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PULSO DE SAN LUIS POTOSI

Casaron a María con su violador. Tenía 16. Hoy abuela, con 70, por primera vez se une a una marcha

08/03/2020 - 12:33 pm

En los años sesenta surgieron movimientos sociales que provocaron la liberación y empoderamiento femenino, sin embargo ella vivía una realidad alterna en donde no tenía acceso a la información, donde no podía trabajar, ir a la escuela y mucho menos opinar o tomar decisiones.

Por Wendy Jiménez

Ciudad de México, 8 de marzo (Pulso).- María tenía 16 años, vivía en la delegación Álvaro Obregón de la Ciudad de México cuando conoció a un hombre de 20 años que le empezó a seguir los pasos durante semanas, hasta que un día, ayudado por cuatro hombres, se la llevó a la fuerza y le dijo que si no tenía relaciones sexuales con él, lo tendría que hacer con sus cuatro cómplices. Así que terminó por acceder y él abusó de ella con su aparente consentimiento disfrazado de amenaza.

En ese entonces, María se dedicaba al trabajo doméstico de tiempo completo con un matrimonio que procuró su formación académica, estudiaba una carrera técnica en comercial y sus materias favoritas eran contabilidad y cálculo.

En su futuro inmediato no tenía contemplado casarse, mucho menos tener hijos, sin embargo quedó embarazada de ese hombre que sólo conocía de vista. Así con miedo acudió a su madre y ambas fueron a interponer una denuncia; lo detuvieron.

El juez que atendió el caso expuso dos panoramas: cárcel o reparación del daño. Decidieron, sin consultarla, que él se tenía que casar con ella para "limpiar su reputación y hacerse cargo del bebé".

A pesar de ser menor de edad, se estipuló que se casaría con un desconocido que la amenazó, que abusó sexualmente de ella, que truncó sus estudios, sus sueños, que le arrebató su vida. Además fue obligada a tener un hijo que no deseó.

María se dedicaba al trabajo doméstico de tiempo completo. Foto: Graciela López, Cuartoscuro
Su única opción fue asumir los roles de género impuestos por la sociedad. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

En los años sesenta surgieron movimientos sociales que provocaron la liberación y empoderamiento femenino, sin embargo ella vivía una realidad alterna en donde no tenía acceso a la información, donde no podía trabajar, ir a la escuela y mucho menos opinar o tomar decisiones.

Su única opción fue asumir los roles de género impuestos por la sociedad: quedarse en su casa a esperar el sustento económico, tener hijos, lavar, cocinar y atender a un hombre que no conocía y al que le tenía miedo porque era borracho, agresivo, irresponsable, manipulador... y un violador.

En ese contexto nació su primer hijo, al que amó desde el primer momento y por el que ha ganado varias batallas. Dos años después nació su primera hija y segunda de ese matrimonio al que fue forzada. Los niveles de violencia habían crecido exponencialmente.

Tras varios intentos por escapar de esa realidad, en uno de sus comunes ataques de celos él la golpeó y para defenderse ella hizo lo mismo con él, sacó fuerzas desde sus entrañas. Los golpes y jaloneos llegaron hasta la estufa de petróleo que en ese momento estaba encendida, el cuarto de la vecindad en la que vivían empezó a incendiarse.

Ese día entre las llamas del fuego ella descubrió por primera vez que era valiente, que tenía opciones, que podía decidir lo que quería y lo que no para su vida. Aferrada a sus hijos huyó de cuatro años de violencia y miedo.

La religión que ella práctica prohíbe el aborto, sin embargo, desde su experiencia considera que las mujeres deben tener la libertad de elegir sobre sus cuerpos, sobre sus sueños, sobre su futuro y no conformarse con la resignación.

"Si me hubieran preguntado hubiera preferido no tener un hijo... mi vida sería otra, hubiera seguido estudiando, hubiera tenido trabajo, hubiera tenido amigas, hubiera conocido más personas, más lugares... pero tampoco tendría la familia que tengo ahora, entonces entiendo que no se trata de mí, se trata de las mujeres que vienen, se trata de que ninguna mujer tenga hijos si no quiere", reflexionó.

Desde su experiencia considera que las mujeres deben tener la libertad de elegir sobre sus cuerpos. Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro
Al día, 34 niñas son violadas, de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Protección Integral Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA). Foto: Andrea Murcia, Cuartoscuro

María tiene 70 años y ya está preparada para ir por primera vez a una marcha feminista, la acompañarán sus hijas y algunas de sus nietas. La razón por la que va es porque considera que las mujeres tienen mucho que exigir y las autoridades una deuda impagable con ellas.

"Nos están enseñando a despertar, los propios hijos nos enseñan a despertar porque ya viven en otra época, nunca es tarde para hacerlo... Y aunque no estoy de acuerdo en muchas cosas que se hacen las marchas o en su ideología, les aplaudo lo que están haciendo, porque no sólo lo hacen por ellas, lo hacen por todas y sólo así nos van a escuchar y harán justicia", destacó.

México conmemora el Día Internacional de la Mujer bajo protestas y movilizaciones de miles de mexicanas en todo el país, ellas muestran el hartazgo ante la violencia feminicida y de género que se ha mantenido, desde hace años, con una tendencia al alza. Hoy, nuevamente las mujeres salen a las calles con la misma consigna: “Nos queremos vivas, libres y sin miedo”.

Las cifras de la violencia en México alarman. El año pasado las mexicanas se movilizaban el 8 de marzo con una cifra de nueve mujeres asesinadas al día; este año son 10, de acuerdo con cifras oficiales. En tanto que al día, 34 niñas son violadas, de acuerdo con datos del Sistema Nacional de Protección Integral Niñas, Niños y Adolescentes (SIPINNA), que estima que cada año 11 mil niñas se convierten en madres de manera forzada producto de una violación en México.

En los últimos cinco años, al menos 16 mil mujeres han sido asesinadas en el país, pues de enero de 2015 al 31 de enero de 2020 se abrieron 15 mil 997 carpetas de investigación, de las cuales, sólo el 30 por ciento es investigado como feminicidio.

El promedio diario de asesinatos de mujeres creció un 42.85 por ciento en los últimos tres años, pues México pasó de siete casos al día, durante 2017, a 10 casos en promedio en este 2020.

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