México, según la OCDE, ocupa el lugar 107 entre los 108 países que más leen. Ese sitio no sorprende si se considera que ni gobernantes, maestros, familia y editores trabajan para incentivar una sociedad más informada.
Ciudad de México, 7 de junio (SinEmbargo).– Los libros son como el fuego, iluminan la ignorancia, la incendian, la consumen, son capaces de despertar mentes; derrumbar prejuicios, desatan la creatividad; abren posibilidades y mundos nuevos a quien se acerca a ellos. Sus bondades sólo son comparables con sus retos: amenazados por atractivos distractores como Internet, la televisión y las redes sociales, sumados a la apatía y el desinterés, corren el riesgo de ser usados únicamente para eliminar la cojera de algún mueble o como objeto decorativo. A lo anterior se une la falta de acceso, cuestiones económicas y educativas; carencia de material de lectura en casa, así como la imposibilidad de encontrar una biblioteca cerca. Y si bien hay libros con precios económicos, muchos mexicanos aún deben elegir entre alimentar su mente o su cuerpo y ante esta disyuntiva la respuesta es duramente obvia.
Si bien es cierto que leer ofrece numerosas ventajas y placeres estéticos e intelectuales, no debe olvidarse que se trata de un placer aprendido que debe cultivarse de manera permanente. Leer no es suficiente, uno tiene que esforzarse por comprender lo que está leyendo; detenerse a pensar por qué y para qué lo está haciendo; conocer sus preferencias y abandonar los clichés e ideas equivocadas que persiguen al hábito. La lectura y el conocimiento no son moneda de cambio, ni sinónimo de éxito, riqueza o popularidad. Leer tampoco te convierte –al menos no de forma automática– en mejor persona, ni te hace más inteligente de manera instantánea, tampoco es un asunto estrictamente educativo, aburrido, para nerds, snobs e intelectuales. Los libros no cambian la realidad, pero modifican la visión que se tiene de ésta, la enriquece.
Las estadísticas indican que los mexicanos leen cada vez menos, pero más que pensar en cantidades, debemos reflexionar sobre la calidad de lo leído, y lo que reflejan los datos es que los mexicanos leen poco, comprenden aún menos y sus elecciones suelen ser muy poco acertadas.
ARTÍCULO DE LUJO
Leer y comer siempre han sido privilegios de pocos, los que son parte del 60% que alguna vez ha entrado a una librería, saben que los precios son muy elevados, aunque hay colecciones relativamente baratas y los libros usados son una opción. Sin embargo, mientras la pobreza continúe agravándose, difícilmente se incrementarán los índices de lectura.
Felipe Rosete, directivo de la editorial mexicana Sexto Piso, comenta al respecto: “La mayoría no lee porque no tiene acceso a los libros, ni quien los inicie en la lectura; muchos no tienen la posibilidad de ir a la escuela, ni de comer, eso hace que un libro sea lo más lejano en sus perspectivas, en su realidad, los libros son un artículo asociado a las clases medias y altas, sobretodo las medias”, sus palabras coinciden con las del director general de la editorial Almadía, Guillermo Quijas, quien opina que el hecho de que los libros estén disponibles sólo para un grupo de personas se refleja considerablemente en las estadísticas: “Una gran parte de la población mexicana no tiene acceso a los libros y por ende no puede leer nada”.
ES IMPORTANTE PERO NADIE DICE POR QUÉ
Roxana Nuñez, directora de Asuntos Corporativos del Consejo de la Comunicación, organismo creador y promotor de la campaña Diviértete leyendo, expone que siempre se nos dice que la lectura es importante, beneficiosa pero nadie explica por qué: “Una persona que lee desarrolla comprensión lectora, enriquece su vocabulario; tiene una mejor expresión oral y escrita e incrementa su capacidad de resolución de problemas”, expresa. Surgida en el marco del 50 aniversario de dicho consejo, la iniciativa incluye a dueños de medios, empresarios, legisladores y asociaciones civiles.
