Ciudad de México, 7 de agosto (SinEmbargo).– Las prácticas de la agroindustria que reducen la diversidad de insectos en campos de maíz agravan los problemas de plagas a través del tiempo. Así asegura un estudio recientemente publicado en The Conversation y realizado por Jonathan Lundgren y Scott Fausti, de la Universidad Estatal de Dakota del Sur, en el que se analiza el importante papel que la interacción de la biodiversidad de estas especies representa para la producción de los agroecosistemas.
El estudio se realizó en algunas granjas de maíz en las Grandes Llanuras del Norte de Estados Unidos. En ellas, los científicos encontraron que “las granjas con menor biodiversidad de insectos tienen más plagas”, de modo que sus nuevos hallazgos sugieren que “las prácticas agrícolas que promueven la biodiversidad de insectos pueden ser una manera eficaz de controlar las plagas”.
Este control de plagas responde a las redes biológicas creadas por los animales: una interacción de las diversas comunidades de insectos naturales en un cultivo que acontece dentro de redes biológicas bastante complicadas. Para entender esto, los investigadores analizaron más de 37 mil muestras de 106 grupos taxonómicos de insectos en 53 campos de maíz estudiados durante el ciclo vital del cereal, que es cuando las comunidades de insectos son más abundantes y las principales plagas concurren.
“En nuestro análisis, hemos encontrado que los más maizales biodiversos tuvieron menos plagas”. Más específicamente, los campos de maíz con alta diversidad de especies y una distribución más uniforme de las mismas. “Curiosamente, el número de especies y la abundancia de insectos individuales en un campo de maíz no se correlacionaron con la densidad de la plaga. Lo que esto significa es que no es la riqueza de especies y abundancia dentro de una comunidad la que se correlaciona con la abundancia de plagas, sino más bien, es el equilibrio de las especies dentro de estas comunidades que parece estar ligado a las poblaciones de plagas inferiores”, escribieron.
Así, independientemente de la biodiversidad y abundancia, las comunidades de insectos que se agrupaban en los campos de maíz y formaban redes más fuertes (es decir, especies más ligadas) tenían menos plagas. De modo más simple: redes más fuertes de interacción entre especies diferentes de insectos = menos plagas.
Después de observar esto, los investigadores pudieron constatar que estas redes “se basan en las abundancias relativas de los insectos en la comunidad, [de modo que] si la abundancia de dos especies se correlacionaron significativamente, dibujamos un vínculo entre estas especies. [En este proceso] la centralidad de la red era importante, [pues] comunidades con varios grupos de especies altamente vinculadas, incluidos los insectos que se alimentan de otros, no tienen los problemas de plagas como los tienen las redes que se vinculan vagamente. Por lo tanto, además de la diversidad de especies, la fuerza de las interacciones entre éstas dentro de una comunidad parece estar relacionada con cuándo y dónde se producen brotes de plagas”.
Los investigadores aseguran que la biodiversidad de estos animales en los cultivos realiza funciones en los ecosistemas que no pueden ser reemplazados de forma indefinida por la tecnología como los pesticidas y herbicidas. Los mismos, explican que diseñar sistemas de producción de alimentos resistentes y ecológicamente sostenibles a largo plazo sería posible con el diseño de conexiones en entre la diversidad de insectos en los cultivos y de sus beneficios.
Este estudio, que constituye un nuevo enfoque para el análisis de la biodiversidad de las redes ecológicas, apunta que, ante prácticas de la agroindustria como el insumo de plaguicidas innecesarios y la simplificación de los agroecosistemas que –están destinadas a requerir aún más pesticidas para reemplazar las funciones perdidas de la biodiversidad y mantener estos sistemas de producción de alimentos– “el diseño de los sistemas de cultivo con alta diversidad requerirá menos insumos insecticidas y ahorrará dinero a los agricultores”.
Se trata entonces de una propuesta de transformación en el sistema de producción que apela al aumento de la biodiversidad de insectos y al aprovechamiento de sus las funciones de sus redes; transformación que implica un importante un beneficio ecológico y económico para la sociedad:
“La seguridad alimentaria a largo plazo depende de la invención de los sistemas de producción que son resistentes a los factores de estrés como las plagas. La biodiversidad en los sistemas alimentarios proporciona servicios cuantificables y valiosos para la sociedad, de los cuales el manejo de plagas es uno”; concluyen los autores del estudio.