Las ridículas e hilarantes tramas de la serie tienen más puntos en común con la realidad que muestran las noticias que otras tramas políticas de prestigio como la idealista y elegante The West Wing.
Por Javier Romualdo
Los Ángeles, 07 de junio (EFE).- Ironía, humor, sarcasmo y un poco de mala intención. Esos son los ingredientes de Veep, la multipremiada comedia de HBO ideal para sobrellevar la cuarentena que muestra la vida política en Washington D.C. a través de la caótica Selina Meyer, una imaginaria vicepresidenta de Estados Unidos.
La encargada de dar vida a la protagonista es Julia Louis-Dreyfus, espléndida en un papel con el que ha batido récords al ganar seis Emmy consecutivos a la mejor actriz cómica, que se suman a los tres que Veep se ha llevado como mejor comedia por ese retrato nada formal de la capital del poder.
Las ridículas e hilarantes tramas de la serie tienen más puntos en común con la realidad que muestran las noticias que otras tramas políticas de prestigio como la idealista y elegante The West Wing.
Pero a pesar del aclamo de la crítica y de la fidelidad de sus seguidores a lo largo de siete temporadas, Veep nunca ha conseguido ser un fenómeno de masas como su contemporánea Game Of Thrones o la comedia Seinfeld, en la que Louis-Dreyfus saltó a la fama.
Aunque durante la cuarentena por el coronavirus, HBO apostó por emitirla en abierto y reavivó su interés.
MENOS “THE WEST WING” Y MÁS “PARKS AND RECREATION”
El día a día en Washington D.C. es más parecido a Veep que a The West Wing.
Es una afirmación que periodistas y funcionarios han repetido más de una vez, especialmente desde que llegó Donald Trump con su peculiar manejo de la Casa Blanca a golpe de Twitter.
Imágenes fuera de contexto que se convierten en memes, apariciones públicas que terminan en desastre y el ego improductivo de los políticos… El equipo de la vicepresidenta Selina Meyer trabaja a diario tratando de apagar fuegos por todos los frentes.
En Veep no hay diplomacia y honor, pero tampoco el retorcimiento y las tramas perversas de House of Cards. Es una comedia política en la que sus protagonistas son profesionales mediocres, atormentados por el día a día mientras evitan lo peor en situaciones fuera de su control.
Si hay que buscar un referente para esta alocada sátira sin duda sería Parks and Recreation, de la que toma un estilo frenético que aprovecha técnicas típicas del documental.
SELINA MEYER: UN IMÁN PARA LAS CARCAJADAS
Aunque el reparto de Veep es eminentemente coral, destaca la propia idea de Selina Meyer como una política ambiciosa, carente de cualquier ideología firme y con una inestable vida personal engullida por su actividad profesional.
Louis-Dreyfus da vida esa mujer poderosa que, sin embargo, no tiene nada bajo control.
Desde su frustrada visita a una heladería para hacerse una foto “como gente normal” que no tiene nada de normal hasta las supuestas fiestas familiares de cumpleaños que en verdad son actos de campaña, nada de lo que hace Selina Meyer es espontáneo pero los resultados son inesperados.
En una entrevista por el fin de la séptima temporada, Louis-Dreyfus reconoció que no “iba ser fácil despedirse” de Selina Meyer: “Es como aterrador porque he pasado una época jodidamente buena”.
Tal es la devoción que despierta el personaje que se venden objetos promocionales suyos como si fuera un candidato político real y cuenta con su propia página web.
De hecho, la página, que imita las típicas campañas presidenciales de Estados Unidos no puede ser más ácida: Está plagada de mensajes vacíos como “Ahora. Selina. Ahora” y una descripción que dice el todo y la nada al mismo tiempo: “Mujer de estado. Campeona. Humanitaria. Visionaria. Guerrera”.
ENTRE BROMA Y BROMA… LA VERDAD SE ASOMA
Ya lo dice el refrán “entre broma y broma… la verdad se asoma”.
Porque a pesar de que ni la serie se toma en serio a sí misma, entre los guiones se cuelan críticas sobre los prejuicios y la hipocresía que dominan la agenda política.
Valga de ejemplo la rabieta que monta la vicepresidenta cuando su hija -encarnada por Sarah Sutherland- sale con un estudiante iraní y la prensa monta un escándalo mediático por ello.
El competitivo equipo de la política, liderado por Tony Hale, Anna Chlumsky y Reid Scott, también muestra la frivolidad que domina en los mundos del poder, que cuando no se toman muy en serio… dan lugar a un montón de situaciones disparatadas.