Vivía con su pequeña hija de seis años y trabajaba en el Cuerpo de Marinos en EU casi el mismo tiempo, pero el californiano además traficaba droga, incluido fentanilo, desde México. Incluso le pidió a un artista mexicano que le compusiera un narcocorrido. Ahora, pasará 144 meses en la cárcel. No es el único soldado estadounidense condenado en los últimos meses.
Ciudad de México, 7 de mayo (SinEmbargo).– Roberto Salazar II trabajaba como operador de radio en el Cuerpo de Marinos de los Estados Unidos en Miramar, California, cerca de la frontera con México. Tenía una hija a la que peinaba y dormía todos los días. Al mismo tiempo, el nacido en San Diego tenía otra vida: se dedicaba a traficar fentanilo, cocaína, metanfetamina y heroína desde México y reclutaba a compañeros o excompañeros de la milicia estadounidense para lograr sus objetivos.
Hace un par de semanas, Salazar II fue condenado a prisión por 12 años, tras declararse culpable de conspirar para distribuir heroína, metanfetamina, cocaína y fentanilo, así como de importación de fentanilo. Sus dos socios, ambos estadounidenses, recibieron penas más bajas: José Ernesto López, de 24 años, fue condenado a 70 meses (cinco años y 10 meses); Juan Carlos Zepeda-Santos, de 40 años, fue condenado a 33 meses (dos años y 9 meses).
Salazar II reclutaba, coordinaba y pagaba a “múltiples” mensajeros de drogas” para distribuirlas e incluso él mismo lo hizo, antes y durante su estadía con los marinos. El trabajo ahí “era una fachada”, aseguró el hombre de 26 años cuando se declaró culpable en octubre pasado. Había sido detenido ocho meses antes.
Durante al menos 10 años, aunque no continuos, Salazar II traficó drogas desde México hacia EU. Lo hizo en automóviles que, al poseer compartimentos específicos donde ocultar la droga, facilitaban el tránsito en la frontera.
Pero, además de su doble vida como uniformado y como narcotraficante, Salazar tenía un sueño: ser el protagonista de un narcocorrido. Los fiscales explicaron ante el Juez que, en el teléfono asegurado durante su detención, había comunicaciones con un “artista mexicano”, del cual no se dieron detalles, para que le escribiera uno. Quería que hablaran de su paso por la milicia estadounidense e incluso le recomendó una frase para usar en la canción: “Yo quería estudiar y convertirme en soldado, pero me gustó más la vida rápida”.
EL ORIGEN DE SU DOBLE VIDA
Salazar II comenzó a traficar droga en 2013, según las acusaciones en su contra, es decir, a los 16 años. La acusación, sin embargo, indica que los crímenes de los que le acusan comenzaron en 2015 y hasta su captura en 2022, salvo un periodo de entrenamiento militar cuando ingresó a los marines, en 2018.
“Este caso involucró a un marino que supuestamente defendía y protegía a nuestro país. Pero en lugar de eso ha causado un gran daño a los estadounidenses” al traficar estupefacientes “que dañan todos los días a la comunidad”, señaló el Fiscal Randy Grossman. “También traicionó juramento del ejército”, resaltó.
La defensa del californiano argumentó que su cliente fue involucrado en el mundo de las drogas por Roberto Salazar I, su padre, a quien señaló de “abusivo y ausente”, quien además fue deportado a México cuando su hijo tenía 10 años, lo que obligó a los Salazar a vivir entre Tijuana y San Diego.
Ahí, en ese periodo, es en el que las autoridades sitúan como el epicentro de su actividad criminal. La defensa también intentó defender a Salazar II con un antecedente: consiguió hace unos años la custodia total de su hija, una niña nacida en 2017.
Sin embargo, los fiscales presentaron pruebas ante el Juez de que Salazar II se había personalmente involucrado en un caso de tráfico de heroína que salió mal en el estado de Nevada en enero de 2023 y por el cual finalmente fue atrapado unas semanas después.
“Hice un desastre”, confesó ante el Juez, al que le dijo que había vuelto al negocio de las drogas debido a que su salario en los marines no le alcanzaba para mantener a su hija. Su madre intentó lo propio: en una carta que envió durante el proceso legal, le dijo al Juez que le había sorprendido lo “buen padre” que era su propio hijo. “Llevaba siempre a su hija a la escuela, la peinaba, la alimentaba, la recogía y la arropaba antes de irse a dormir”, señaló.
