El Gobierno de México ha dejado la alimentación del pueblo en manos de las grandes empresas, sus decisiones están basadas en un modelo económico que no toma en cuenta la salud de las personas y eso se refleja desde hace algunos años en las cifras de malnutrición: 60.6 millones de personas, entre niños y adultos, sufren de obesidad o sobrepeso. Asimismo, expertos dicen que el país perdió, también por resoluciones político–económicas, su autosuficiencia alimentaria, es decir, la producción de mexicanos para mexicanos es ahora de menos del 50 por ciento. ¿Qué puedes hacer tú para apoyar el campo y la economía local?
Ciudad de México, 7 de octubre (SinEmbargo).– El dólar está por los cielos, las próximas elecciones en Estados Unidos amenazan con afectar el intercambio comercial con el país vecino y el aumento en los precios de buena parte de los productos que compramos y comemos, ya es evidente. Y el Gobierno de México… bien, gracias.
Parte de la solución, no obstante, está en casa. ¿Qué pasaría si privilegiamos lo “hecho en México”? ¿Y si regresamos a los tianguis en lugar de ir al supermercado? ¿O si nos damos el tiempo de conocer a los pequeños productores? ¿Sería bueno para la salud desechar lo procesado para optar por lo orgánico? No es una moda, apoyar la economía local empieza en la comunidad.
Para la doctora Julieta Ponce, directora del Centro de Orientación Alimentaria (COA), las decisiones tomadas por el Estado Mexicano en la crisis alimentaria mundial de 1982 y la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, fueron determinantes para la situación actual de desnutrición y obesidad de los mexicanos. “En 1980 México producía suficientes alimentos para la población mexicana y para mantener el modelo económico decidieron vender esos alimentos y también comprarle al extranjero, de donde venían ya procesados para aguantar las grandes distancias, con características de calidad que deciden los otros países enviar a México y a favor de los grandes monopolios de productos ultraprocesados […] ¿por qué esas decisiones económicas ahora se tienen que resolver en los consultorios nutricionales?”, dice en entrevista con Mundano.
La experta explica que los subsidios que se dan al campo “están concentrados en muy pocas manos”, pues sólo el 10 por ciento de los productores reciben la mayor parte de los subsidios. “Sabemos que hay 2.3 millones de productores pequeños que están distribuidos por todo el país y que entre todos sólo reciben el 5 por ciento de todos los subsidios que hay para el campo, esto se ha concentrado en los estados que primordialmente producen alimentos para exportar, como Sinaloa. Cuando vemos las cifras que ellos presumen sobre que están promoviendo el campo, en realidad promueven aquellos cultivos que se pueden vender al extranjero, cuando estamos viviendo una pobreza alimentaria en el país”.
“Lo único que se ha hecho es pensar en mover el modelo económico sin importar la salud de las personas, es donde el Estado ha perdido la soberanía, dio un paso atrás para ver si la industria alimentaria resolvía el problema y le encargaron a muy pocas empresas el asunto de la alimentación: Nestle, Unilever, Yakult, las farmacéuticas que producen leches para niños, Danone, lecheras, Bimbo, son pocas las empresas que están produciendo alimento y el Gobierno descansa en ellos la esperanza de que puedan generar empleos pero nadie se ha propuesto generar empleos en quienes producen alimentos en pequeña escala, para que los consumidores no paguen caro, que no sean los intermediarios los que se queden con esa ganancia”, menciona.
En conjunto con Julieta Ponce y Alan Favero, fundador del Mercado El 100, el primero de productos locales, orgánicos y ecológicos en la Ciudad de México, realizamos la siguiente lista para que los consumidores, como tú y como yo, podamos apoyar el campo mexicano, generar empleos y mejorar la economía local.
LIMPIAR EL PALADAR
“Parece que tenemos un paladar secuestrado acostumbrado a los azúcares, sales y grasas que la industria nos ha ofrecido. Tenemos que, durante dos semanas, dejar de consumir cualquier producto industrializado dentro de lo posible”, dice la también nutrióloga.
Dice que las papilas gustativas tienen la capacidad de regenerarse cada 15 días y se trata bien al paladar con sabores originales, se puede volver a percibir el sabor natural de los alimentos. “Entonces las personas buscarían más calidad en el sabor de las recetas y podrían incluso ser más selectivos en los sabores”.
