Los refrigeradores viejos no sólo representan un peligro en casa, pues pueden provocar una explosión, sino también en todo el planeta. Los gases y aceites que permanecen en su interior adelgazan la capa de ozono, y según una especialista, los problemas en la atmósfera están relacionados con la exposición a los rayos ultravioleta y el cáncer.
Ciudad de México, 7 de noviembre (SinEmbargo).– ¿Qué se hace cuando el refrigerador que por años duró dentro de la familia ha llegado a su fin? Para muchos será un cadáver del cual se tienen que deshacer cuanto antes. Hay pocas cosas que se pueden hacer con un aparato inservible: tirarlo a la basura, venderlo al señor que recolecta fierro viejo o reciclarlo. Sin embargo, esas opciones terminarán dañando al medio ambiente y a la salud.
Los aceites y gases de cualquier aparato de este tipo permanecen en su interior y en su taque, pese a que éste ya sea un vejestorio. Dichos químicos dañan la capa de ozono. Incluso mantener un refrigerador inútil en casa es peligroso, pues una fuga podría desencadenar una tragedia, como un incendio o una explosión.
En 2009, el Gobierno Federal, encabezado por el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa, por medio de la Secretaría de Energía (Sener) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) puso en marcha un programa llamado Cambia tu Viejo por uno Nuevo, el cual consistió en reciclar refrigeradores y dar un subsidio para que los mexicanos interesados adquirieran uno nuevo. Con la ayuda de las nueve principales cadenas de electrodomésticos. En aquel entonces, cerca de dos millones de frigoríficos se recolectaron y fueron sustituidos por diseños ahorradores de energía. No obstante, ese programa actualmente no existe. Culminó en 2012.
Actualmente, la dependencia que debería estar a cargo de seguir con el programa de sustitución y fideicomiso para la sustitución de electrodomésticos es la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (CONUEE); sin embargo, en su Plan Anual de Trabajo 2015 no se contempla.
Luego entonces, hoy, si una persona, adinerada o de bajo recursos, decide ser amable con el planeta y reciclar su refrigerador, tiene que acercarse a empresas privadas para que le brinden el servicio. Pero no es gratis, pues tendrá que cubrir los costos de traslado.
OZONO Y SALUD
En 1989 el Estado mexicano firmó el Protocolo de Montreal y reiteró su postura en 1998. Este acuerdo internacional tiene el objetivo de eliminar gradualmente las sustancias que agotan, enrarecen o adelgazan la capa de ozono. De acuerdo con la Secretaría de Medio ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), este instrumento alienta la cooperación intergubernamental para la investigación, la observación sistemática de la capa de ozono, el intercambio de información y el control y eventual eliminación del empleo de las sustancias agotadoras de la capa de ozono, en primera instancia los Clorofluorocarbonos (CFCs).
La maestra María Fernanda Sánchez, integrante del programa de Medio Ambiente de la Universidad Iberoamericana, explicó que a la fecha, gracias a la normatividad ya no existe producción de refrigeradores que utilizan cloroformocarbonos –que ya son prohibidos–, aunque en menor medida se siguen utilizando contaminantes; sin embargo, todavía “existe un mercado negro y aparatos que aún siguen en funcionamiento que se deben, lo antes posible, remplazar”.
“Lo que provoca es que adelgaza la capa de ozono e incluso en algunas zonas ya lo conocemos como agujeros en esta capa, la cual es la encargada de rebotar la luz proveniente del espacio y por lo tanto, cuando ésta entra a la Tierra provoca algunos daños”.
-¿Qué daños a la salud provocan estos materiales? –se le preguntó a la investigadora.
–Las personas que viven en zonas con menor concentración de ozono en la atmósfera presentan, en muchos casos, cáncer. En Australia, por ejemplo, se llegó a decir que una de cada tres personas es propensa a padecer cáncer por la radiación de la luz ultraviolenta que se filtraba desde ahí. Y también se afectan otras áreas de la vida, como los cultivos o incluso hasta la infraestructura, que es menos grave.
