Diego Petersen Farah
08/05/2020 - 12:02 am
Energía: la nación y el Gobierno
El retraso tecnológico de la CFE, que produce energía cara y altamente contaminante, lo cual va claramente en contra del interés nacional, se justifica en aras de un bien mayor que es el fortalecimiento del Gobierno.
La reducción de los contratos para la generación de energía por vías alternas, eólica o solar, por parte de particulares, ha puesto de nuevo sobre la mesa la discusión sobre la política del Gobierno actual de favorecer a las empresas del Estado, aunque, al menos en el corto plazo, eso vaya en contra de la lógica económica del país.
En la visión de la actual administración lo mejor que le puede pasar al país es que las empresas productivas del Estado se fortalezcan económicamente y mantengan el monopolio porque eso le da al Gobierno mucho mayor margen de maniobra en la toma de decisiones estratégicas. Desde el otro punto de vista, el de los terribles neoliberales y los simplemente pragmáticos, lo mejor es que el sector energético se abra y existan privados que puedan generar electricidad o extraer petróleo de manera más eficiente y que el Gobierno se quede solo con el control estratégico.
La discusión de fondo es si lo mejor para las empresas del Estado, en este caso particular Pemex y CFE, es también lo mejor para el país. En la visión restauradora del Gobierno actual el problema de México es justamente que el Gobierno perdió su capacidad de gestión y transformación social porque se quedó sin la fuerza rectora de los grandes temas económicos. Regresarle a la CFE el monopolio absoluto de la producción de energía eléctrica (el de distribución nunca lo ha perdido) repercutirá más temprano que tarde en el alza de precios de la energía para empresas y hogares, pero fortalecerá la capacidad de gestión del Gobierno, por ejemplo, para subsidiar a quienes más lo necesiten. El retraso tecnológico de la CFE, que produce energía cara y altamente contaminante, lo cual va claramente en contra del interés nacional, se justifica en aras de un bien mayor que es el fortalecimiento del Gobierno.
La duda es si esta política energética, que es cualquier cosa menos de avanzada, es sostenible en el mediano plazo y cuáles son los costos ocultos de esta decisión; si esta visión de que lo que es bueno para el Gobierno es bueno para el país se sostiene en el tiempo. Si bien es cierto que la Comisión Federal de Electricidad es económicamente mucho más sana que Pemex, también lo es que la reconversión tecnológica en materia energética será mucho más lenta, tortuosa y cara si la dejamos solo en manos de la CFE.
El Presidente ha mandado varias señales en las últimas semanas de que el crecimiento de la economía le tiene sin cuidado y que lo que realmente le importa es el fortalecimiento del Gobierno. La cancelación de los contratos de generación de energía es solo una decisión más en esta lógica. Nos puede gustar o no, pero nadie puede a estas alturas decirse sorprendido.
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