Alejandro Páez Varela
08/10/2012 - 12:05 am
La viuda, Humberto y Rubén
Es claro que Lucero Davis actuó por sí misma. Sin consultarlo con nadie, envió el reclamo público a Rubén Moreira, Gobernador de Coahuila, tío de su difunto esposo José Eduardo. Fue un arrebato de dolor que la prensa convirtió en noticia de todo el viernes pasado. Se hizo un escándalo. Y ella no se retractó; […]
Es claro que Lucero Davis actuó por sí misma. Sin consultarlo con nadie, envió el reclamo público a Rubén Moreira, Gobernador de Coahuila, tío de su difunto esposo José Eduardo. Fue un arrebato de dolor que la prensa convirtió en noticia de todo el viernes pasado. Se hizo un escándalo. Y ella no se retractó; ha dejado ver lo que hace tiempo se rumora: que la familia está muy dividida.
Se dice que Humberto y Rubén no están en su mejor momento. Hoy se reclama que José Eduardo perdió la escolta en cuanto su tío llegó el poder. ¿Fue sabio quitarle la vigilancia? ¿Fue sabio que el joven estuviera trabajando en Acuña, en una de las zonas más peligrosas de México? =
Lucero Davis es muy cercana a su suegro, Humberto. En pocas palabras, es fan del “profe”. ¿Por qué él no la detuvo? El reclamo que le hizo al Gobernador marcará su administración. Lo llamó “maldito”. Y el Gobernador tuvo que apechugar. ¿Pero por qué no la detuvieron?
Se rumoraba que Humberto estaba molesto con su hermano desde hace tiempo, pero faltaban piezas al rompecabezas. Parece que el asesinato del joven José Eduardo aceleró el distanciamiento.
Rubén Moreira no fue al velorio de su sobrino. Quizás fue un buen cálculo: imaginen a Lucero Davis, aferrada al féretro, gritándole al Gobernador lo que dijo en Twitter. Seguramente lo habría hecho. Por eso, dicen algunos, él prefirió no pararse. Ni él, ni los funcionarios de primer nivel de su gobierno. Aunque evidenció aún más la ruptura en la familia.
Porque si alguien hubiera intentado detener a la viuda, lo logra. Si sus cercanos le hubieran recomendado no hablar en público, seguramente entiende y acata. Pero no le recomendaron callarse. “No sabes gobernar”, dijo Lucero Davis directamente a Rubén Moreira desde su cuenta de Twitter. “Esto es tu culpa maldito”, agregó.
A partir de cualquier reacción de, por ejemplo, su suegro, ella tuvo varias alternativas que tenemos los usuarios de Twitter. Una muy sencilla habría sido borrar esos mensajes. Otra, proteger su cuenta y no hacer públicos sus comentarios. No lo hizo.
La viuda del hijo mayor de Humberto Moreira ha decidido mantener el mensaje público. Allí sigue. Allí seguía ayer domingo.
“Exijo justicia!!!!”, dijo el mero día del asesinato en un mensaje enviado al Gobernador. Parece que Rubén Moreira no atiende su cuenta de Twitter, porque en un acto de mínima sensibilidad pudo contestarle, en ese momento, con una palabra de aliento y un compromiso público de que trabajaría para dar con los asesinos. No lo hizo. El segundo mensaje fue peor.
El distanciamiento, sin embargo, no puede durar.
Los Moreira son un clan enorme que básicamente vive de los impuestos de la gente. Hasta sus esposas y otros familiares obtienen sus salarios de distintos presupuestos públicos. Están enquistados hasta en la médula: hay diputados, funcionarios municipales, estatales, federales. Hasta sindicato tienen. Y no se diga la fuerte presencia en círculos como, por ejemplo, el magisterial.
La llegada de Humberto al PRI nacional y el triunfo de Rubén en la gubernatura marcaron el momento cumbre de esta familia. Y sí, ahora el asesinato del joven José Eduardo ha puesto a la familia completa en una tribulación.
Sin embargo, es fácil advertir que triunfará el pragmatismo. Va a operar la reconciliación. No se puede administrar desde el enojo y el distanciamiento un imperio basado en lealtades. No dudo que el caso se vuelva una bandera política. No lo dudo ni tantito.
Pobre la viuda, pobre el muchacho, pero la política convirtió a los Moreira en una familia poderosa. No fue la justicia, sino la ambición. Los hermanos recuperarán la sangre fría cuando disminuya el dolor. Ya lo verán. Hay mucho en juego.
“Lobo es el hombre para el hombre”, escribió Plauto.
Aplicaba hace dos mil años. Aplica hoy también.
@paezvarela
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