuatro años después, ya con el demócrata Joe Biden como Presidente electo de Estados Unidos, y por ende sin la red de apoyo de su amigo Jared Kushner, Videgaray Caso espera desde Massachusetts, en el este estadounidense, que la Fiscalía General de la República (FGR) ajuste y nutra una nueva solicitud de orden de aprehensión en su contra para perfeccionar la acusación, luego de que la primera petición se filtró y la FGR se desistió de ella el viernes pasado. Dice, de acuerdo con su misiva del 20 de agosto, estar listo para atender el llamado de la autoridad.
Esto derivado de señalamientos del extitular de Petróleos Mexicanos (Pemex) y excolega, Emilio Lozoya Austin, sobre su presunta relación directa con el soborno millonario de la constructora Odebrecht para usarlo en las elecciones de 2012 a favor del Partido Revolucionario Institucional (PRI). También lo culpó de haber gestionado un soborno para legisladores entorno a la aprobación de la Reforma Energética.
En su único tuit desde que dejó la administración pública, Videgaray Caso afirmó que esas acusaciones eran “falsas”, “absurdas” y una “venganza política”. Solo “mentiras inventadas” para librarse. Y recordó sobre su “mala relación” desde aquellos años del peñismo, “resultado de su mal manejo financiero de Pemex [como la compra de la planta chatarra Agronitrogenados], de lo que él pretendía hacer con la Reforma Energética, y de su conducta como servidor público”.
SU VIDA EN EU
Desde septiembre de 2019, rodeado por el río Charles y grandes extensiones de áreas verdes en Boston y Cambridge, el excanciller trabaja como académico y director del Proyecto Mundial de Políticas de Inteligencia Artificial en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), donde él mismo cursó el doctorado en Economía y egresó en 1998 con la tesis titulada: “La respuesta fiscal a los choques petroleros”. Desde abril de 2018, aún como Canciller, visitó el campus para ofrecer la contribución del Gobierno de México al tema de Inteligencia Artificial. Se entrevistó con la comunidad científica, líderes empresariales locales y con el Alcalde de Boston.
En febrero de este año, como se evidenció en un video viralizado, un estudiante le cuestionó durante una ponencia sobre IA sobre su papel en Odebrecht, en OHL, malversación de fondos para las campañas priistas, Monex y Soriana. “Valdría la pena abordarlos en el contexto de su discurso sobre confianza y democracia, porque se me ocurre que es el enorme elefante en el cuarto”, le dijo el estudiante, quien dijo llamarse Alonso y cursar el último año de Matemáticas.
Pero el exsecretario de Hacienda le respondió que el tema no era México, pero podía verlo en su cubículo para charlar de ello. “Hice buenas cosas y cometí errores, pero aprendí mucho. Con gusto hablo contigo cuando quieras, la puerta de mi oficina siempre estará abierta y podemos discutirlo”, le invitó.
La periodista Dolia Estévez, corresponsal en Washington que ha intercambiado correos con él, escribió en SinEmbargo que “Luis Videgaray vive en una burbuja académica, solo en un pequeño departamento [sin su esposa ni tres hijos] a unos pasos del campus universitario, fuera de los reflectores, concentrado en su trabajo, dando clases y conferencias antes de la pandemia. Adoptó el look del desenfadado profesor con chaqueta sport y camisa de color. Viaja a la Ciudad de México a visitar a su familia, aunque no se sabe con qué frecuencia”.
SU MANEJO DE LAS FINANZAS
Luis Videgaray, economista por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) considerado cuna de tecnócratas, llegó al círculo más cercano de Enrique Peña Nieto desde el Gobierno en el Estado de México (2005-2011) como su Secretario de Finanzas.
El nexo fue el entonces Secretario de Hacienda de Carlos Salinas de Gortari, Pedro Aspe Armella, con quien laboró en su consultora Protego, donde reestructuraban deudas estatales. Además, el Secretario de Energía de Ernesto Zedillo, Jesús Reyes Heroles González Garza, fue sinodal de su examen profesional.
Luego llegó al Congreso como Diputado federal y hasta 2011 presidió la comisión de Presupuesto y Cuenta Pública. Ahí, contrató como asesor al exsecretario de Educación, Aurelio Nuño, que junto con Emilio Lozoya también participó en la campaña presidencial de Peña Nieto hace ocho años.
Fue Videgaray, de hecho, quien le hizo señas desde su asiento en primera fila a Peña Nieto cuando no pudo citar los nombres de tres libros que hubieran marcado su vida, describe una crónica de El País. “Mira, realmente no podría señalar un libro que haya marcado mi vida”, dijo el 3 de diciembre de 2011, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.
Ya como Secretario de Hacienda, lo primero que hizo fue gestionar el Pacto por México con los dirigentes de los principales partidos de la oposición para aprobar las once Reformas Estructurales que continuarían la apertura económica del salinismo, entre ellas, la Energética, que abrió la puerta a la inversión privada en la producción y explotación de los hidrocarburos.
En 2014, después de la desaparición de 43 normalistas en Ayotzinapa, para tratar de “apagar el incendio” iniciado por la “casa blanca”-Tren México Querétaro, a Videgaray Caso se atribuyó la decisión de nombrar en la Secretaría de la Función Pública a Virgilio Andrade, quien terminó en agosto siguiente exonerando a Peña Nieto y a su propio amigo, encontrado también por The Wall Street Journal como propietario de una casa en Malinalco comprada al contratista Armando Hinojosa.
Recibió el reconocimiento “Mejor Secretario de Finanzas del Año” por las revistas Euromoney, The Banker y América Economía. Pero de acuerdo con un seguimiento de SinEmbargo durante los tres años y nueve meses que dirigió la Secretaría de Hacienda, sus acciones desembocaron en el freno del crecimiento económico y el acelerado incremento de la deuda pública alertado por calificadoras, además de que, por los bajos precios internacionales del petróleo y la depreciación del peso, no se observaron los resultados prometidos de las reformas estructurales, sólo gasolinazos.