La maestra explicó que esos materiales tóxicos que se utilizaban en aparatos refrigerantes no son de impacto inmediato, sino que tardan décadas en producir efecto en la capa de ozono. Las sustancias que se liberaron hace 20 años son las que en la actualidad están dañando la atmósfera.
“Los efectos son muy retardados. Hoy estamos padeciendo la destrucción de compuestos que se emitieron hace 20 años. Aunque ya se está recuperando esta capa, todavía vamos a padecer unos años más el problema de adelgazamiento de la capa de ozono”, explicó María Fernanda Sánchez.
EL NEGOCIO DEL GAS
Ecofrigo es una empresa que se asume como la única certificada en todo el país para realizar reciclaje de refrigeradores, aceites del circuito de refrigeración y de gases refrigerantes como los clorofluorocarburos (CFCs). En su planta, la firma tiene tecnología que permite extraer todos los elementos y aprovecharlos al máximo.
De acuerdo con investigaciones del Premio Nobel de Química, Mario Molina, y de la científica experta en química atmosférica, Susan Solomon, los CFCs son los causantes del adelgazamiento en la capa de ozono. Sus descubrimientos provocaron que estas sustancias fueran prohibidas, así se estipuló en el Protocolo de Montreal.
Pero los protocolos en pro del ambiente no son obstáculo para la industria. De acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la primavera de 2011 se registró la mayor destrucción de la capa de ozono en el hemisferio norte del planeta. Los expertos de la OMM señalan que este problema es resultado de bajas temperaturas y la presencia de gases CFCs en la estratósfera. Estos gases y otras sustancias continúan representando la mayor amenaza para la capa de ozono a pesar de que su producción y uso han sido prohibidos.
En 2014, de acuerdo a las observaciones, el agujero de ozono, tuvo una extensión media de 20.9 millones de kilómetros cuadrados , alcanzando su máxima extensión el 16 de septiembre con un tamaño de 24.06 millones de kilómetros cuadrados.
En promedio, Ecofrigo extrae más de 400 gramos de CFCs de cada refrigerador. Cada kilo de gas que se recupera tiene un costo de 450 pesos para esta empresa. Tan sólo en 2010 estos “ecoempresarios” lograron recuperar 10 mil toneladas de refrigerante, lo que equivaldría a un costo de 4 mil 500 millones de pesos en ese lapso.
Pero no es una pérdida porque la empresa revende estos gases. Además, brinda otros 13 servicios más, como almacenamiento de sustancias peligrosas y recuperación de otros gases: R12, HCFC, HFC y R22 (éste último es transportado a Estados Unidos para ser eliminado con arco de plasma y lo hacen un gas inofensivo). Por otra parte, si alguna persona quisiera reciclar su electrodoméstico, la empresa le cobra el servicio de transporte y el de carga. Que en promedio cuesta 400 pesos, dependiendo de la ubicación.
Pero no sólo se encarga de refrigeradores caseros, sino que recicla equipos de enfriamiento de casi todas las empresas de bebidas y alimentos del país. Es la única empresa en México que puede hacerlo. Según detalla una ficha del Portal de Transparencia del IFAI, Ecofrigo posee una concesión otorgada por la Semarnat que le permite operar hasta 2021.
La Unidad de Protección a la Capa de Ozono de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), sección que tiene a su cargo la creación de centros de reciclado y recuperación de gas refrigerante (CRR), otorgó durante el Gobierno de Felipe Calderón la concesión y maquinaría a la familia de Álvaro Lozano, y fue así como abrieron la planta en Celaya, Guanajuato.
LA DIFERENCIA: RAD
Eliminación Responsable de Electrodomésticos RAD (Responsible Appliance Disposal Program, en inglés) es un programa que implementó el gobierno de los Estados Unidos para que los ciudadanos reciclen sus refrigeradores. La dinámica es muy sencilla: si un usuario quiere acceder a este beneficio sólo debe comprar uno de estos aparatos y la tienda irá a dejar su refrigerador nuevo y recogerá el viejo.
