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Salvador Camarena

08/05/2012 - 12:02 am

La oportunidad perdida

Me pasa igualito con el futbol, al que por cierto no soy demasiado aficionado. Pero incluso un villamelón futbolero como yo, cada vez que ve un juego de alguna liga o campeonato europeo, ahora tan frecuentes, tiene derecho a preguntarse: ¿Cómo puede uno, luego de apreciar la calidad presente en los juegos del Viejo Continente, […]

Me pasa igualito con el futbol, al que por cierto no soy demasiado aficionado. Pero incluso un villamelón futbolero como yo, cada vez que ve un juego de alguna liga o campeonato europeo, ahora tan frecuentes, tiene derecho a preguntarse: ¿Cómo puede uno, luego de apreciar la calidad presente en los juegos del Viejo Continente, siquiera ver un encuentro entre dos equipos de nuestra Primera División?

Hace seis meses fue el debate en España entre Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba, y hace seis días el encuentro entre Nicolas Sarkozy y François Hollande. Quien haya visto o leído fragmentos de cualquiera de esos dos encuentros y los compare con lo que ocurrió el domingo en la noche no podrá sino lamentar nuestro debate, su formato e incluso que la polémica más sonada se dé a partir de la participación de una edecán.

Dentro de unas horas, las encuestas podrán decir si alguien ganó o perdió algo significativo luego del encuentro del domingo, pero no hay que esperar para asumir que fue una más de las oportunidades perdidas a las que nos hemos acostumbrado de parte de nuestros políticos (y de las cuales somos corresponsables).

El debate y su formato se lo debemos al PAN y a la izquierda más que al PRI. La propuesta inicial del formato, que según reconocía uno de los panistas involucrado en la negociación fue aceptada en buena medida, es de los blanquiazules. Y los partidos que respaldan a López Obrador aprobaron cada cosa que vimos. ¿Por qué los equipos de quienes van abajo aceptan el formato menos idóneo para confrontar al que va más, muy según algunos, arriba? Inexplicable. Eso era ya increíble cuando nos comunicaron la dinámica pactada. Ahora que la vimos, solo los ánimos demasiado optimistas, o demasiado ligados a los políticos, se afanan en comunicarnos lo que han encontrado relevante de los monólogos del IFE.

Si ni en los ataques ni en las propuestas hubo novedad, ni revelación o sustancia evidentes se puede concluir que todo ha resultado un fiasco, fracaso que se dimensiona mejor cuando recordamos las largas horas de negociación invertidas para este parto de los montes. Además, si las únicas ideas más o menos articuladas que se dijeron fueron las del candidato que no va a ganar ni a influir, confirma lo irrelevante.

Nos conformamos con poco, con muy poco. El debate Rajoy-Rubalcaba, por volver a ese referente, tuvo “54,2% de cuota de pantalla (más de la mitad de los espectadores que en ese momento estaban ante un televisor) y, además, el 27,4% de los españoles estuvieron pendientes del duelo (es la cifra que técnicamente se conoce como rating). (Publicado por Isabel Gallo en El País 08/11/11 http://politica.elpais.com/politica/2011/11/08/actualidad/1320740049_451133.html)

Lo que sigue ya ha comenzado. No ha habido candidato que no se haya quejado de la rigidez del formato. Lo increíble no es escuchar a los autores del entuerto quejarse de que el traje confeccionado no les dejaba moverse. Lo realmente increíble es que no tenemos garantía de que no nos vuelvan a vender un nuevo esquema de “consenso” que otra vez será chiquito, mediocre, nada ambicioso. Esta campaña no ha traído nada que nos haga pensar en que vamos avanzando en las elecciones: ni el IFE, ni los partidos han dado motivos para pensar lo contrario.

Hablando de los optimistas a ultranza, los números de audiencia han arrojado que el debate sí le ganó a un partido de liguilla, a un juego de liguilla donde no estaba ninguno de los cuatro equipos más populares de México, es decir, un gris partido de la gris liga de futbol que tenemos. Algunos encontrarán en ello motivos de esperanza. Yo no, será porque le voy al Atlas y mayor mediocridad hoy en el futbol mexicano es imposible de detectar.

Salvador Camarena
Es periodista y conductor de radio.

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