La campaña se centra en estudiantes de primaria y secundaria, no obstante, con el objetivo de llegar a público de todas las edades, incluye a personajes tan disímbolos como Místico, Danna Paola, Fernando Savater, Diego Torres, Julieta Venegas, Capaz de la Sierra, Jis y Trino, Los Ángeles Azules, los integrantes de Plaza sésamo, Pedro Ferriz de Con, Belanova y Héctor Bonilla. Sin duda una selección ecléctica, en la que figuran personas a las que resulta difícil creer que leen con frecuencia. Nuñez reconoce que “definitivamente, algunos leen más que otros” y que la selección funciona por la influencia que tienen en sus fans: “Quizá tú o alguien mayor no cree que leen pero sus seguidores sí”. El principal acierto de Diviértete leyendo está en sugerir periodos cortos de lectura y en los contenidos de su página web, la cual ofrece una amplia selección de títulos según la edad y el grado de escolaridad, asimismo se recomiendan por igual obras clásicas, comerciales y también se dan tips para fomentar el hábito en los niños y en adultos que nunca han leído.
PADRES Y MAESTROS, DETERMINANTES
Un factor alejado del aspecto económico –pero igual de relevante– es el papel de la familia y la escuela; los entrevistados coinciden en que el núcleo familiar y escolar tiene un papel fundamental en el desarrollo del hábito. “Depende absolutamente de lo que se vea ahí, es lo que va a repercutir más, si el hábito está en la familia se contagia de manera muy fácil”, enfatiza Quijas.
Rosete asegura que un buen lector necesita tener un proceso iniciático, requiere que alguien lo vaya guiando: “Si naces en una familia de lectores es más fácil que te orienten y leas libros en casa, si no es así es mucho más complicado”. Por su parte, Roxana Nuñez sugiere acercar a los niños a través de cuentos, ya que eso ayuda a fomentar su imaginación y curiosidad, además de ayudarles a formar un criterio propio, “se forma el hábito y posteriormente los menores harán elecciones más complicadas, sofisticadas”.
En el caso de los adultos, todos coinciden en que es muchísimo más complicado, pero no imposible. Se debe realizar un proceso de autoconocimiento y hacer elecciones breves, sencillas. “o hay nada que te aleje más de la lectura que iniciar con un libro que no te gusta, que no es para ti. Si nunca has leído y comienzas con Shakespeare, lo vas a dejar en el primer capítulo y nunca vas a volver a abrir un libro”, refiere Nuñez.
Para identificar nuestras preferencias, se puede tomar como referencia lo que vemos en la tele o el cine y buscar recomendaciones de libros del género. Asimismo se sugiere a los padres, si es posible, comprar libros para cada uno, si no que tengan elementos del agrado de todos, la entrevistada subraya que no se deben forzar las lecturas: “Es un error común decir: ‘a los 13 años leí El diario de Ana Frank quiero que mi hija lo lea’, quizá lo que te gustó no les agrada a ellos hay que dejar que encuentren lo que les gusta para motivarlos”.
Rosete comenta que otro agente importante son los libreros. Sin embargo lamenta que actualmente carezcan de conocimiento literario: “Sólo buscan en un sistema si el libro está disponible o no, no son capaces de guiarte, de darte buenas recomendaciones”, critica.
Asimismo dice que los padres deben tener más interés por la lectura pero la realidad es muy complicada “con jornadas de hasta 12 horas y largos traslados, quién va querer llegar a leer después de eso, sobretodo si no tuviste ningún acercamiento con la lectura”. También resalta que se debe contar con bibliotecas y con profesores capacitados que promuevan el gusto por la lectura y ayuden a los alumnos a establecer un criterio que les permita descartar entre las lecturas que aporten algo significativo y las que no.
LAS EDITORIALES QUIEREN MÁS Y MÁS DINERO
En relación a las selecciones de los mexicanos éstas se decantan por libros escolares, periódicos, revistas y libros, algunos de calidad cuestionable, publicaciones que prometen éxito, salud, abundancia económica; volvernos mejores amantes, padres, hijos. Manuales de vida escritos en su mayoría por “gurús” y celebridades televisivas; el fenómeno no es exclusivo de México y para muestra están los libros de Paulo Coelho, los de Stephenie Meyer, los ejemplares “escritos” por Britney Spears, Naomi Campbell y Victoria Beckham, quien siempre se ha ufanado de no haber leído un sólo libro en su vida.
