La Reforma Fiscal que se discute en Estados Unidos, la cual favorece a las empresas, es un riesgo para la economía mexicana, incluso más que la renegociación del TLCAN, alertó Banco Base.
Dependiendo de qué tan bajo quede el impuesto corporativo en Estados Unidos, México podría experimentar una salida de capitales de entre 9 mil y 11 mil millones de pesos y una caída en el crecimiento del PIB hasta el 1.9 por ciento, aunque el mayor golpe para México se daría en el largo plazo, por una caída importante de la Inversión Extranjera Directa.
Por Gabriela Jiménez
Ciudad de México, 7 de diciembre.- (EconomíaHoy/SinEmbargo).– La reforma tributaria que se discute en Estados Unidos y que bajaría el impuesto a las empresas desde el actual 35 por ciento hasta un 20 por ciento es un mayor riesgo para la economía mexicana que la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que las elecciones presidenciales de 2018, dejando a México con poco margen de maniobra para reaccionar ante la nueva estrategia fiscal que hará la economía estadounidense más competitiva, estimó Banco Base.
Dependiendo de qué tan bajo quede el impuesto corporativo en Estados Unidos, México podría experimentar una salida de capitales de entre 9 mil y 11 mil millones de pesos y una caída en el crecimiento del PIB hasta el 1.9 por ciento, aunque el mayor golpe para México se daría en el largo plazo, por una caída importante de la Inversión Extranjera Directa, dijo Gabriela Siller, directora de análisis económico de Banco Base.
México actualmente cobra un impuesto corporativo (el Impuesto Sobre la Renta o ISR) del 30 por ciento, que ya está por encima del promedio de los paises de la OCDE, del 24 por ciento.
La reforma tributaria también incluiría elevar la tasa de repatriación de capitales en Estados Unidos hasta el 18 por ciento, de manera que devolver a suelo estadounidense ingresos provenientes de inversiones en el extranjero costaría considerablemente menos.
Por último, se plantea un nuevo impuesto del 20 por ciento a los envíos de dinero que las empresas estadounidenses realicen a sus subsidiarias en otros países. Lo anterior "terminaría de matar al modelo exportador mexicano", dijo Siller.
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Ante este escenario, México tiene poco o nada con qué maniobrar debido a los tiempos en los que ocurre la reforma estadounidense, en plena carrera por la presidencia de este lado de la fronteras. "Es difícil hacer una reforma fiscal en el último año de un Presidente saliente y en el primer año de uno nuevo (...) la reacción de México, si la hubiera, la veríamos hasta 2020", dijo Siller.
En todo caso, añadió la economista, México debería hacer una reforma transversal y no sólo centrarse en una baja de impuestos a las empresas para no arriesgar a la economía.
Ante el avance de la reforma en el Senado estadounidense, el empresariado mexicano se pronunció a favor de una reforma fiscal "espejo" en México que también baje los impuestos para permitir que las empresas puedan competir con sus contrapartes estadounidenses.
Esta propuesta "no se puede hacer tal cual" dijo Siller, "sin afectar a las finanzas públicas y por ende poner en riesgo la calificación crediticia de México".
EN MANOS DEL NUEVO PRESIDENTE DE MÉXICO
Para Siller actualmente no hay un mecanismo que ayude a paliar la pérdida de competitividad que sufrirán las empresas mexicanas ante la nueva legislación estadounidense, pero desde Banco Base consideran que el próximo Presidente de México tendrá la tarea de hacer esa reforma transversal que seguramente tendrá que incluir un adelgazamiento del gobierno (un recorte al gasto gubernamental) y un reordenamiento de los impuestos que priorice mejor quienes pagan y cuánto.
"No se puede bajar impuestos a todo el mundo", anotó la experta. Lo bueno, concluyó, es que lo más probable es que la Reforma Fiscal de Trump entre en vigor hasta 2019.