¿Cuál es el poder que puede tener la televisión sobre los Juegos Olímpicos? Decir “mucho”, es decir poco. Millones de dólares, horarios a su antojo, y hasta quedar por encima de los atletas.
Por Ricardo Otero, Vice Sports
Ciudad de México, 7 de agosto (SinEmbargo/ViceMedia).–Un deportista se prepara toda la vida, no solo cuatro años, para la competencia de su vida, para pelear una presea y representar a su país ante los ojos del mundo. Y de repente, resulta que el momento más importante de su existencia será de madrugada… ¡Toing!
Lo explicaremos desde el ángulo del poderoso caballero Don Dinero. El Movimiento Olímpico tiene dos canales de ingreso: los patrocinadores, por medio del programa TOP, y los derechos de televisión.
En el ciclo 2009-2012 —es decir, previo a los Juegos de Londres 2012— las cadenas que transmitieron las justas (se incluye Vancouver 2010) en todo el mundo le generaron 3 mil 914 millones de dólares, mientras que las empresas socias del Comité Olímpico Internacional (COI) aportaron 957 millones.
Es decir, la tele representa el 80 por ciento de los ingresos del olimpismo. Y por eso, tiene derecho a muchas cosas, como decidir los horarios de algunas competencias.
Por eso no debe sorprendernos lo que va a pasar con la natación de Río 2016. La cadena NBC, propietaria de los derechos para Estados Unidos (los más caros, pues), pidió que la sesión nocturna en la alberca, en la que se desarrollan las Finales y se entregan las medallas, inicie a las 10 de la noche, hora local, para quedar en el horario prime: a las 9, hora del este y 6 en el Pacífico.
La transmisión de las actividades acuáticas en Río no favorecerá a los propios atletas, y si a los consorcios televisivos.
Esto significa que habrán competencias (repito: una Final olímpica es generalmente el momento más importante en la vida de un deportista) que se realicen pasada la media noche de Río.
¿Qué implica este capricho? Las quejas no fueron pocas y algunas muy sonoras, como la del director técnico de Australia, durante los Campeonatos Mundiales del año pasado en Kazán, Rusia: “Nos prepararemos para esos horarios, pero se ha tomado una decisión bastante irresponsable”.
También se pronunció ahí el sudafricano Cameron van der Burgh, campeón olímpico de los 100 metros pecho: “Normalmente a las dos o tres de la mañana la villa está muerta y no hay mucho para comer”. Así que esperemos que el McDonald’s (miembro del programa TOP del COI, por cierto) de la villa abra 24 horas por si llegan los nadadores con ganas de una hamburguesa.
Y como un detalle que no es menor, la Federación Internacional de Natación (FINA por sus siglas en francés) quedó en tratar de alojar a los nadadores en los pisos más altos de la villa olímpica para que no tengan mucho ruido en la mañana y puedan dormir hasta tarde, porque, eso sí, para compensar, la sesión “matutina” en realidad será vespertina, pues empezará a las 13:00 horas.
La natación no es la única “privilegiada”. Desde el 6 de agosto, un día después de la inauguración, habrán partidos de basquetbol que inicien a las 10:30 de la noche, lo mismo que el voleibol de sala, mientras que el de playa tendrá sesiones de cuatro partidos desde las 9:00, por lo que, con un promedio de una hora por cada uno, terminarán al día siguiente.
Claro, este fenómeno no es nuevo. Si viste en 2008 a Michael Phelps ganar sus ocho medallas de oro en la noche de este lado del mundo, es porque las Finales en Beijing se hicieron por la mañana. La inversión de mil 739 millones de dólares que hizo en el ciclo 2005-2008 la NBC fue para que el godín gringo no se perdiera al “Tiburón de Baltimore” por culpa de la chamba.
En lo que se refiere a Estados Unidos, la NBC ya adquirió los derechos hasta los Juegos de 2032, incluidos de invierno y verano. En 2011 pagaron 4 mil 380 millones para Sochi 2014, Río 2016 y los de 2018 y 2020, que entonces no tenían sede y que después fueron asignados a Pyeonchang y Tokio respectivamente.
