Desde las ingenieras y programadoras que ayudaron a llevar al ser humano a la luna hasta las médicas y doctoras que desarrollaron tecnología de última generación para las vacunas contra el COVID-19, la presencia de las mujeres ha sido cada vez más protagónica en la ciencia, a pesar de las dificultades que enfrentan en esta disciplina, que aún no han sido resueltas del todo.
Ciudad de México, 8 de marzo (SinEmbargo).– Este viernes 8 de marzo, el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, instituido en 1977 por la Asamblea General de Naciones Unidas, que busca destacar la lucha de las mujeres por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo como persona.
Por ello, en GALILEO, el programa sobre ciencia de Estudio B, aprovechamos la coyuntura para dedicarle el programa a las mujeres en la ciencia: no se trata sólo de una conmemoración, sino de un día de reflexión y de reivindicación de la lucha por la igualdad total.
Y es que la fecha tiene sus raíces en movimientos laborales y feministas del siglo XX y se ha convertido en un momento para reflexionar sobre los derechos de las mujeres, la equidad de género y para destacar la importancia de eliminar la discriminación y la violencia de género.
No es sólo hoy, pero el Día Internacional de la Mujer también es un momento que sirve de pretexto para reconocer los logros de mujeres en diversos campos, desde la política y las artes hasta la ciencia y la tecnología, que es en lo que nos centramos. El 8 de marzo además es una oportunidad, para todos, de resaltar los desafíos que las mujeres aún enfrentan en todo el mundo. La batalla está lejos de acabar y, aunque se han dado pasos significativos en todas las áreas, aún falta mucho para lograr un mundo más inclusivo y equitativo.
CIENTÍFICAS, ACADÉMICAS, DOCTORAS…
Apenas el 11 de febrero pasado también se celebró el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. A diferencia de los hombres, las mujeres científicas han tenido no sólo que derribar la frontera de acceder a esta disciplina, un lugar históricamente controlado por el género masculino, como casi todo, sino también enfrentarse a la falta de reconocimiento histórico que ha llevado a que muchas de estas expertas no sean tan conocidas o definitivamente no sepamos de su participación en la ciencia.
Una de las figuras más antiguas y destacadas en este terreno es Hipatia de Alejandría (360–415 d.c.), una filósofa, matemática y astrónoma de la Antigua Grecia. Sin embargo, es importante señalar que el término "científica" en el sentido moderno no existía en la época de Hipatia, y las contribuciones de las mujeres a menudo se daban en campos que ahora consideramos interdisciplinarios.
Hipatia escribió sobre geometría, álgebra y astronomía, diseñó diversos instrumentos científicos —incluido un astrolabio plano, empleado para determinar las posiciones de las estrellas en el cielo— e inventó un densímetro, que sirve para determinar la densidad relativa de los líquidos sin necesidad de calcular antes su masa, conductividad y temperatura. Este es apenas un ejemplo, y es uno de los más visibilizados.
Pero en las últimas décadas hemos conocido otros casos. Por ejemplo, ¿sabían que el trabajo de mujeres científicas fue clave para que el ser humano llegara a la Luna? Aunque ninguna mujer fue seleccionada para formar parte de las misiones “Apolo” de la NASA, varias mujeres contribuyeron significativamente en roles científicos, técnicos y de apoyo en tierra.
Una de ellas fue Margaret Hamilton, una ingeniera de software que desempeñó un papel crucial en el desarrollo del software de navegación y guía para los envíos de apolo al espacio exterior. Otra es Frances "Poppy" Northcutt: una ingeniera en el programa apolo que fue la primera mujer en trabajar en la sala de control de la misión en Houston; y contribuyó al desarrollo y monitoreo del software de navegación y se especializó en el cálculo de trayectorias de vuelo. incluso hay un cráter lunar que lleva su nombre.
Más recientemente, por ejemplo, tenemos a las mujeres que diseñaron las vacunas contra la COVID-19 en tiempo récord, lo que es considerado uno de los logros científicos más impresionantes en la historia del ser humano.
