En referencia a su novena cinta, de la cual había asegurado anteriormente que sería su última película, explicó que aborda el año 1969, una época que “era muy enérgica y muy alegre, pero que podría enseñar poco” a las próximas generaciones, a diferencia de los años setenta, cuando llega “el nuevo Hollywood”.
Moscú, 7 de agosto (EFE).- El realizador estadounidense Quentin Tarantino, quien se encuentra en Moscú para presentar su noveno filme, Érase una vez… en Hollywood, confesó este miércoles a la prensa que se siente con fuerzas para hacer un décimo y último largometraje.
“Quiero hacer diez filmes. Tengo otra idea, lo que ven hoy es mi penúltima película. Puse en este filme todo lo que tenía, no quería que quedase nada por decir o por hacer”, afirmó en la conferencia de prensa previa al estreno del largometraje en Rusia.
Según Tarantino, todavía no sabe qué pasará en su último filme, pero aseguró: “Si pensamos que todos los filmes de un realizador cuentan una sola historia, cada filme es un pequeño vagón de un enorme tren”.
“Quiero hacer un enorme súper filme que englobe la lógica de toda mi obra”, agregó.
En referencia a su novena cinta, de la cual había asegurado anteriormente que sería su última película, explicó que aborda el año 1969, una época que “era muy enérgica y muy alegre, pero que podría enseñar poco” a las próximas generaciones, a diferencia de los años setenta, cuando llega “el nuevo Hollywood”.
“La idea del filme es que todo sucederá el año que viene, transcurre un año antes de comenzar los setenta, y los setenta sí pueden enseñar mucho al Hollywood del 2019”, afirmó.
Tarantino recordó esta época, en la que tenía unos seis años, como un tiempo que le gustaba mucho, pero “algo anticuado”, y admitió que aportó mucho de sus propias vivencias a la cinta.
El director señaló que aunque no vivió en la meca del cine estadounidense, visitó mucho esta ciudad, y recordaba detalles como el teatro chino, en el Hollywood Boulevard.
“Lo que más recuerdo es la radio. Escuchaba mucha radio, porque recuerdo cuán importantes eran las emisoras de radio en aquella época, y cuando viajabas en auto siempre escuchabas radio. Si no te gustaba una canción no apagabas la radio, hablabas por encima del programa, pero la radio siempre estaba prendida”, señaló.
Según el cineasta, en su mente se conservan los carteles, las paradas, todas aquellas cosas que “un niño de seis años ve desde la ventanilla de un auto”.
El realizador negó que hubiese referencias culturales rusas en la cinta, al señalar que el personaje de Rick Dalton “jamás miró cine ruso” ya que era “un poco xenófobo, hay que comprender eso”.
“Si yo hiciese un filme sobre Quentin Tarantino, estaría presente una película rusa que le gustaba al pequeño Quentin: pero Quentin no sabía que era una película rusa, le gustaba El hombre anfibio (Vladímir Chebotárev, Guennadi Kazanski, 1961). Yo no sabía que era rusa, pero la veía en la televisión y me gustaba”, confesó.
Tarantino, que visitó la víspera en Kremlin, presentará esta tarde la cinta en el legendario cine “Oktiabr”.
Ésta es la segunda visita a Rusia de Tarantino, que fue invitado en 2004 al Festival Internacional de Moscú y aprovechó para presentar sus respetos al poeta Boris Pasternak, autor de Doctor Zhivago, en el cementerio de Peredelkino, a las afueras de la ciudad.