Después de masivas renuncias por colaboradores dentro de su Gobierno, el Primer Ministro británico renunciará envuelto en escándolos de impunidad, fiestas celebradas durante la pandemia y promoción de un político señalado por abuso sexual.
Por Sylvia Hui Y Danica Kirka
LONDRES, 7 de julio (AP).— El Primer Ministro británico, Boris Johnson, ha aceptado renunciar al cargo, según dijo su oficina el jueves. La noticia puso fin a una crisis política sin precedentes en torno a su futuro que ha paralizado el Gobierno británico.
Un funcionario de la oficina de Johnson en Downing Street confirmó que el mandatario anunciaría más tarde su renuncia. El funcionario habló bajo condición de anonimato porque aún no se había hecho el anuncio.
Johnson había resistido las peticiones de su Gobierno de que se marchara tras una serie de escándalos de ético. Finalmente cedió después de que más de 40 miembros del Gobierno abandonaran y le dijeran que renunciara.
En un primer momento no estaba claro si Johnson se quedaría en el cargo mientras el Partido Conservador elige a un nuevo líder, que le sustituirá como Primer Ministro.
El responsable del Tesoro británico, Nadhim Zahawi, había pedido unos minutos antes la dimisión del mandatario, apenas 36 horas después de que Johnson le nombrara para el puesto.
Johnson sabe que “lo correcto” es “irse ahora”, dijo Zahawi.
Zahawi fue nombrado el martes por la noche para sustituir a Rishi Sunak, que dijo que no podía seguir apoyando a Johnson tras una serie de escándalos éticos.
La Ministra de Educación, Michelle Donelan, nombrada también el martes tras las renuncias de varios ministros, anunció su dimisión el jueves por la mañana.
Prime Minister: this is not sustainable and it will only get worse: for you, for the Conservative Party and most importantly of all the country. You must do the right thing and go now. pic.twitter.com/F2iKT1PhvC
— Nadhim Zahawi (@nadhimzahawi) July 7, 2022
Un grupo de los ministros más cercanos a Johnson le visitó el miércoles en su oficina en Downing Street para pedirle que renunciara tras haber perdido la confianza de su partido. Pero en lugar de eso, el mandatario optó en un principio por pelear por su carrera política y despidió a un miembro del Gobierno, Michael Gove, según medios británicos.
Es inusual que un Primer Ministro se aferre al cargo ante tanta presión de sus compañeros de Gobierno. La portada del diario Guardian le describía el lunes como “desesperado, perdido”.
Para el jueves por la mañana habían renunciado cinco ministros, incluidos el jueves Donelan y el secretario de Irlanda del Norte, Brandon Lewis, que dijo a Johnson en su carta de renuncia que “hemos […] pasado el punto de no retorno. No puedo sacrificar mi integridad personal para defender las cosas como están ahora”.
También se han marchado 40 miembros del Gobierno de menor categoría, en pleno escándalo por la gestión de Johnson de las acusaciones de abusos sexuales contra un miembro del partido, y que se suma una larga lista de polémicas que han incomodado a los legisladores conservadores.
“Ha roto la confianza que se depositó en él. Tiene que reconocer que ya no tiene la autoridad moral para liderar. Y para él, se ha acabado”, dijo a The Associated Press el líder del Partido Nacional Escocés, Ian Blackford.
Johnson, de 58 años, es conocido por salir bien librado de situaciones complicadas. Se ha mantenido en el poder pese a las acusaciones de que era demasiado cercano a donantes del partido, de que protegió a aliados de acusaciones de acoso y corrupción y de que mintió al Parlamento y fue deshonesto con el público sobre las fiestas de oficina del Gobierno que incumplieron las normas de confinamiento de la pandemia.
Pero las recientes revelaciones sobre que Johnson conocía las acusaciones de abuso sexual contra Chris Pincher, un legislador conservador, antes de ascenderle a un puesto de responsabilidad, habían llevado al límite al Primer Ministro.
Muchos conservadores temían que el mandatario ya no tuviera autoridad moral para gobernar en un momento en el que hacen falta decisiones difíciles para combatir el alza de los precios de la comida y la energía, los contagios de COVID-19 y la guerra en Ucrania. Otros temían que ahora pudiera ser un lastre en las urnas.