Desde la cárcel, “La Barbie” se encargó de que su gente organizara una reunión similar a la que se había realizado en el barrio de Tepito para para que todos los grupos que traficaban con droga actuaran como una sola en la CDMX y el Edomex.
Ciudad de México, 7 de noviembre (SinEmbargo).- Uno de los narcotraficantes que apadrinó el surgimiento del cártel de La Unión, en Tepito, fue Édgar Valdez Villareal “La Barbie”, detenido en 2010. Sin embargo, el estar preso en una cárcel de máxima seguridad, no le impidió seguir moviendo los hilos de la venta de droga en la capital del país y el Estado de México.
En declaraciones incluidas en la causa penal 086/2011, Óscar Oswaldo García Montoya “El Compayito” confirmó que “La Barbie” le había dado instrucciones para que los integrantes de su grupo criminal, ligado al Cártel de los Beltrán Leyva, se hiciera del control de los territorios en la CDMX y el Edomex, para evitar que otras organizaciones se los arrebataran.
En el libro Narco CDMX (Grijalbo) de los autores Sandra Romandía, David Fuentes y Antonio Nieto se habla del llamado “Pacto del Ajusco”, una reunión que “El Compayito” organizó en un rancho en las afueras de San Miguel Ajusco, en la capital del país y que colinda justo con los Estados de México y Morelos.
EL ANTES Y EL DESPUÉS
Luego de la división en el Cártel de Los Beltrán Leyva tras el abatimiento de Arturo, en diciembre de 2009, a manos de elementos de la Marina, las células de la capital se habían mantenido fieles a ‘La Barbie’, sin embargo, había diferencias con los grupos del Estado de México.
“Según lo que narraron a las autoridades capitalinas algunos de los asistentes, como Raúl Franco Hernández ‘El Rulas’, operador del Compayito en Tlalpan, la junta transcurrió en un ambiente tenso. No había simpatía entre la mayoría de los capos y cada uno pretendía imponer su voluntad y conservar sis territorios”, se lee en el libro en la página 45.
Después de la reunión, “La Barbie” y García Montoya ordenaron la ejecución de la familia Sánchez Pérez, cuya cabeza era Clemente Sánchez Salinas, quien en la reunión se había negado a someterse a los deseos del Váldez Villarreal.
“La muerte de este viejo lobo de mar en el tráfico de drogas serviría como escarmiento para aquellas familias que no quisieran acatar el nuevo orden”, cita el texto.
Las autoridades atribuyen el crimen a lo que desde entonces se llamó la “Nueva Administración”, un grupo caracterizado por su extrema violencia que mediante la intimidación obligaba a sus enemigos a cambiarse de bando para apoderarse de la zona sur de la capital, después empezó a operar en el municipio de Huixquilucan, en el Estado de México.
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En el llamado Pacto del Ajusco, como señalan los autores, se decidió que “El Compayito” se quedaría con el control de Huixquilucan, que más tarde le disputaría José Jorge Balderas Garza “El JJ”, involucrado en el atentado al futbolista Salvador Cabañas.
“A partir de ese momento, las procuradurías del Estado de México y de la capital tuvieron que trabajar codo a codo ...una ola de violencia, inédita hasta entonces, acapararía la atención de los gobernantes y medios de comunicación. La Ciudad de México, un falso oasis donde supuestamente no llegaban las decapitaciones y balaceras que sí acosaban desde hacía años a otros territorios de la República, viviría un período rojo que desnudaría la mentira de las autoridades. La realidad es que el narco sí operaba en la capita”, señalan los autores.
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