Una medida como la que el Jefe del Ejecutivo federal, Enrique Peña Nieto, tomó esta semana al declarar como agentes preponderantes en las telecomunicaciones del país a los monopolios Televisa y Teléfonos de México (Telmex) era esperada hace por lo menos dos décadas.

Ningún Presidente ni priista ni panista se atrevió a dar ese paso, que era, además, un reclamo constante de la sociedad civil.

La medida, por supuesto, es aplaudida no sólo por los ciudadanos y la opinión pública, sino también por los empresarios del ramo que con el dominio total de los dos monstruos, encabezados también por los multimillonarios Emilio Azcárraga Jean y Carlos Slim Helú, poco podían hacer por competir y mejorar los precios y servicios, tanto en el campo de la televisión abierta y por cable como en el de telefonía e Internet.

Sin embargo, pese a los aplausos generalizados, es inocente pensar que la medida no tendrá una fuerte respuesta de parte de los dos empresarios, considerados los más poderosos de México no sólo por el dinero sino por su influencia en los sectores político, económico y social.

Lo que viene para el gobierno de Peña Nieto, quien sin duda se echó al seno a dos alacranes gigantes, es un reto que implica enormes presiones. Pero superarlos y  aplicar con toda energía y de forma estricta las medidas para nivelar la cancha en ese mercado, podría ser la mejor herencia que deje su sexenio en el país.

De entrada, Televisa y Telmex tienen 10 días hábiles, a partir del 7 de marzo, para responder legalmente al Instituto Federal de Telecomunicaciones (Ifetel) sobre la decisión gubernamental, más allá de los boletines quejumbrosos que emitieron el viernes pasado y donde plantearon que la medida afectará sus operaciones en forma importante.

Por supuesto, ambas empresas nunca han hablado de lo que su férreo control del mercado ha dañado por años la economía de los mexicanos y ha detenido el desarrollo en televisión, telefonía e Internet. Además, en el caso de Televisa, se tendría que analizar el daño que sus contenidos basura han hecho, además de sus cuestionables estrategias de comunicación en apoyo de los políticos que convienen a sus intereses.

La primera respuesta, la que se espera en los próximos días, es que ambos consorcios opten por el litigio. Eso marchará de acuerdo con la ley, esperamos todos, pero sin duda estará cargado de presiones. Tanto Telmex como Televisa tienen un equipo de abogados robusto que dará pelea hasta el último round.

A la par, tanto Slim Helú como Azcárraga Jean moverán sus redes de poder y dinero para apretar al máximo al gobierno federal, incluso desde el propio Partido Revolucionario Institucional (PRI), el partido del Presidente.

No hay que pasar por alto que, desde septiembre de 2012 y luego de que Peña Nieto ganara la elección presidencial de julio, el PRI le abrió la puerta a Televisa al colocar como legisladores, todos por la vía plurinominal o del “dedazo”, a ex funcionarios y ejecutivos ligados a la empresa de Azcárraga, y también a la de Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, en la llamada “telebancada”.

Los dos alacranes gigantes, entonces, no se quedarán conformes con el palo dado. Por eso es del interés general de los mexicanos seguir con lupa este proceso y que el Presidente respalde con todo al equipo del Ifetel que terminará de armar las reglas para el nuevo espectro de las telecomunicaciones, sin tener encima el pie de estos dos monopolios.

Pero si ahí hay debilidad y si ahí se permite que los intereses y los brazos corruptores de Televisa y Telmex le doblen la manos, el gobierno federal puede quedar muy mal parado. Dudar o retroceder sería devastador para Peña Nieto, pero más aún para el mercado y los usuarios.

¡Feliz fin de semana!

Rita Varela Mayorga

https://www.sinembargo.mx/author/ritavarela

Periodista especializada en economía y finanzas. Fundadora y Directora de Información de SinEmbargo.mx, fue también Directora de la revista Energía Hoy, Ruta de Negocios, Directora Editorial de El Economista y Editora en el diario Reforma. Es consultora editorial y ha participado en procesos de reingeniería de una decena de medios de comunicación nacionales. Además es coautora de los libros Los Suspirantes (Editorial Planeta, 2005); Los Amos de México (Editorial Planeta, 2007); Los Suspirantes 2012: Los precandidatos de carne y hueso (Editorial Planeta. Temas de hoy, 2012), y Los Suspirantes 2018: La carrera por la Presidencia de México (Editorial Planeta. Temas de hoy, 2018).

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