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Dolia Estévez

08/10/2019 - 12:05 am

Interlocutor confiable

Cuando Eduardo Medina Mora fue nombrado embajador en Washington en 2012, el gobierno de Obama no vaciló en darle el beneplácito. Era un ente conocido. Un interlocutor confiable.

Cuando Eduardo Medina Mora fue nombrado Embajador en Washington en 2012, el gobierno de Obama no vaciló en darle el beneplácito. Foto: Eddie Arrossi

Washington, D.C.—Cuando Eduardo Medina Mora fue nombrado Embajador en Washington en 2012, el gobierno de Obama no vaciló en darle el beneplácito. Era un ente conocido. Un interlocutor confiable. Había pasado los exámenes de confianza como Procurador. Fue pionero en la instrumentación de la Iniciativa Mérida asociada a la violencia y precursor del “trasiego vigilado” de armas que degeneró en el operativo criminal Rápido y Furioso. Su designación enviaba el inequívoco mensaje de que pese al cambio discursivo de Peña Nieto la continuidad de la estrategia bélica estaba garantizada.

Entrevisté a Medina Mora dos veces. Como Procurador en 2007 subestimó el poder de los carteles y argumentó que la “pretensión” de algunos grupos criminales de disputar al Estado el monopolio en el uso de la fuerza era sólo en “zonas muy localizadas”. Rechazó tajante considerar la legalización de las drogas y envidió el éxito de Colombia en desarticular carteles (Poder y Negocios, 14/08/2007).

En 2013, me recibió en sus oficinas en la Embajada de México en la avenida Pennsylvania. Sobre su escritorio el emblemático “teléfono rojo” que lo conectaba las 24 horas del día a Los Pinos (ahora a Palacio Nacional). Desmintió las declaraciones del jefe de la ATF en Phoenix de que palomeó el “trasiego vigilado” de armas. Defendió su peculiar metamorfosis de Procurador a propagandista de las reformas estructurales peñistas y defensor de los migrantes.

Aseguró nunca haber visto la carpeta delictiva de Esther Gordillo y descartó usar Twitter porque, “mi expresión siempre ha sido institucional”. Pregunté: ¿Es Usted miembro del PAN o del PRI? Respondió: “De ningún partido”. (Poder y Negocios, septiembre 2013). No hubo forma de sacarle más. Me fui con la sensación de que su semblanza de sonrisa fingida escondía una negra conciencia.

Calderón lo mandó a Londres de Embajador en 2010 tras el pleito con García Luna. “No podemos depender de ‘fiscales de hierro’”, dijo en 2008 en un foro del Instituto México, del que fue miembro de la junta de consejeros. En octubre de 2012, cuando aún representaba a Calderón en el Reino Unido, Peña le ofreció la Embajada en Washington durante la visita que hizo como presidente electo a Londres.

En diciembre de 2014, Peña lo mandó llamar de urgencia para hacerle una oferta que no podía rechazar. Dejó plantados a los corresponsales mexicanos a quienes había convocado a despedir el año con un brindis. Renunció a la Embajada considerada la joya de la diplomacia mexicana para contender por la Suprema Corte. Su designación para ministro causó asombro. Se dijo que no tenía el perfil. Ni la trayectoria.

En medio de la polémica, di a conocer un documento del Departamento de Justicia que revelaba que Medina Mora tuvo una reunión con su contraparte estadunidense Michael Mukasey el 16 de noviembre de 2007 en Washington en la que hablaron sobre la “entrega vigilada” de armas de fuego a México, lo que dio lugar posteriormente al fracasado operativo Rápido y Furioso (Reunión del Procurador General con el Procurador General mexicano Median Mora, salón de conferencias, 16/11/2007).

Medina Mora desmintió mi reporte. Negó indignado haber sabido sobre el “tráfico vigilado” (Carta a Carmen Aristegui, 05/03/2015) pese a documentos oficiales que así lo consignan anexados como elementos probatorios al expediente del Senado sobre Rápido y Furioso. Mintió para no poner en peligro el cargo de ministro al que ahora renuncia.

Antes de partir de Washington puso a su esposa enferma de cáncer en la nómina de la Embajada en calidad de “aviadora” para que el gobierno de México siguiera pagando el seguro médico que cubría su costosa terapia. El ministro la visitaba los fines de semana y en los recesos de la Corte. La señora murió en febrero pasado. Fue un abuso de poder que la embajada en manos de un encargado de negocios no se atrevió a denunciar.

Uno de los desplantes más sonados de su paso por las orillas del Potomac fue su inconsecuente recriminación de la industria fílmica de Hollywood por promover estereotipos racistas de los mexicanos. En el Reino Unido, también hizo un papelón al demandar una disculpa pública de un comediante del programa Top Gear de la BBC que tachó a los mexicanos de “flojos e irresponsables”.

El empresario vuelto espía, el espía vuelto policía, el policía vuelto Procurador, el Procurador vuelto Embajador, el Embajador vuelto Ministro, el Ministro vuelto sospechoso. El declive del redactor de mentiras. El máximo poder es la iniciación de la decadencia.

“Cónsul beligerante” II
Cuando Luis Videgaray llegó a la Cancillería se encontró con una gruesa carpeta con el apartado de “foco rojo”. Contenía denuncias de amenazas y de conducta beligerante interpuestas por empleados del Consulado en Albuquerque y de la Cancillería contra Efrén Leyva; imágenes de Leyva con la camisa abierta exhibiendo la barriga en aparente estado de ebriedad. Videgaray subrayó su nombre. Poco después lo despidió. Era protegido de Claudia Ruiz Massieu. En la cuenta de Twitter que Leyva cerró la semana pasada se jactó de haber sido amigo del padre de la sobrina de Salinas. Su nombramiento para cónsul en San Bernardino no debe proceder. Grave error si Marcelo Ebrard se empeña en reciclar basura priista que el propio Videgary desechó por tóxica.

Twitter: @DoliaEstevez

Dolia Estévez
Dolia Estévez es periodista independiente en Washington, D.C. Inició su trayectoria profesional como corresponsal del diario El Financiero, donde fue corresponsal en la capital estadounidense durante 16 años. Fue comentarista del noticiero Radio Monitor, colaboradora de la revista Poder y Negocios, columnista del El Semanario y corresponsal de Noticias MVS. Actualmente publica un blog en Forbes.com (inglés), y colabora con Forbes México y Proyecto Puente. Es autora de El Embajador (Planeta, 2013). Está acreditada como corresponsal ante el Capitolio y el Centro de Prensa Extranjera en Washington.

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