Pero si esa cifra les pareció estratosférica, en mayo de 2014 cerraron la negociación con el COI para todos los Juegos hasta 2032, por la friolera de 7 mil 650 millones de dólares. Es decir, 12 mil millones de dólares por 18 años de Olímpicos. Sólo en Estados Unidos. Ah, pero eso sí, en todas las plataformas: televisión abierta, de paga, internet y móviles.
América Móvil pagó 100 millones de dólares por los derechos para toda Latinoamérica, excepto Brasil, por Sochi 2014 y Río 2016. Aún no hay poseedor de las transmisiones olímpicas posteriores en esta región.
¿A dónde va este dinero? Es importante saberlo, ya que el COI es una organización sin fines de lucro. El 51 por ciento se le otorga a la ciudad sede, para tratar de recuperar la inversión en los Juegos (que generalmente es mucho mayor). Del resto, 20 por ciento se reparten entre los comités olímpicos nacionales (son 206 los que participarán en Río), 20 por ciento a las federaciones internacionales de los deportes del programa olímpico, y el 9 por ciento restante se quedan en el COI para gastos operativos y programas de solidaridad con países desfavorecidos.
¿Qué implica una cobertura de televisión de Juegos Olímpicos? Veamos: son 42 deportes, algunos con varias sedes, cámaras en infinidad de ángulos y en sitios históricos y culturales de la ciudad y las subsedes… Vaya, pongámoslo en números, para Londres 2012 se ocuparon:
- 5 mil 600 horas de cobertura
- 230 horas de cobertura en 3D
- Mil cámaras
- 33 cámaras 3D
- 40 cámaras de super slow motion
- 33 empresas con derechos de transmisión
- 13 mil personas acreditadas en ellas
- Más de 200 países que transmitieron los Juegos
- 3 mil 600 millones de espectadores alcanzados
- 28 mil millones de horas aire consumidas en todo el mundo
Es decir, hay más gente encargada de televisar los Juegos Olímpicos que atletas. La mitad de la población mundial ve, al menos, un ratito las competencias.
Para que el COI se diera cuenta que la televisión era la gallina de los huevos de oro pasó mucho tiempo. La primera transmisión de imágenes se hizo sólo con un circuito cerrado en Berlín durante los Juegos de 1936. En Roma 1960, se cobraron los derechos por primera vez y para Estados Unidos costaron 1.2 millones. Ocho años después, cuando ya había televisión satelital y podían verse en vivo en todo el mundo, 9.8 millones.
Pero el brinco más fuerte fue en los años 80, cuando Juan Antonio Samaranch entró a la presidencia del organismo que, entonces, estaba cerca de la quiebra. Los de Moscú 1980 costaron 88 millones; los de Barcelona 1992, 636 millones; los de Beijing 2008, ¡mil 739 millones! Repito: sólo por la transmisión en Estados Unidos.
“Muchos veían la tarea de Samaranch como nuevo Presidente del COI como una auténtica misión imposible”, describe Michael Payne, primer director de mercadotecnia y derechos audiovisuales del organismo, en su libro Oro Olímpico, para recoger también una declaración de Dick Pound, ex Vicepresidente del COI: “En 1980, el movimiento olímpico sufría los ataques de permanentes de las fuerzas políticas y se convirtió en la víctima principal de todas las tensiones mundiales. Al no contar con recursos económicos, carecía de la autonomía e independencia que necesitaba para poder ante las presiones políticas”.
Es decir, como en el olimpismo no se movía dinero, pues no podía decirle a los países que se alinearan a ellos. ¿Pruebas? Sencillo: el boicot de Moscú 1980, cuando Estados Unidos y sus aliados declinaron participar por la invasión soviética a Afganistán, y la devolución de la cortesía de la URSS y sus amigos en Los Ángeles 1984.
Pero tú, amigo millenial, no has visto nada de esto. Todos los países participan en los Juegos Olímpicos. Y, afortunadamente, vemos postales de paz y compañerismo que parecerían impensables en otros escenarios, como una mujer árabe en competencia, un ruso y un ucraniano desafiando los conflictos de sus países, y los refugiados que veremos en Río 2016.
El precio para que los Juegos Olímpicos nos den todas las historias fantásticas, emociones a flor de piel y mensajes de paz y fraternidad, es que algunos nadadores tendrán que competir pasada la media noche.
Así que Phelps, Lochte, Le Clos y compañía, venga, háganlo por el equipo.
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