Cacho participó en el seminario online “La libertad de expresión en la era digital”, organizado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Logroño, España, 8 junio (EFE).- “Soy una reportera de guerra en mi propio país, México“, afirmó este martes la periodista mexicana y activista en Derechos Humanos Lydia Cacho, superviviente de torturas por sus investigaciones sobre redes de explotación infantil.
Cacho, autora de libros superventas sobre la trata de blancas y esclavismo, participó en el seminario online “La libertad de expresión en la era digital”, organizado por la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) en colaboración con Nueva Revista y dirigido por la vicepresidenta de El Español y presidenta de Tribune for Human Rights (THRibune), Cruz Sánchez de Lara.
“La libertad de expresión es un derecho que tenemos todos, no sólo los periodistas”, añadió Cacho, de 58 años, durante su intervención, de la que informó UNIR.
Incidió en que el periodismo es “una linterna para iluminar el mundo” y “una profesión indispensable para la sociedad, pero para poder ejercerlo necesitamos la libertad de expresión”.
Cacho se refirió a su experiencia al enfrentarse con “una poderosa red de explotación sexual infantil (..), en la que estaban involucrados empresarios y políticos mexicanos” y, con sus investigaciones, demostró “la connivencia entre políticos, banqueros y tratantes de niños”, que publicó en el libro Los demonios del Edén.
Por ello recibió fuertes presiones para que se retractara, fue arrestada ilegalmente y sometida a torturas pero, años después, el 90 por ciento de los miembros de aquella red han sido procesados.
También investigó las redes internacionales de explotación sexual de mujeres y lo que descubrió lo reflejó en su libro Esclavas del poder.
“La autocensura es la hija desgraciada del miedo” porque “paraliza” e impide ejercer el periodismo con libertad, defendió Cacho, quien abandonó México y aprendió a convivir con el miedo desde que “hace 25 años me pusieron una pistola en la cabeza”.
Esta periodista hace 30 años tomó conciencia de la conexión “entre el periodismo y la defensa de los derechos humanos” y, al ver que “no era escuchada en los medios la voz de las mujeres”, decidió aportar una perspectiva de género en sus investigaciones periodísticas.
“El feminismo ha creado una nueva cultura narrativa para explicar los derechos humanos”, añadió al referirse a “los abusos contra la mujer” en el ámbito de la violencia doméstica, entre otros, pero también “contra el varón, en la trata de niños, en redes de droga, prostitución y organizaciones paramilitares”.
Además, apuntó que “la desinformación en las redes sociales” es otra amenaza contra la libertad de expresión y citó el caso del expresidente de Estados Unidos Donald Trump, por lo que es necesario “desactivar a los que desinforman”, subrayó.