Onoda formaba parte del servicio de inteligencia y tenía a su cargo a tres hombres, uno de los cuales capituló y los otros dos murieron. En esas tres décadas, una vez finalizado el conflicto, interpretó como propaganda los mensajes que les llegaron para que salieran de su escondite de la isla de Lubang.
Cannes, 7 de julio (EFE).- El soldado japonés Hiroo Onoda fue enviado en 1944 a Filipinas en el ocaso de la Segunda Guerra Mundial. La derrota de su país llegó en 1945, pero él entregó las armas 29 años después, cumpliendo hasta el final una misión que, convertida en película, inauguró este miércoles la sección “Una cierta mirada” en Cannes.
El director francés Arthur Harari (París, 1981) retrata en Onoda. 10.000 nuits dans la jungle, la historia de un guerrero que cuando los estadounidenses desembarcaron en ese país se escondió en la selva y no volvió a salir de ella hasta recibir la orden directa de su antiguo superior.
Onoda formaba parte del servicio de inteligencia y tenía a su cargo a tres hombres, uno de los cuales capituló y los otros dos murieron. En esas tres décadas, una vez finalizado el conflicto, interpretó como propaganda los mensajes que les llegaron para que salieran de su escondite de la isla de Lubang.
Vivió como un ermitaño, en cabañas construidas a mano que destruía en cuanto percibía peligro, con el uniforme remendado una y otra vez y alimentado a base de plátanos y cocos y de alguna vaca que robaban a la población local.
La película lo acompaña desde que era un joven oficial hasta que fue recibido en su país entre vítores. Lo había encontrado poco antes y por casualidad un turista que había ido expresamente en su búsqueda y que convenció después a su general, ya retirado, de que fuera a Filipinas para hacerle abortar su misión.
El exteniente, que emigró a Brasil entre 1975 y 1989, falleció en 2014 a los 91 años.
Para Harari es imposible no ver a Onoda como a un héroe. Un héroe que se excluye de la humanidad para salvar a la sociedad a la que pertenece y que regresa a Japón tras haber superado las pruebas que le llegaron en su camino.
Onoda. 10.000 nuits dans la jungle es el segundo filme del director francés, tras “Diamant noir” en 2016, y en su proceso de documentación admite no haber querido leer el libro que el soldado escribió sobre su aventura (No surrender, my thirty year war), para no verse influido por su subjetividad.
La proyección de este filme se enmarca en una sección que en esta 74 edición de Cannes, inaugurada el martes y que se clausurará el día 17, ha puesto el foco en la cinematografía novel y proyectará, entre otras, Noche de Fuego, de la mexicana-salvadoreña Tatiana Huezo, o La civil, cinta de la rumana Teodora Mihai coproducida por el mexicano Michel Franco.