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Alejandro Páez Varela

08/07/2019 - 12:08 am

El (anunciado) regreso de Calderón

¿Lo tenía previsto así López Obrador? Quizás sí. O quizás no. Pero ya no importa.

Calderón en Veracruz, la semana pasada. Su conferencia: “Los retos que enfrentamos”. foto: Cuartoscuro

No se si Andrés Manuel López Obrador lo tenía presupuestado, pero era previsible que Felipe Calderón regresara en su sexenio.

Hay varias razones que inspiran su retorno. Una es la revancha, así, simple y llanamente; son rivales a muerte desde hace dos décadas. Otra es que terminó la administración de Enrique Peña Nieto, en la que fue, se echó una cobija y guardó silencio mientras el país caía en la espiral de la corrupción y la violencia (el regreso del PRI al poder se lo deben a él; y el mandatario priista lo entendió bien y le tendió esa mullida cobijita llamada impunidad). Una razón más es que el Estado mexicano ya no lo subsidia. Y él no sabe hacer gran cosa. Nunca, en su vida adulta, Calderón estuvo fuera del presupuesto. O quizás algunos meses. Ahora ya no tiene acceso al PAN –de momento, y luego lo explico– y ya no tiene un salario de ex Presidente y la mayoría de sus amigos y familiares se quedaron sin nada. Es cierto que sobrará quién lo financie, sobre todo desde el sector empresarial, pero para eso necesita reactivarse: volverse un opositor importante y esta vez no tropezar, como tropezó en 2018 con la candidatura de su esposa.

El ex Presidente dejó correr la administración de Peña Nieto con la boca cerrada pero con la comodidad de una pensión, escoltas y empleados pagados por el Estado. Disfrutó de ese retiro temporal sin preocupaciones por el país o por nadie: había dejado a su familia y a sus amigos colocados, y a él no le faltaba nada. Y sí intentó, en ese tiempo, ganarse la vida. No tuvo el éxito que quizás esperaba. Ahora que el nuevo Gobierno le retiró la pensión deberá buscarse qué hacer, de dónde colgarse. Le cerraron la llave que se le abrió desde que se hizo funcionario del PAN.

Era previsible, pues, que volviera. Ha decido formar un partido; considera incluso la posibilidad de aspirar a ser Diputado federal. El exilio fue cómodo pero la comodidad se le terminó. Calderón está de regreso o intentará regresar. Ya veremos. La única forma que tiene Calderón de ganarse la vida es amasando un buen caudal de simpatizantes para formar una fuerza y acceder a recursos del INE; a posiciones públicas para él y para su familia y cercanos, que también ha quedado en el desamparo.

¿Lo tenía previsto así López Obrador? Quizás sí. O quizás no. Pero ya no importa.

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Alguien me dice que Calderón no tiene ninguna necesidad económica; alguien que lo ha seguido por años. Que su regreso es principalmente por posiciones de poder y sí, bueno, ya con poder, volver a colocar a los leales y a su familia en puestos donde puedan colgarse de la nómina del Estado. Lo cierto es que Calderón parece estar aprovechando una puerta que se le abre: la desarticulación de la oposición, la carencia de líderes. Cree, siento, que ese vacío que se generó puede ser llenado por él; que puede ser el eje que se articule una oposición a la 4T.

Ahora, ¿podrá Calderón amasar ese caudal de seguidores? Está por verse. Los números de su nuevo partido no dan. No avanza en la conformación de México Libre. Pero eso se podría resolver si el ex Presidente logra un gran frente opositor. Para hacerlo tendría que reconstruir, primero, el puente que quemó hacia el PAN. Luego tender lazos hacia lo que queda del PRD y de Movimiento Ciudadano. Convencerlos de que vayan juntos en una gran alianza. Esa es la oportunidad que tiene. Sin eso, lo lamento por sus aspiraciones, no podrá en corto volverse un “contrapeso”, como dice, o tener fuerza política para construir una alternativa que se vea viable frente a López Obrador y Morena.

¿Podrá Calderón amasar el causal que necesita para volverse opción seria? Está por verse. Él no va a desistir. Va a insistir, aunque fue un hígado cuando fue Presidente; aunque golpeó a cuantos pudo; aunque se enemistó con cuanto se le puso enfrente. Y aunque no gane elecciones.

Pero si no hay más, con un poco de suerte puede colocarse a la cabeza de una especie de frente opositor. Y quizás pueda cosechar a todos esos que aborrecen a AMLO y que prefieren olvidar –por añoranza de poder– quién es Calderón, y qué país nos dejó.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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