En opinión de los entrevistados, dicha situación obedece a objetivos económicos, ya que financieramente es muy viable editar este tipo de publicaciones: “Con dos o tres que hagas al año ya te salvaste financiera y comercialmente; así puedes sacar otros 100 que se la van llevando”, apunta el director general de Almadía, quien añade que las editoriales escogen personajes de la farándula y política porque tienen gran impacto en la gente, además cuentan con estrategias comerciales y grandes presupuestos que apantallan. “Te dicen que es lo mejor, lo que debes leer y muchos lo creen”, añade.
De igual forma Felipe Rosete detalla que en una sociedad capitalista estructurada a partir del espectáculo y la imagen, a muchas editoriales les interesa hacer dinero, vender: “Una forma es hacer libros de personas que la gente identifique con el simple hecho de ver su foto, su nombre, eso motiva a los editores, pero atenta contra la calidad literaria. Se puede hacer sobrevivir a un proyecto de calidad literaria publicando buenas cosas, con libros bien hechos, estéticos, no necesariamente tienes que publicar cosas comerciales para darle viabilidad a un proyecto”. Conjuntamente, la gente adquiere ese tipo de lecturas porque son fáciles, “es muy sencilla te entretiene, no te hace pensar en absolutamente nada o en muy poco y muy simple. Es como la televisión, todo te lo da peladito y a la boca”, comenta Quijas, quien cree que este tipo de libros generan altas ventas rápidamente, por periodos cortos: “Son muy pocos los que pueden convertirse en libros que perduren y logren sobreponerse al paso del tiempo. Esa es una característica de un buen libro; logra pasar por épocas diferentes y en cada una de ellas va cosechando nuevos lectores”, expone.
GOBIERNO IGNORANTE Y POBLACIÓN MANIPULABLE
No pocos recuerdan cuando Martha Sahagún de Fox plagió una frase del escritor irlandés George Bernard Shaw, además cambió nombre y sexo al escritor indio Rabindranath Tagore, refiriéndose a él como la escritora “Rabinagrand Tagora” mientras que su esposo, Vicente Fox Quesada, el entonces Presidente de México, hizo lo propio al afirmar: “La gente que no lee es más feliz”. Recientemente, también ha circulado ampliamente en la web un video en el que se exhibe la incapacidad de los diputados del Partido Revolucionario Institucional (PRI), del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para nombrar tres libros que han marcado su vida, algo que de inmediato nos remite a diciembre de 2011, momento en que todos rieron y destrozaron al entonces candidato a la Presidencia Enrique Peña Nieto quien tampoco pudo mencionar tres títulos imprescindibles en su vida. La ironía del asunto es que muchos de los que se han burlado hasta el cansancio de dichos sucesos, probablemente tampoco podrían nombrar tres obras.
Lo anterior es una claro reflejo de la profunda ignorancia de las autoridades y una muestra de las consecuencias de no leer, efectos que experimentamos cada día. “Una sociedad no informada, no lectora, es fácilmente manipulable”, manifiesta Quijas. En tanto, Felipe Rosete asevera: “Una sociedad ignorante permite que gobernantes incapaces de citar tres títulos lleguen al poder y hagan lo que quieran desde él, creo que en los momentos que vive este país, de una violencia exacerbada, indiscriminada y sin sentido, es muy importante retomar la importancia de la lectura para darle un giro a ello”.
