Si bien ya ha avanzado la entrega de apoyos gubernamentales en distintos puntos de Acapulco y municipios damnificados por el huracán “Otis”, vecinos de colonias marginadas que denuncian no tener una atención por parte del Gobierno estatal ni federal para avanzar en la reconstrucción de su vivienda y obtener alimentos.
Acapulco, Guerrero, 7 de noviembre (SinEmbargo).– Aunque los apoyos para personas damnificadas por el huracán “Otis” han comenzado a llegar a habitantes de Acapulco y municipios aledaños, en colonias de menor nivel socioeconómico como Palma Sola Fovissste, ubicada en las faldas de la ciudad turística, siguen sin recibir despensas ni suministro de agua, además que el censo de la Secretaría del Bienestar avanza lentamente.
Agustina Mendoza Torreblanca, quien vive en esta zona, asegura que el ciclón “se veía como un tornado”, y arrasó con su vivienda hecha de madera y láminas, y a la fecha no ha logrado obtener apoyo alguno por parte de las autoridades estatales ni federales, sino que todo lo que ha recibido ha sido por parte de solidarios y su familia.
“No tenemos apoyo y yo tengo a mi esposo discapacitado, y pues ahorita lo tengo aquí sin ningún apoyo, me tuve que ir a buscar medicamentos a Chilpancingo porque los necesitaba de urgencia”, comparte. “Esperemos que sí nos llegue el apoyo, que sea verdad y que nos apoye el Gobierno”.
Apenas este 5 de noviembre, la colonia –con un aproximado de 750 habitantes– fue parcialmente censada por el Gobierno federal, pero los vecinos reclamaban que el apoyo no es suficiente ni se distribuye a todos por igual, ya que son sólo las casas más cercanas a las calles pavimentadas y a los centros donde se distribuyen las despensas son las que han recibido alimentos.
“Nos voló todo, perdimos todo”, lamenta Agustina. “[No hemos recibido apoyo], hasta ahorita nada más el censo, pero no han dejado despensa, agua, nada. [Hemos conseguido alimentos y agua] porque tengo familiares en México que me han estado apoyando, me han mandado desde Estados Unidos, me tuve que ir a Chilpancingo a buscar víveres para comer y el medicamento de mi esposo, que es muy caro, también, pero esperamos que el apoyo de Gobierno sea cierto porque nos quedamos sin nada”.
“HASTA ACÁ NADIE SUBE”
El camino hacia las últimas viviendas de Palma Sola está repleto de tierra, piedras, basura y hojas secas. Son piedras por escalar y caminos estrechos por donde, cuando hay mucha precipitación, fluye parte del arroyo donde consiguen agua para lavar, beber y bañarse.
Miguel Gabino Dorantes vive en frente de la parroquia donde se resguardaron vecinos ante la llegada de “Otis”, uno de los pocos edificios de ladrillo y cuyo techo recién puesto ayudó a que fuera un sitio más seguro contra los vientos de más de 300 kilómetros por hora.
“Hasta acá nadie sube”, fue lo primero que dijo. Ni el Ejército, ni Protección Civil, y tampoco la Gobernadora Evelyn Salgado Pineda o la Presidenta Municipal Abelina López Rodríguez, y hasta el día de hoy tampoco los trabajadores encargados de realizar el censo por parte de la Secretaría del Bienestar.
“Aquí hemos dormido, yo por mi casita que se me deslavó, y toda la lámina de al lado se deslavó, así que se perdió todo: aparatos, la cocina… Nos quedamos en ceros, hay que volver a trabajar para volver a empezar”, dice. “‘Pauline’ no fue como éste, como ‘Otis’. Ahí al menos el Presidente Ernesto Zedillo sí vino caminando, hasta la entrada de Fovissste, pero ahorita nadie más del Gobierno”.
Afuera de la parroquia, la señora María Luisa Juárez recibe a su nieto, un niño de alrededor de 12 años, y le pregunta si había logrado conseguir una despensa de las que estaba repartiendo la Secretaría de la Defensa Nacional en el kínder cercano. “No, me dijeron que no porque estoy pequeño”, le dice.
Más vecinos alegan que el Ejército se ha negado a repartir víveres a los menores de edad, aunque sean enviados por sus familias porque los adultos tienen alguna discapacidad o son de la tercera edad y tienen movilidad reducida. Los apoyos, aseguran, se reparten principalmente sólo a quienes viven cerca de las calles pavimentadas por que son quienes están cerca del punto de entrega.
“También dijeron que iban a pasar doctores por acá, pero nadie ha venido”, relata la señora María Luisa, quien tiene un sarpullido en la piel debido al polvo y tierra que levantó el huracán en la zona, y no ha podido acudir a una unidad de salud móvil cercana para recibir atención médica porque su condición empeora.
Así, han sido los habitantes de Palma Sola quienes han limpiado los escombros de su colonia, se procuran para conseguir víveres y despensa, y recurren a los arroyos para lavar y conseguir agua para beber ante la falta de apoyo del Gobierno.