Aunque asegura que toda su carrera “ha sido una gran escuela de cine” porque ha podido mirar cómo trabajaban Scorsese, Chabrol o Spike Lee, reconoce que los dos directores de los que más ha aprendido son David Fincher, con quien rodó Panic room (2002) y Neil Jordan, con quien hizo The Brave One (2007).
Por Alicia García de Francisco
Cannes (Francia), 7 de julio (EFE).- Jodie Foster lleva casi 50 años en el mundo del cine y desde que tenía seis supo que quería dirigir películas. “Mi madre me dijo que las mujeres no podían ser directoras, a menos que escribieran”. No es el único consejo en el que se equivocó, como señaló hoy la actriz.
En una cita con el público en el 74 Festival de Cannes, donde anoche recibió la Palma de Oro de honor, Foster ha hablado de las películas que han marcado su carrera y de su larga experiencia en el cine, donde empezó con 6 años y en unos meses cumplirá 59.
“Las cosas han cambiado. Cuando yo comencé este trabajo no había mujeres, hace 50 años. Encontrabas a la mujer que hacía de mi madre, la maquilladora, la script y poco más”, explicaba la actriz, que cree que el hecho de que los hombres vivieran solos, “como en una colonia de machos”, también era penoso para ellos.
Ni siquiera la llegada de mujeres a la producción hizo que contrataran a más mujeres en otras labores. “En Europa hay bastantes mujeres realizadoras pero no nosotros (en EU). Es un camino inacabado”.
Al respecto recordó que cuando tenía seis años descubrió que un actor con el que rodaba, era director, y se dio cuenta de que eso es lo que quería. “Mi madre me dijo que las mujeres no podían ser directoras, a menos que escriban. No soy una gran escritora y pensé que nunca lo lograría”.
Pero su madre se equivocó, como también cuando le aconsejó que no fuera a la universidad porque eso acabaría con su carrera -“Me aportó muchísimo”, confiesa- o cuando decidió finalmente convertirse en directora. “Otra vez la misma persona, mi madre, me dijo que era una locura, que era el momento de hacer dinero”.
“No la escuché y estoy muy contenta”, dijo en tono divertido.
Un trabajo, el de dirección, que aprendió poco a poco, con las más de 60 películas en las que ha participado como actriz.
Pero aunque asegura que toda su carrera “ha sido una gran escuela de cine” porque ha podido mirar cómo trabajaban Scorsese, Chabrol o Spike Lee, reconoce que los dos directores de los que más ha aprendido son David Fincher, con quien rodó Panic room (2002) y Neil Jordan, con quien hizo The Brave One (2007).
“Fincher es el que más me enseño, técnicamente, pero también porque tiene una visión singular con total confianza, puede que su visión no sea la mejor, pero no importa, es la suya”, mientras que a Jordan “es un poeta, escribe novelas y poesías”.
Improvisa, está abierto a las opiniones y no manda hacer nada. Se sienta observa y lanza preguntas sin parar como “¿ella tiene un perro o un gato?”. Un sistema del que Foster aprendió mucho.
La actriz también se refirió a Pedro Almodóvar, que ayer le entregó la Palma de Oro y que es “muy importante” en su carrera porque su cine fue el primero verdaderamente feminista que vio.
“El primer cine que habla de mujeres desde dentro”, dijo del estilo de Almodóvar, un director que sabe entrar en el corazón de la gente, algo que muy pocos realizadores logran.
Con el director español le une una relación especial y hoy en Cannes almorzó con él y con Tilda Swinton, aunque aseguró que no tienen proyectos juntos en perspectiva.
Foster se mostró afable pero reservada y sin ahondar en las cuestiones que el presentador o los asistentes que llenaban la sala Buñuel le hacían.
Sobre The Accused (Acusados), que le valió su primer Óscar, aseguró que fue muy complicado hacer una película sobre una mujer que denunciaba a sus violadores. Les llegaron a poner problemas porque la chica llevaba minifalda o porque veían normal el comportamiento de los hombres.
“Creo que la conversación entre hombres y mujeres empezó a cambiar” tras esta película, afirmó.
De The silence of the Lambs (El silencio de los corderos), su segundo Óscar, aseguró que sintieron desde el principio que era un proyecto importante y especial, aunque reconoció que al principio no confiaba en el estilo de Jonathan Demme, que introdujo elementos casi cómicos que a ella le parecía que iban a hacer que la historia no se tomara en serio.
Y tiene un magnífico recuerdo de su trabajo con Anthony Hopkins, aunque sintió miedo de él durante todo el rodaje. Algo recíproco, según le confesó el actor galés.
Ejemplos de una carrera llena de títulos en sus comienzos y que se ha ralentizado. “Hice mucho de joven y por eso ahora soy muy lenta, me gusta tomarme tiempo para mi vida”, dijo riéndose.
También con risas contó una anécdota de cuando iba a presentar Taxi Driver en Cannes, en 1976.
Cuando salía para el aeropuerto, su perro se cayó por las escaleras y murió en sus brazos. “Estaba todo lleno de sangre, me encerré en el baño, no quería salir. Fue el momento más triste de mi vida”.
“Toda mi estancia en Cannes fue magnifico pero no podía dejar de pensar en mi perro, Napoleón. Era triste y cómico a la vez”, recordó.
Un filme, Taxi Driver, que marcó un momento de transformación del cine y del que se siente muy orgullosa. “La gente creía que era muy pequeña para hacer un papel de prostituta y él (Scorsese) quería saber si estaba psicológicamente preparada para hacerlo”. Y lo estaba.
Tras una carrera tan larga y variada, asegura que no le importaría nada hacer un papel en una película de Marvel -le gusta Iron man-, y no tiene ningún miedo a las plataformas porque “el cine no son solo las salas”.
“El cine evoluciona con la tecnología y con la cultura”, las plataformas se han llevado a todos los artistas y la pandemia ha acelerado las cosas, los espectadores han cambiado y no quieren gastar dinero en cine. “Pero espero que vuelvan los cines porque es una experiencia única”.