OBSERVAR Y NO DISCRIMINAR
¿Cuántos de ustedes ven las etiquetas de un producto antes de comprarlo? No sólo por ver su lugar de origen, sino por las sustancias que contiene. “No estamos acostumbrados a observar lo que comemos, ver lo que consumes, revisar las etiquetas y las cosas que tienen los productos que consumimos”, dice Alan.
“Entre menos ingredientes tenga la etiqueta del producto es más nutritivo, a veces no podemos ni siquiera pronunciar el tipo de ingredientes que tienen los productos. Entonces si al leer la etiqueta tienes desconfianza, no lo compres”, aconseja la maestra en Administración de Sistemas de Calidad.
Además llama a prestar atención a las presentaciones estandarizadas, pues generalmente los pequeños productores no la tienen, incluso en los mercados hay que poner atención en los puestos que no son tan grandes, que la mercancía no llega en cajas o con un código de barras, sino que está en montoncitos.
Y algo muy importante, no discriminar las frutas o verduras por su aspecto, “vamos a encontrar manzanas más pequeñas, manchaditas, no tan brillantes como las otras que llegan de EU”, pero no indica que son de menos calidad, sólo probablemente que no están genéticamente modificadas.
SÍ A LOS MERCADOS
“Pareciera un poco de moda, y hay nichos que son más snobs como los orgánicos”, dice Ponce, quien hace un llamado a los emprendedores: “Invitaría a los jóvenes universitarios que estén ilusionados con abrir un nuevo negocio: necesitamos nuevos puntos de venta de productos frescos de pequeños productores”.
Además hay que exigir que se abran más espacios para mercados, no solamente en las poblaciones rurales sino justo donde la población está comiendo, cerca de las oficinas, de las zonas industriales, de las viviendas. Y hay que investigar entre la comunidad, “si sabe que alguien está produciendo huevos de granja, qué falta nos hace eso”.
Por su parte, Alan es tajante: “Dejen de comprar en Walmart, ese sería el principal consejo, hay que regresar a los mercados tradicionales”. -Investigar entre la comunidad.
NO DESPERDICIAR
La doctora Juliana Morales Castro, Coordinadora de la Red Pérdida y Desperdicio de Alimentos, entrevistada por este medio, da unos consejos para no desperdiciar la comida:
“Hay que tratar de llevar un registro de la comida que tenemos en el refrigerador, de los que se va a caducar, un porcentaje importante de desperdicios son los productos lácteos porque no nos percatamos de las fecha de caducidad y si es el día de hoy creemos que ya no se puede consumir, las compañías siempre tienen un margen de seguridad de dos o tres días, a lo mejor el yogurt se separa un poco del suero, pero el aspecto no limita la parte nutricional del alimento”.
Aconseja mantener las frutas y vegetales en refrigeración y tanto en comidas caseras como si se come afuera, tratar de aprovechar estos alimentos repartiéndolos entre los presentes.
EL CÓDIGO 750
La directora del COA pide observar los códigos de barras de los productos industrializados pero que están hechos en México.
“Hay números con los que uno reconoce cuando un producto es mexicano, que inicia con el 750. Por ejemplo el frijol, que no necesariamente se compra a granel sino que en una tienda de autoservicio también se puede conseguir ya empacado con un etiquetado formal”.
También ejemplifica con las sardinas, que aunque es complicado encontrarlas frescas, las enlatadas en su mayoría son 100 por ciento capturadas en México “porque somos autosuficientes, es un producto altamente nutritivo”.
Y claro: “Al comprar cualquier producto de nuestro interés, procurar que sea mexicano, que tenga el ‘Hecho en México'”.
CONOCER AL PRODUCTOR
Hay que preguntar a los vendedores, cuestionar siempre de dónde viene el producto. “Entre más certeza podamos tener de ello, podremos tener la capacidad de decidir a quién comprarle”.
“Verificar quiénes son los productores, de dónde vienen. Si puedes dar las gracias a quien lo produjo, es más seguro. Pero si me voy a comer por ejemplo, unas papas fritas de un empaque, pero yo no puedo ni siquiera tener idea de dónde nacieron, quién cultivó esas papas , es menos seguro”, dice Julieta Ponce.