Cabe destacar que existe un subsidio para que las personas compren un refrigerador nuevo. Y nunca se ven forzados a pagar un solo dólar.
Cada año se desechan aproximadamente nueve millones de refrigeradores en EU, y sólo a una pequeña parte de ellos se les recicla la espuma aislante de las paredes y las puertas. Mientras que el 90 por ciento de los refrigeradores usados en se trituran para aprovechar su metal, la espuma y los otros materiales restantes generalmente se aplastan (liberando gases de efecto invernadero a la atmósfera) y se llevan a un basurero.
Por eso mismo, las autoridades ambientales han reforzado las campañas de reciclaje, y animan a la gente con bonos monetarios para acceder al programa.
“FIERRO VIEJO QUE VENDA”
Jorge Martínez es recolector de fierro viejo y artículos usados. Se puede ver empujando una carreta con llantas sobre algunas colonias del oriente de la Ciudad de México. También compra y vende cartón, papel, algunos metales y vidrio. Su trabajo está dentro de la cadena de reciclaje, aunque él es un fantasma para las autoridades.
“Si me he llevado refrigeradores, pero son chatarras completamente. Ya están bien picados. No sirven para arreglarlos, los llevo directo al acopio”, dijo el hombre de 38 años.
Efectivamente, el destino final de un refrigerador es el centro de acopio. Ahí no cuentan con la maquinaria especial para extraer los gases y aceites, por tanto, el gas de los refrigeradores es liberado sin restricción alguna.
En ocasiones, los tanques son vendidos a técnicos o talleres donde se reparan aparatos eléctricos, pero sólo en ocasiones, la mayoría de las veces “todo está muy oxidado e inservibles”, explicó Jorge.
Si una persona decide vender su refrigerador a Jorge, no recibirá más de 40 pesos, dependiendo del material, peso y tamaño del artículo.
Él, como muchos otros recolectores, no tienen ganancias cuantiosas por su labor, máximo de 250 pesos al día, “si es un buen día”. Recorren la ciudad en busca de chatarra.
SERVICIO MECÁNICO
Un refrigerador, siendo de la marca que sea, tiene en promedio una vida útil de siete años. Los modelos antiguos llegaron a conocer la vejez de sus dueños, pues duraban en promedio 30 años. Pero las cosas cambian, actualmente duran menos y, en teoría, no contaminan mucho, debido a la normatividad de la industria.
Las fallas más comunes son la quema del relevador capacitor y resistencia, pues son las primeras partes a donde llegan las descargas eléctricas. Una de estas reparaciones tiene un costo aproximado hasta de 800 pesos.
Raúl González Quiroz ha arreglado decenas de refrigeradores y cámaras de refrigeración. Sabe del negocio tanto como cualquier experto, ese es su trabajo.
Explicó que un técnico normalmente libera los gases de un refrigerador al aire libre porque casi nadie recicla, pues para reciclar se requiere de una bomba que tiene un valor de 17 mil pesos.
En el mercado de las refacciones, un kilo de gas (R134) reciclado tiene un costo de 160 pesos. Nadie sabe a ciencia cierta de dónde proviene, puede ser de cualquier parte, pero la Semarnat y su Unidad de Protección a la Capa de Ozono no controlan este sector. Es invisible.
De acuerdo con la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), por mucho, el refrigerador es el electrodoméstico de mayor venta y uso a nivel mundial. Por eso cuando deja de servir, es uno de los contaminantes más agresivos que existen. Los programas que han existido para reciclar, están llenos de trámites administrativos que provocan que muchos mexicanos decidan sólo tirar a la basura su frigorífico. Por su parte, las autoridades están dejando de lado el gran negocio del reciclaje de gas, y están dotando al sector privado para que realice esta tarea.
Lamentablemente son pocos los caminos que un ciudadano tiene en estos casos; pero esto es México y aquí las cosas son así.