Ciudad de México, 8 mayo (SinEmbargo).- “La pintura se ha hecho para tratar temas amables”, dijo Fernando Botero cuando cumplió 80 años y vino a México para inaugurar la gran retrospectiva que en su homenaje organizó el Palacio de Bellas Artes.
El artista colombiano, convencido de que el arte siempre debe dar placer, no obstante ha explorado en temáticas fuertes y controvertidas como la Muestra Botero Abu Ghraib, inspirada en las torturas a prisioneros en la cárcel de Irak.
“Hay muchas injusticias en el mundo y los pintores no podemos plasmarlas a todas, porque no estamos para eso”, afirmó entonces.
También ha llevado a cabo la serie Vía Crucis, la pasión de Cristo, que ha donado en 2012 al Museo de Antioquía y que se ha vuelto itinerante. El miércoles pasado, esta serie de se hizo presente en el Museo del Canal de Panamá, en el casco antiguo de la capital panameña.
Se trata de 27 óleos y 23 dibujos que Botero creó inspirado en la Biblia, pero adaptándola a la realidad de Colombia.
BOTERO, DESDE PACHUCA A CHINA
En el mes pasado, el Museo Cuartel del Arte en Pachuca, Hidalgo, dio la bienvenida a la exposición Testimonios de barbarie, integrada por 25 óleos y 42 dibujos, en los que el amante del volumen intentó dar cuenta del dolor de Colombia, mediante figuras de torturas, masacres y secuestros.
Entre las obras que el público podrá apreciar hasta junio próximo se encuentran los óleos “El paisaje de Colombia” (2004) y “Desplazado” (2002), y los dibujos “Motosierra” (2003) y “Otro crimen” (2002), entre otros.
Botero prepara ahora una exposición de dibujos en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, Argentina, que se inaugurará este mes, al tiempo que llevará su obra en 2014 al Museo Pushkin, en Moscú, Rusia, y a Beijing, China.
“Empecé haciendo cuadros de toros y un día hice una naturaleza muerta. Fue entonces que me convertí en artista. Cuando una persona decide hacer arte se convierte inmediatamente en artista. No importa si bueno o malo”, contó en tono afable en marzo del año pasado, el pintor de los cuadros coloridos y volumétricos, valuados hoy entre los más caros del mercado.
“Haber descubierto América Latina como tema de la pintura y de la escultura es algo que le debemos a (los muralistas) Diego Rivera y David Siqueiros. Ellos, a su vez, le deben a los italianos del 400 el sentido colorista y volumétrico de la pintura”, agregó.
“Podría decir que mi arte consiste en la mezcla exacta de la lección mexicana y la lección italiana. En el siglo XX, desafortunadamente la pintura se volvió plana, pero seis siglos antes, era colorista y era volumétrica”, insistió.
UN ARTISTA INCANSABLE
“Para mí la sensualidad es abundancia y el volumen es sensual”, dijo el pintor y escultor en la presentación de su gran retrospectiva “Una celebración”, destinada a festejar sus primeros 80 años de vida y los 65 de una carrera artística que él mismo calificó de “incansable”.
“Debo mi popularidad a que he sido calificado como el pintor de gordas, pero muchas veces lo expliqué: no he pintado una gorda en mi vida. Mis cuadros no son un discurso a favor o en contra del sobrepeso. Mis cuadros son reflejo de mi gran obsesión: el volumen”, manifestó el artista.
“El volumen lo aplico a todo, a un animal, a una naturaleza muerta, a un hombre, a una mujer, porque para mí las formas son sensuales y, en esa línea, la abundancia es sensual”, precisó.
A propósito de su dilatada carrera, de más de 65 años, Botero dijo que “jamás tuve la necesidad de disciplinarme, porque lo que más me gusta hacer en la vida es pintar y esculpir. La fuente de mayor placer en mi vida ha sido mi trabajo”, reveló.
De su fama mundial, se mostró orgulloso de que sus esculturas estén en los sitios más importantes de las ciudades más famosas del mundo, como París, Nueva York o la misma Bogotá, al tiempo que alabó el acercamiento físico que las personas buscan concretar frente a sus famosas figuras.
“Mis esculturas se pueden tocar, porque el arte es comunicación”, expresó.