Las autoridades no detallaron si tenían pruebas de que Salazar II estuviera relacionado o coludido con cárteles mexicanos o estadounidenses.
Sin embargo, las autoridades fueron contundentes con las pruebas. Presentaron evidencia de que la gente de Salazar II había introducido drogas en varias ocasiones, con varios “mensajeros”, incluido un exmarino que realizó hasta cinco viajes. Otro fue arrestado en San Ysidro con 15 libras de fentanilo escondidas en el auto.
“El señor Salazar promovió condiciones que pusieron en peligro a la gente”, afirmó Sidney Aki, el director de Operaciones del Departamento de Justicia en la Oficina de San Diego.
“Los esfuerzos para defender la seguridad nacional, incluido el combate de narcóticos, es nuestro objetivo principal. La sentencia es una clara indicación de que tenemos una sólida cooperación entre agencias federales”, agregó.
LOS DETALLES DE LA ACUSACIÓN
Salazar II y sus coconspiradores usaban modelos específicos de automóviles que movían de un lado a otro de la frontera. La droga era enviada en un compartimento que tenía el motor. El marino enviaba estos carros a un negocio en México, donde sus “mensajeros” los recogían ya cargados y los manejaban hacia el norte.
El soldado estadounidense personalmente reclutó a dos exmarinos que habían sido ya del Cuerpo y les pagaba dos mil dólares a cada uno por cada auto que manejaban desde México. Sin embargo, había varios mensajeros más. Sus excompañeros en los marinos fueron detenidos por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza estadounidense.
En Las Vegas, uno de los coconspiradores de Salazar abandonó un kilo de heroína en el estante de una tienda y escapó de las autoridades, pero después fue detenido.
“A pesar de estar desanimados por un individuo que se escondió en la escala del prestigioso ejército estadounidense, este caso debe servir como una advertencia para quienes intenten traficar narcóticos a nuestro país: no se pueden esconder de sus crímenes y les haremos pagar las consecuencias”, aseguró el Agente especial Chad Plantz tras la sentencia del Juez en abril pasado.
El Agente especial Todd Battaglia dijo por su parte que Salazar II era una “amenaza a la seguridad nacional” por participar en el tráfico ilegal de fentanilo. “Nuestras autoridades permanecen comprometidas a investigar todas las acusaciones criminales contra miembros que atenten contra la capacidad del ejército y que pongan en jaque la seguridad de nuestra comunidad”. completó.
ROBERTO NO ERA EL ÚNICO
El 1 de junio de 2022, el Distrito Sur de California, que juzgó a Salazar II en estos meses, sentenció en ese momento a Ángel Domínguez Ramírez Jr. –otro exmarino estadounidense y con nacionalidad doble (de EU y México)– a 16 años y tres meses de prisión por liderar una organización internacional que transportaba toneladas de cocaína desde Sudamérica hacia México y los Estados Unidos.
Previamente, Domínguez, de 50 años y nacido en Tamaulipas, ya había acordado declararse culpable por ser coconspirador internacional de cocaína, así como lavado de dinero. La organización que lideraba se llamada “El Seguimiento 39”, o simplemente “El Seg 39” o “La Compañía”.
De acuerdo con los fiscales que acusaron al mexicoamericano, la organización se alió con los cárteles de los Beltrán Leyva, el Jalisco Nueva Generación, el de Sinaloa, el del Golfo y Los Zetas.
A diferencia de Roberto Salazar II, Domínguez salió de los marinos estadounidenses antes de comenzar a traficar droga. “El Seg 39”, según los fiscales de California, tenía contactos con “oficiales mexicanos de alto nivel” que le sirvieron a la organización para “frustrar investigaciones sobre sus actividades criminales”. Sin embargo, no se refirieron en ningún momento a casos del mismo tipo pero en territorio estadounidense.
La organización encabezada por Domínguez usó sus alianzas con cárteles para introducir de forma ilegal unas 10 toneladas de cocaína en EU cada mes, según la estimación del Departamento de Seguridad Nacional de aquel país. Eso quiere decir que movían al menos 10 millones de dólares de ganancias por venta de droga cada mes de regreso a México, según la sentencia que recibió el mexicoamericano.