Las remesas familiares acumularon un flujo a México de 26 mil 167 millones de dólares en enero-noviembre de 2017, un 6.15 por ciento más que en 2016 y una cifra mayor a la Inversión Extranjera Directa. En medio de una nube que se vislumbra para 2018 por la renegociación del TLCAN, los efectos de la reforma fiscal de Estados Unidos y las elecciones en julio, este dinero representa una luz sobre todo para los principales estados destinatarios que tienen altos índices de pobreza.
Sin embargo, a pesar de representar el 2.5 por ciento del PIB, no son suficientes para reanimar una economía debilitada y en riesgo de enfrentar una caída de inversión extranjera, determinaron economistas.
“Sí extraño Mexico, pero así de lejitos está bien”, dijo Oscar, quien migró hace 14 años del Estado de México a Texas. Ahora trabaja en la construcción y envía dólares a su madre.
Ciudad de México, 8 de enero (SinEmbargo).– Al impulsar el consumo, en 2018 las remesas enviadas de Estados Unidos a México serán un salvavidas para nuestro país cuya economía debilitada los orilló a migrar. Sin embargo, no lo suficiente para enfrentar el mar de retos que implicará la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la implementación de la Reforma Fiscal de Donald Trump y las elecciones de verano, expusieron economistas.
En Estados Unidos, un país que se seguirá expandiendo a un ritmo sólido, el salario mínimo promedio es de 7.25 dólares la hora. Allá viven 12 millones de mexicanos, de los cuales 5 millones son indocumentados, documenta Pew Research Center. Oscar, quien trabaja en la construcción, gana entre 15 y 20 dólares la hora. Se fue hace 14 años y desde allá envía dinero a su mamá, quien vive en Coacalco, Estado de México, uno de los estados más pobres a nivel nacional.
“Mi situación económica era muy precaria y no había trabajo”, contó vía celular desde Texas. “Regreso, pero de vacaciones. A vivir no creo. Tengo mi vida hecha aquí: mi familia, hijas, esposa, casa. Sí extraño Mexico, pero así de lejitos está bien”.
El flujo migratorio mexicano a Estados Unidos fue muy intenso de 1990 a 2007, periodo en el que más de 7 millones 440 mil mexicanos emigraron. No obstante, de 2008 a 2015, el flujo se detuvo bruscamente y en promedio fue negativo en 11 mil 905 personas anual, de acuerdo con el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA).
A pesar de ello, el Banco de México (Banxico) reportó que las remesas familiares acumularon un flujo a México de 26 mil 167 millones de dólares en enero-noviembre de 2017, un 6.5 por ciento más que en 2016, año en que se aceleraron históricamente por las amenazas de Trump de confiscarlas o cobrar un impuesto a la transferencia. En noviembre fueron de 2 mil 259 millones de dólares.
Los estados que más recibieron remesas en el primer trimestre de este año fueron Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Estado de México, Puebla, Oaxaca y Guerrero, cuyos índices de pobreza son altos.
La cifra acumulada, por segundo año consecutivo ya rebasó a la Inversión Extranjera Directa (IED) recibida de enero a septiembre por 21 mil 754 millones de dólares, documentó la Secretaría de Economía, y más que los 20 mil 951 millones de dólares ingresados por exportaciones no petroleras de enero a noviembre, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
José Nabor Cruz Marcelo, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM, destacó que representan el 2.5 por ciento del PIB y, para dimensionar, implican casi siete veces más el presupuesto total de Prospera, que aglutina todos los programas de combate a la pobreza, que este año recibe 82 mil millones de pesos.
“La importancia es muy relevante”, dijo. “Pero no es suficiente para tratar de cambiar esta trayectoria de crecimiento económico de pobreza de los últimos tres años ni cambiar la situación de pobreza de la gente que lo recibe”.
