La escritora Silvia Molina habló con SinEmbargo sobre su más reciente novela, una biografía centrada en un personaje clave en la historia personal y política de España y México, su tío Rafael Sánchez de Ocaña.
Ciudad de México, 7 de abril (SinEmbargo).– Rafael Sánchez de Ocaña fue un español que se formó en la Institución Libre de Enseñanza y en el Ateneo, que estudió Filosofía en Alemania, y que se movió en la generación del 14, al lado de Ortega y Gasset y, posteriormente, en una España convulsa previa a la Guerra Civil, quien ya como diplomático recorrió varios países antes de venir a México con un equipaje repleto de lecturas e incidentes que lo convertirán en un periodista en un maestro universitario.
Se trata del personaje principal de la más reciente novela de El Tío Rafael o la huída del peregrino (Bonilla Artigas Editores), su tío, esposo de la hermana de su madre, a quien conoció de pequeña y a quien dejó de ver a los 14 años. De esta manera, el texto hace un recorrido por la historia personal y política de España y México, y busca “descubrir no sólo al exiliado y su calidad de republicano, sino al humanista audaz e inquietante, cuya vida refleja un rico y contradictorio acaecer humano”.
“Yo conocí al tío Rafael, lo traté mucho de niña y cuando empezaba mi adolescencia, lo dejé de ver a los 14 años, y no sabía realmente muy bien quién era o quién había sido, mucho menos qué tipo de vida había tenido en España, no sabía dónde había estudiado ni con quién se había casado, si se había casado, que era lo que había hecho antes de venir aquí a México y en calidad de qué vino aquí a México y fue por una pregunta de Javier García Diego que salió en la conversación el nombre de Rafael y le comenté que había sido tío mío y me pidió que escribiera algo sobre él porque se sabía poco, pero me di cuenta que yo no sabía nada, la verdad, me acordé que tenía algún papel por ahí de él o algunas credenciales, sí tenía sus libros y empecé a buscar y me di cuenta que no era suficiente”, comentó la autora.
Fue entonces cuando indagó en todos sus artículos publicados en periódico El Nacional y se llevó la sorpresa de lo amplio de sus escritos donde hablaba de los pensadores españoles, de los científicos españoles, de sus compañeros en el Ateneo, de los movimientos que habían tenido los jóvenes en esta España previa a la guerra y después de la guerra, durante el exilio.
“Fue un hombre con una cultura muy grande, con un conocimiento de las culturas clásicas también muy fuerte y me empecé a entretener mucho con lo que había escrito y fui descubriendo ahí personajes que yo conocía y descubrí su punto de vista sobre ellos y me fue atrapando el personaje y luego cuando estuvo de diplomático en todos los países que le tocó vivir y qué hacía y luego cómo se había enamorado de una estudiosa de la educación en París, cuando estudiaban juntos, y cómo se casa con ella y luego fui encontrando documentación y veo que ella lo abandona, y que luego él se hace masón y después es director de un periódico y cómo de repente le entra una desilusión por la vida, por lo que estaba pasando España y pues en el mundo diplomático se desarrolla hasta que decide venir a México”, compartió Silvia Molina.
De esta manera, compartió, conoció a un personaje interesante que la motivó a seguir su rastro: “cada vez se encontraba algo distinto y decía ‘¡qué maravilla!’, y no me imaginé que fuera a escribir realmente sobre él, simplemente estaba yo descubriéndolo, pero me di cuenta que había mucho material y que sí se podía hacer una biografía de él, porque a pesar de ser un hombre tan destacado y un humanista y todo, no se le conoce como a otros de los refugiados españoles, porque a él ya no le interesó, venía un poco desilusionado de Europa, de su vida, de lo que había vivido y decidió ya llevarla en paz aquí en México y tuvo una vida muy modesta, tenía un departamento de renta congelada, tenía sus amigos del periódico, tenía sus amigos intelectuales, pero se volvió mucho más encerrado en sí mismo, esa es la verdad”.