Jorge Alberto Gudiño Hernández
08/10/2023 - 12:01 am
Vivir imaginando
Por eso desconfío, cada vez más, de quienes buscan asirse obcecadamente a una realidad que definen como aquello que existe fuera de la imaginación.
Asociar los conceptos es tan natural como lógico: la imaginación está muy vinculada a la creatividad. Ésa que permite lo mismo escribir una novela extensa que resolver un complicado problema de física cuántica. Sin la imaginación no existirían las grandes obras maestras del pensamiento filosófico ni la comprensión de lo que hasta ahora sabemos del universo. Baste pensar en un sujeto que, viendo un cielo estrellado, imaginó viajes espaciales, batallas intergalácticas, lo diminuto que podría ser el sentido de la existencia humana o una teoría que sirviera para explicarlo todo, ya sea montados sobre el inmenso caparazón de una tortuga, ya a partir de una explosión creadora.
La imaginación es indisociable a estas ideas de creatividad que, a la larga, son las que van dejando los vestigios de lo humano al tiempo que permiten abrir ventanas al futuro gracias a las ideas que se generan.
Más allá de este posible utilitarismo, lo cierto es que todo el tiempo imaginamos sin que esto sea necesariamente útil; no en el nivel de lo artístico o de lo científico. Una de las formas de imaginería que más reconozco en mi propia experiencia tiene que ver con el fantaseo.
A veces es anticipatorio, como cuando voy a una reunión, con un amigo o cuando iba a ver a la chica que me gustaba en la adolescencia. Entonces creaba escenarios alternos, mientras me dirigía hacia allá. Escenarios, sobre todo, favorables. Quizá se deba a mis inseguridades o a una necesidad por tener bajo control lo que sucedería (más, en el caso de la chica). Y, claro está, sucedía con frecuencia que estas fantasías terminaban topándose con una realidad que las desarmaba, pues las expectativas pocas veces se cumplen a cabalidad (aunque, he de reconocer, que, en ocasiones, también pueden superarse).
A diferencia de las fantasías anticipatorias que sólo preparan el camino para la frustración, existen otras acaso más pueriles. Las que permiten jugar con los hubiera. Imaginarse esa llamada telefónica (o ese mensaje peculiar en las redes sociales) en que se le informa a uno que ganó una herencia multimillonaria basta para acelerar a las fantasías: el qué, el cómo y el resto de las preguntas en torno a la forma en que se gastará el dinero entretiene un buen rato. Al menos, hasta que haya otro pretexto para seguir imaginando.
Me gusta suponer que todos tenemos una capacidad similar para el fantaseo sin utilidad. Lo que nos diferencia es el empeño que ponemos en desarrollarlo o, mejor, el permiso que le damos a la fantasía para ocupar ciertos espacios destinados, exclusivamente, a la realidad. En otras palabras, esa capacidad imaginativa también se ejercita. Y, ¿quién sabe?, en una de ésas, echar a andar la imaginación en una semana particular de octubre, asumiendo que se recibirá la llamada que comunique que uno se ganó el Nobel es parte de ese ejercicio útil que permitirá, algún día, que la creatividad detone creando una obra importante, haciendo un descubrimiento lindo, inventando o resolviendo. Uno nunca sabe. Por eso desconfío, cada vez más, de quienes buscan asirse obcecadamente a una realidad que definen como aquello que existe fuera de la imaginación.
Los contenidos, expresiones u opiniones vertidos en este espacio son responsabilidad única de los autores, por lo que SinEmbargo.mx no se hace responsable de los mismos.
más leídas
más leídas
opinión
opinión
22-11-2024
22-11-2024
21-11-2024
21-11-2024
21-11-2024
21-11-2024
20-11-2024
20-11-2024
destacadas
destacadas
Galileo
Galileo