La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) estima un crecimiento para el siguiente año en un rango de 2 a 2.6 por ciento. El Banco de México (Banxico) ve un 2.3 por ciento en respuesta al entorno de mayor incertidumbre al que ha estado sujeta la economía desde este año, así como a la baja en la producción petrolera en un contexto de un tipo de cambio en 20 pesos por billete verde y de inflación en más de 6 por ciento. La Junta de Gobierno anticipa que la convergencia al objetivo de 3 por ciento será más lenta que lo previsto, con lo cual se espera que alcance niveles cercanos al objetivo hasta finales de 2018.
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MOVER LAS REMESAS
En Colombia, desde hace diez años, hay un programa del Gobierno para que una parte de las remesas que reciben de España se vayan a proyectos de inversión y para la construcción o ampliación de casas. Para que las remesas mexicanas tengan una mayor relevancia económica con mayor efecto multiplicador, que se traten de realizar programas públicos similares, expuso el investigador Cruz Marcelo.
Gerardo López Cervantes, investigador economista de la Universidad Autónoma de Sinaloa, coincidió en que estos ingresos no son suficientes, aunque colaboran al equilibrio en la balanza de pagos, compensan la fuga de capitales del país, fortalecen la moneda nacional frente al dólar e impulsan la economía familiar.
“Las remesas ayudan a ensanchar el mercado interno porque las personas que reciben estos ingresos son en general familias de bajo nivel de recursos y con ello compran bienes y servicios que requieren de manera ordinaria. Por ello colaboran en mejorar los indicadores de medición de la pobreza al mejorar la alimentación y educación de las familias”, expuso.
No obstante, “no pueden compensar totalmente todos los daños que pueden causar otros factores, como una caída en la inversión que puede provenir de la reforma fiscal de Estados Unidos o la pérdida de Inversión Extranjera Directa por una posible cancelación del TLCAN”.
El economista José Nabor Cruz ve como un posible foco rojo para este salvavidas la reforma fiscal de Estados Unidos que reducirá la tasa de impuestos empresarial a 21 por ciento.
Aunque la mayoría de los integrantes del Banxico destacó que en Estados Unidos se espera que la actividad económica crezca a un ritmo sólido, Cruz expuso que si bien la reforma fiscal ayudará a que se generen mayores ingresos no necesariamente podrá cubrir el déficit con el gasto, por lo que si tiene efectos regresivos pegaría a su mercado laboral y por ende se reduciría el gran dinamismo de las remesas.
De momento, la economía de la primera potencia mundial en 2017 alcanzará un 2.3 por ciento, más del 1.5 por ciento de 2016. Entre julio y septiembre se expandió un 3.2 por ciento y para 2018 la Reserva Federal se espera un 2.5 por ciento. En este entorno, las condiciones del mercado laboral han seguido mejorando y la brecha del desempleo ya es negativa. Su tasa de desempleo de 4.1 por ciento en noviembre es la más baja desde hace casi 17 años.
Asimismo, cuatro millones y medio de trabajadores estadounidenses recibirán 2018 con un aumento de sueldo, gracias a nuevas leyes y regulaciones que entrarán en vigor en 18 estados del país a partir del 31 de diciembre, de acuerdo con el Instituto de Política Económica.
En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, las empresas con más de 11 empleados van a empezar a pagar un salario mínimo de 15 dólares por hora, y en California aumentará a 11 dólares la hora para empresas de 26 empleados en adelante. El nuevo año también traerá aumento de salario mínimo para los trabajadores de Michigan, Maine, Hawái, Colorado, Rhode Island, Vermont, Washington y Arizona.
El salario mínimo a nivel federal se mantiene en 7.25 dólares/hora desde el año 2009, por lo que diversos grupos han creado un movimiento nacional que tiene como meta incrementarlo a 15 dólares la hora, especialmente para trabajadores de restaurantes de comida rápida y del sector de servicios, donde además de la construcción, laboran migrantes mexicanos como Oscar.