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Alejandro De la Garza

07/09/2024 - 12:02 am

Populismos al gusto

“Cabe destacar que los estudios sobre populismo latinoamericano constituyen casi un subgénero de los estudios sobre la región”.

“El venenoso señalaba esta incapacidad para el análisis serio de estos ‘titanes” del periodismo, y les pedía ya no mirar sólo a Harvard o Yale”Foto: Graciela López Herrera, Cuartoscuro.

El sino del escorpión conminaba hace unas semanas a los comentócratas, analistas, historiadores de moda, articulistas y periodistas, a empeñarse en un esfuerzo teórico y académico para entender y analizar a fondo el impulso popular (populista) del movimiento de masas que entraña el lópezobradorismo, pues su falta de análisis y sus limitadas lecturas sólo reiteraban el nulo entendimiento del fenómeno morenista y la falta de voluntad, sofisticación académica y recursos intelectuales para asir una realidad tan compleja.

No hay un solo autor decolonial o posmarxista en el inventario mental de estos liberales que acuden a Tocqueville y a Smith, a Sartori y a Hayek para documentar su catastrofismo ante la situación del país, al que ven a punto de convertirse en una autocracia legal, y, de ahí, en una dictadura. El venenoso señalaba esta incapacidad para el análisis serio de estos “titanes” del periodismo, y les pedía ya no mirar sólo a Harvard o Yale y leer, por ejemplo, al doctor en ciencias sociales argentino Ernesto Laclau, quien desarrolló una teoría postmarxista y decolonial del populismo, no una mera descripción o definición —como abundan—, sino un análisis de sus orígenes, premisas y desarrollo político.

La noticia nueva es que estos periodistas de fuste han hecho la tarea y han comenzado a leer a una teórica liberal del populismo, cuya definición del fenómeno parece ajustarse, ésta sí, al populismo que ellos ven en el movimiento lópezobradorista. Ella es la doctora Nadia Urbinati (Rimini, Italia 1955), politóloga y profesora universitaria italiano-estadounidense con residencia en Nueva York, y cuyo artículo “Teoría política del populismo”, publicado en la Revista Mexicana de Sociología (No. 85, septiembre, 2023), ha nutrido la visión del populismo a la que ahora acuden para denunciar el daño a la democracia provocado por el “autoritarismo populista del líder” y la suplantación de la pluralidad por la unicidad del “pueblo bueno”.

El venenoso leyó con curiosidad el artículo y de no ser por un par de puntos clave, a los que se referirá puntualmente, en la crítica al populismo de Urbini encontró los mismos viejos argumentos discutibles que se han venido manejando desde hace años. Pero la nuez de su crítica parece estar aquí: “El populismo consiste en una deformación de los principios democráticos de la mayoría y el pueblo, para celebrar a un subgrupo del pueblo a través de su líder, quien utiliza el apoyo del público para depurar las elecciones de su carácter formal y procedimental. En este sentido, la ambición del populismo es construir nuevas formas de soberanía popular que aumenten la inclusividad parcial, la cual existe a expensas de la democracia”.

Hasta aquí nada nuevo, sus argumentos siguen siendo los mismos y en el centro de ellos está la afirmación “el populismo consiste en la deformación de los principios democráticos de la mayoría y el pueblo”, según lo prueban los gobiernos de Berlusconi en Italia, Trump en Estados Unidos, Orbán en Hungría y Chávez en Venezuela, según puntualiza Urbinati. El concepto “pueblo” es lo que sigue molestando mucho a los teóricos y académicos de Harvard y Columbia, del CIDE y del ITAM. Con todo, el texto es interesante y el escorpión lo recomienda ya que está disponible en la red.

Pero el arácnido vuelve al argentino Ernesto Laclau, quien en su libro La razón populista (2005), profundiza en esta discusión sobre lo que es “el pueblo” no sólo en términos conceptuales, sino en la realidad: “hay dos sentidos etimológicos de pueblo: plebs y populus. Por un lado, los que se construyen como dañados (Jacques Rancière dixit) son ‘los de abajo’, los sectores subalternos, una parte de la comunidad política que, sin embargo, se asume como la totalidad legítima, como el sujeto soberano y por lo tanto capaz de replantear el orden. Por una operación retórica (sinécdoque), una parte se presenta como el todo. De allí la potencia plebeya y la posición incómoda del pueblo para la teoría política liberal, porque invoca la soberanía popular capaz de cuestionar lo instituido…”, nos dice el doctor Martín Retamozo en su estudio: “La teoría del populismo de Ernesto Laclau: una introducción. (Open Access UNAM, 2017).

Cabe destacar que los estudios sobre populismo latinoamericano constituyen casi un subgénero de los estudios sobre la región, dice también Retamozo. En ese contexto se ha establecido una cronología política desde los populismos clásicos (Lázaro Cárdenas, Juan D. Perón y Getulio Vargas), los neopopulismos (Carlos Salinas, Carlos Menem, Alberto Fujimori, Fernando Collor de Melo) y los populismos del siglo XX1 o radicales (Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa) con los debidos debates sobre su relación con la democracia y sus consecuencias sobre la cuestión social.

Hay otras afirmaciones discutibles en el texto de Urbinati, por ejemplo, “el populismo consiste en una transmutación de los principios democráticos de la mayoría y el pueblo, cuyo objetivo es celebrar un subconjunto del pueblo como oposición de otro, a través de un líder que lo representa y un público que lo legitima. Esto puede hacer que el populismo choque con la democracia constitucional, aun si sus principales preceptos están inmersos en el universo democrático de significados y lenguaje”.

Y aún más: “en los discursos del líder, su mayoría no es una mayoría entre otras: es la mayoría verdadera, cuya validez no es sólo numérica, sino principalmente ética (moral y cultural), autónoma de los procesos de votación y superior a éstos”. Una mayoría “autónoma” de los procesos electorales, dice Urbinati, pero también imposibilitada de subsistir sin la legitimidad de las urnas, agrega el venenoso.

El alacrán finaliza volviendo al meollo del asunto y a Laclau: “Para mí, el populismo está ligado a la construcción del pueblo como actor colectivo. ¿Cómo se construye un pueblo? Sobre la base de poner conjuntamente una serie de demandas insatisfechas. Esto es lo que constituye para mí, básicamente, un pueblo”. Son las demandas las que articulan, insiste el alacrán, luego de ofrecer a sus lectores estos populismos al gusto.

@Aladelagarza

Alejandro De la Garza
Alejandro de la Garza. Periodista cultural, crítico literario y escritor. Autor del libro Espejo de agua. Ensayos de literatura mexicana (Cal y Arena, 2011). Desde los años ochenta ha escrito ensayos de crítica literaria y cultural en revistas (La Cultura en México, Nexos, Replicante) y en los suplementos culturales de los principales diarios (La Jornada, El Nacional, El Universal, Milenio, La Razón). En el suplemento El Cultural de La Razón publicó durante seis años la columna semanal de crítica cultural “El sino del escorpión”. A partir de mayo de 2021 esta columna es publicada por Sinembargo.mx

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