LAS ASOCIACIONES CAMPESINAS
Hay grupos organizados que apoyan a los pequeños productores para vender sus cosechas y en muchas ocasiones comparten en sus sitios de internet y redes sociales lugares en los que se pueden adquirir estos alimentos.
“En la página de Sin Maíz No Hay País y otras hay un vínculo con otros que son pequeños productores. Nosotros conocemos muchos esfuerzos como la Cooperativa de Tosepan, en Puebla, que pueden llegar a traer algunos productos acá”, especifica Ponce.
LOS ALIMENTOS DE TEMPORADA
Favero da un tip que no sólo es bueno para la salud personal y economía mexicana, sino para el ambiente en general:
“Comer alimentos de temporada. Es bueno para el mundo porque cuando comes algo que no es de temporada, generalmente viene de fuera, puede viajar miles de kilómetros para llegar. Cuando vas al súper, comes manzanas de Estados Unidos, kiwi de nueva Zelanda y toda una serie de verduras y frutas que como no son de temporada no son de aquí y las traen de muy lejos. Por un lado esto contamina muchísimo porque tiene una huella ecológica súper alta por su transportación y por otro lado, la forma en la que crecen estas frutas y verduras está lleno de pesticidas. Además de que el planeta se está dañando mucho con la transformación de alimentos que van de un país a otro, la cantidad de pesticidas es brutal”, dice.
LISTA ESTRATÉGICA
Al igual que lo recomendó la doctora Morales, Julieta Ponce llama a analizar las alacenas y preguntarse “¿qué es lo que puedo dejar de consumir?”
Asimismo, llama a hacer una lista de alimentos estratégicos para la familia, es decir, aquellos que en su conjunto y combinación pueden tener efectos positivos para incentivar la producción del campo, para generar empleos, para abrir nuevas oportunidades de mercado para su distribución y porque si se consumen, sí pueden tener efectos positivos en la nutrición de las personas. Tal como el maíz, frijol, hortalizas locales como los nopales y quelites; chía, cacahuate, aguacate, amaranto, frutas, verduras y un aporte de proteína animal proveniente del pescado, sardina o el huevo.
“Es una lista segura, en caso de emergencia, de temblor, de inundación, cualquier tipo de escasez, crisis económica, como la de la influenza. Esa lista de alimentos estratégicos daría combinaciones suficientes como para sobrevivir días sin comprar alimentos industrializados”, menciona.
INVIERTE EN TU SALUD
Desde 2003, la Organización Mundial de la Salud lanzó advertencias de que las dietas malsanas estaban directamente relacionadas con las enfermedades no transmisibles más comunes, tales como las afecciones cardiovasculares, la diabetes y el cáncer, justamente las tres causas de muerte más comunes en México y el mundo.
“Estamos en una era en la que todo lo que estamos comiendo es súper procesado […] tienen gran cantidad de cosas químicas que tú no estás ni enterado, pueden tener sustancias peligrosas para la salud”, dice el creador del Mercado El 100, que cada fin de semana se coloca en Coyoacán y la Roma.
“La gente piensa que lo orgánico es caro, pero yo a todas esas personas siempre les digo: prefiero que comas en lugar de cinco jitomates, vas a comer tres, pero vas a estar seguro que esos jitomates te van a hacer bien, y los otros te pueden provocar un daño a la salud que puede ser grave. Estás invirtiendo en comer sano, para no tener que más tarde enfrentar una enfermedad grave que costará mucho más caro que haber pagado un sobrepecio por la comida local, orgánica, saludable”, finaliza.
Por su parte, la doctora Ponce concluye que todas las recomendaciones anteriores además son las que da en el consultorio para cualquier persona que tenga riesgo de diabetes, triglicéridos altos, colesterol alto, sobrepeso, obesidad, síndrome metabólico o hipertensión.
“Nos han presumido que la inflación es la más baja, pero es en los productos industrializados porque tienen mayor vida de anaquel, modifican menos su precio que un producto fresco”.
“Es una labor de todos, los consumidores somos en realidad en este momento los únicos que podemos mover este modelo, porque como es económico, cuando un consumidor echa abajo la preferencia por un producto, éste sale del mercado. No es sólo nuestra responsabilidad, pero tenemos una gran parte de ella”, finaliza la directora del COA.