De acuerdo con el Estudio Mundial sobre Homicidios de 2019 publicado hoy en Viena por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), aunque el continente americano sólo alberga el 13 por ciento de la población mundial, aquí se registran el 42 por ciento de todas las víctimas de homicidios, una situación que es especialmente grave en América Latina y en la que confluyen problemas de desigualdad, debilidad del sistema judicial y fortaleza del crimen organizado.
La tasa media de homicidios anual en el continente es de 17.2 por cada 100 mil habitantes, casi el triple que el promedio mundial y casi seis veces más que Europa.
Por Antonio Sánchez Solís
Viena, 8 jul (EFE).– Un total de 464 mil personas fueron víctimas de homicidios en 2017, más que todos los muertos en guerras ese año, con Latinoamérica como zona más peligrosa y con la desigualdad, el crimen organizado y el machismo entre las principales causas.
Aunque el continente americano sólo alberga el 13 por ciento de la población mundial, aquí se registran el 42 por ciento de todas las víctimas de homicidios, una situación que es especialmente grave en América Latina y en la que confluyen problemas de desigualdad, debilidad del sistema judicial y fortaleza del crimen organizado.
La tasa media de homicidios anual en el continente es de 17.2 por cada 100 mil habitantes, casi el triple que el promedio mundial y casi seis veces más que Europa.
Ese es el panorama que dibuja el Estudio Mundial sobre Homicidios de 2019 publicado hoy en Viena por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).
La ONU compara la cifra de 2017 con la de 1992 y concluye que, aunque el número de fallecidos ha subido un 17 por ciento, se ha producido un descenso de la tasa de homicidios, es decir, del número de víctimas por cada 100 mil habitantes, debido al aumento de la población.
Así, de los 7.2 homicidios por cada 100 mil habitantes de 1992, se pasó en 2017 a 6.1, disminuyendo, en términos generales, el riesgo de morir por esa causa.
“En términos de una tendencia a muy largo plazo, estamos en las décadas más pacíficas”, explica a Efe Angela Me, una de las coordinadoras del informe.
Sin embargo, dentro de esa tendencia general, desde 2015 se ha detectado una leve subida, por primera vez en décadas de bajada.
Ese aumento puede explicarse por el aumento en América Latina, la región con la tasa más alta y la única donde sube y, especialmente, en países como Brasil y México, cuyo peso demográfico influye en la tasa de todo el continente.
Muere más gente en el mundo por homicidio que en conflictos armados.
Te invitamos a leer el Estudio Mundial sobre Homicidio 2019 de la UNODC
Más detalles: https://t.co/E5bbMcm5VQ#HomicideReport pic.twitter.com/szF8hB5u4n— UNODC_mx (@UNODC_MX) July 8, 2019
Dentro del continente americano, con una tasa media de 17.2, destacan los altos índices de Centroamérica (25.9), Sudamérica (24.2) y el Caribe (15.1), lejos de las cifras del resto del mundo: África (13), Europa (3), Oceanía (2.8) y Asia (2.3).
Por subregiones, las tasas más bajas, de un homicidio por cada 100 mil habitantes al año, se encuentran en Europa Occidental, el este de Asia, Australia y Nueva Zelanda.
Al hablar de las causas, el reporte señala factores como la desigualdad, el desempleo, la corrupción, la inestabilidad política, los estereotipos de género y el crimen organizado.
“Los países con una marcada desigualdad de ingresos tienen más probabilidades de tener una mayor tasa de homicidios que aquellos con brechas más pequeñas”, resume el informe.
De hecho, la ONUDD destaca que si el crecimiento económico no se reparte equitativamente en la sociedad, la violencia puede subir.
Con todo, Angela Me explica que si, en general, “las diferencias en tasas de homicidios entre países pueden ser explicadas principalmente con el desarrollo socioeconómico”, en América Latina no siempre se cumple esa correlación.
“La interpretación es que hay un componente que otras regiones no tienen, que es el crimen organizado y las bandas”, señala Me, que añade a esa ecuación el extendido uso de armas de fuego, mucho más habitual que en otras partes del mundo.
Así, en países como Honduras, El Salvador o Venezuela, las tasas de homicidios son mucho más altas de lo que correspondería a su desarrollo socioeconómico.
La ONUDD destaca también el impacto del crimen organizado, responsable del 19 por ciento de todos los homicidios en 2017.
El informe estima que entre 2002 y 2017, el crimen organizado ha matado a un millón de personas, tantas como víctimas de guerras.
En América Latina, las maras y el narcotráfico son elementos clave en esa relación de crimen organizado y alta tasa de homicidio.
Respecto a las maras, el informe alerta de los altísimos índices de muertes violentas entre adolescentes y jóvenes varones en algunos países de Centroamérica, aunque también en otras naciones.
La ONU se refiere al fenómeno de los “ninis”, los jóvenes que ni trabajan ni estudian.
Así, el informe alerta de que “se cree que el creciente número de jóvenes desempleados y socialmente desfavorecidos está contribuyendo al aumento de los crímenes violentos, incluidos los homicidios, en América Latina”, debido a la combinación de que hay mucho jóvenes sin perspectivas y bandas criminales dispuestas a reclutarlos.
La ONUDD estima que el 21 por ciento de los jóvenes latinoamericanos de entre 15 y 24 años caían en la categoría de “ninis” en el año 2015.
La solución, dice la ONU, pasa por más educación, más trabajo comunitario y un desarrollo de las policías de barrio.
“Si no tienes educación, tienes menores oportunidades de empleo y hace más fácil que los niños se unan a esos grupos criminales”, alerta Me.
El estudio dedica un capítulo entero a los crímenes machistas y destaca que, aunque las mujeres suponen sólo el 20 por ciento de todas las víctimas de homicidios, son la inmensa mayoría en los crímenes de pareja.
Así, casi el 60 por ciento de las 87 mil mujeres que fueron asesinadas en 2017 en todo el mundo fueron víctimas de un crimen machista cometido por sus parejas, ex parejas o familiares hombres, lo que hace que el hogar, insiste la ONU, sea “el lugar más peligroso” para ellas.
El reporte también apunta a la cada vez más evidente, pero aún poco estudiada, relación entre crisis climática, y problemas medioambientales en general, con el aumento de la violencia, especialmente por la falta de recursos, como agua o tierra cultivable.