Por ejemplo, Özlem Türeci, la científica alemana de origen turco, es cofundadora de la empresa Biontech, la compañía que, en colaboración con Pfizer, desarrolló una de las primeras vacunas de ARNM autorizadas para uso en la pandemia.
Sarah Gilbert, por su parte, es una profesora de vacunología en la Universidad de Oxford. Ella y su equipo desarrollaron en conjunto la vacuna de Astrazeneca contra la COVID-19 junto con la casa de estudios.
Incluso el Premio Nobel del año pasado fue entregado a una de estas científicas. Se trata de Katalin Karikó, profesora de la Universidad de Azeged, en Hungría, y profesora adjunta en la Universidad de Pensilvania. Ella, junto con su esposo, Drew Weissman, desarrolló la tecnología del ARN mensajero, que es la utilizada en varias de estas vacunas anticovid, pero sirve y servirá para muchas otras vacunas.
EL CASO MEXICANO
De acuerdo con cifras de la Unesco de 2022, se estima que a nivel mundial, aunque las mujeres representan 33 por ciento de todos los investigadores en el mundo, sólo 12 por ciento de los miembros de las academias científicas son mujeres.
El organismo de las Naciones Unidas también concluye que las investigadoras suelen tener carreras más cortas y peor pagadas, ya que suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos, mientras que su trabajo está subrepresentado en las revistas de alto nivel y a menudo no se las tiene en cuenta para los ascensos. En México ocurre algo parecido.
Un estudio del Instituto Mexicano para la Competitividad, el IMCO, reveló en 2022 que sólo 3 de cada 10 profesionistas mexicanas en 2022 que eligieron carreras relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, conocidas también como STEM por sus siglas en inglés, son mujeres. Esta brecha, dice el estudio, empieza en la infancia y crece hasta que participan en el mercado laboral.
Esto a pesar de que tenemos estas cifras: las niñas de primaria han presentado mejores resultados en las pruebas del planea de matemáticas que los niños, situación que se revierte en secundaria y se amplía al finalizar el bachillerato. Además, solo 6 por ciento de 10 mil alumnas de bachillerato de la Zona Metropolitana del Valle de México dijo estar interesada en estudiar una carrera de estas áreas de estudios.
En 2021, solo 13.5 por ciento de las mujeres profesionistas eran egresadas de carreras STEM. El mismo trabajo revela que las mujeres que estudiaron carreras STEM tienden a ganar más, y enfrentan una brecha salarial menor, pero no quiere decir que sigue siendo amplia: 18 por ciento en contraste con 22 por ciento para profesionistas de otras áreas.
¿Qué tenemos que hacer para revertir estas cifras? Los expertos consideran que, para incrementar la participación de mujeres en estos sectores, es necesario intervenir desde los primeros años de escuela para que más de ellas tengan el deseo y las capacidades para optar por carreras STEM. Se trata de darles más herramientas, no cerrarles los caminos.
Las niñas se pueden inspirar, por ejemplo, en la ingeniera eléctrica y de hardware Katya Echazarreta, la primera mexicana en volar al espacio. O en la doctora Ana María Cetto Kramis, la física teórica mexicana que ha trabajado en temas como la mecánica cuántica y la teoría de partículas elementales. También ha sido una defensora activa de la equidad de género en la ciencia y pacifista.
O pueden inspirarse en una invitada de GALILEO: la admirada astrónoma Julieta Fierro. La doctora ha sido fundamental para la divulgación de la ciencia y la astronomía en México y Latinoamérica.
Ante estos retos, Daniela Nicolini, la invitada de est programa, nos compartió una selección de tres científicas destacadas, que ejemplifican el papel de las mujeres en la ciencia y en general en la sociedad. En primer lugar, la periodista y activista nos habló de Carme Valls, una médica especializada en endocrinología y en medicina con perspectiva de género; luego, indagó en los casos de Sabina Spielrein, una de las primeras mujeres en la historia del psicoanálisis; y en Michele Pato, una estadounidense experta en psiquiatría que usó su propio caso para realizar sus investigaciones.