NO QUEDA MÁS QUE INSISTIR
Las razones para no leer de los mexicanos son diversas y confirman lo descrito anteriormente: no tienen un lugar apropiado para leer, les resulta muy difícil, es caro; no encuentran material en su lengua de origen, no saben leer; no les gusta o les da flojera. La excusa principal de los mexicanos –la falta de tiempo– es endeble. Si uno realmente lo desea puede hacerlo prácticamente donde sea, prueba de ello son los lectores que pueden verse en los parques, los cafés y en donde sería imposible creer que hay espacio para la lectura: el transporte público, sitio donde puede verse esta actividad con frecuencia. Los camiones y el Metro son plurales, no sólo en cuestión de usuarios, sino de lectores; dicho hábito florece entre bultos, empujones, música a todo volumen, olores y sudoraciones varias, lo que echa por tierra ese pretexto.
Más que engrosar cifras y brillar en las estadísticas, la meta principal debe ser crear buenos lectores pues, como ya se ha expresado, uno de los principales atributos de la lectura es la capacidad de reflexionar, discernir, fomentar la creatividad y el pensamiento crítico, por ello los entrevistados opinan que se deben mejorar las campañas existentes y unir esfuerzos.
Para Roxana Núñez el trabajo debe realizarse de manera permanente e incluir a todos los sectores sociales y a las autoridades, “a nosotros nos toca hacer las campañas, sumamos esfuerzos, no es solamente tarea del gobierno, de la iniciativa privada y la sociedad civil, es responsabilidad de todos”. Para que el mexicano pierda el desinterés, opina, se deben realizar acciones constantes, construir un movimiento a largo plazo; generar políticas públicas dentro de las escuelas que fortalezcan la capacitación docente, motivar a los maestros a que lean y lo transmitan a los alumnos, así como hacer un llamado a los padres de familia y organismos de la sociedad civil. Igualmente, las empresas deben motivar a sus empleados a leer más y mejor.
Tal como afirma Rosete no debemos casarnos con la idea de que en México nadie lee, de que a nadie le gustan los libros: “Los rivales a vencer son los medios de entretenimiento masivo, Internet, videojuegos, pero sí existen lectores, la supervivencia de un proyecto como Sexto piso, demuestra que hay personas interesadas en la lectura y la literatura, tal vez no como debería, quizá los esfuerzos que se realizan no tienen los efectos esperados y deben mejorar”. Ejemplo de ello es la campaña Leer de boleto en el metro, cuyos títulos están disponibles sólo en formato digital, lo que limita a todos los que carecemos de un teléfono inteligente.
De igual forma, los entrevistados coinciden que los editores deben ser gestores culturales que ofrezcan buena literatura y la hagan llegar a más gente. También remarcan que la calidad es más importante que la cantidad. A decir de Rosete: “No sirve de mucho hacerlo si no te aporta nada. Por ejemplo, leer el TV y Novelas no aporta al lector, es muy superficial”. Quijas reitera que “leer un minuto es mejor que no leer nada; si se hace menos tiempo pero con calidad hay mejores resultados, en vez de leer mucho y pura basura”.
Felipe Rosete expresa que debemos quitarnos la visión del gobierno responsable de todo y que si bien debe tener un papel preponderante, no es el único que debe esforzarse. Guillermo Quijas sostiene que debe existir un esfuerzo conjunto para hacer un trabajo de fondo y seguir insistiendo, pues se trata de una labor diaria y “se deben hacer programas de lectura que lleguen a cada vez más personas, generar eventos, experimentar; llegar a nuevos grupos, democratizar la lectura porque es para todos; no tiene que ser necesariamente libros pueden ser revistas, periódicos; en formato impreso o digital, artículos muy simples o de literatura. Creo que en México hay muchas personas y campañas que trabajan en ello; hay un gran número de personas interesadas en leer, pero siempre se necesita más, continuamente, tiene que darse toda una política educativa, de fomento a lectura y el libro”.
Si ya se tiene el hábito hay que continuar leyendo y si va a comenzar recuerde el consejo: comience con algo fácil, según Quijas “al principio todo es válido y si van iniciar con un libro de Jordi Rosado y luego van descubrir algo más, está bien. Me parece que es un camino válido, siempre hay posibilidades. Hay ciertos sectores en los que vale la pena empezar por cosas light. Esto también puede hacerse con los clásicos, hay obras muy fáciles, perfectamente legibles que pueden ser buenas para iniciarse en la lectura”, concluye.